Pastor Rafael Goto ¿Cómo debemos entender el texto del Génesis, 1,28, que dice “dominen la tierra y sométanla”?
“Yo creo que este texto hay que leerlo en función del proceso de la Creación que nos narra el Génesis. Evidentemente, en este pasaje lo que queda definido es que la creación del ser humano es como la culminación de todo un proceso que se ha desarrollado en el tiempo. Pareciera que todo el proceso anterior es una preparatoria para la aparición del hombre. Una cosa para mi importante es que dentro del proceso de la creación, Dios instala en el mundo creado a alguien que se le parece, a alguien que se le atribuye cualidades semejantes a El mismo. Esta idea queda plasmada en el concepto del ser humano creado a imagen de Dios. Por lo tanto, el ser humano es parte de la naturaleza, pero también es distinto a la naturaleza en sí por que tiene atribuciones que van más allá de ella. Entiendo entonces este proceso en la escritura de Génesis, en que el hombre termina siendo un vicario de Dios en el mundo creado. El hombre tiene una función de mayordomo del mundo que Dios a creado y que, al final, es entregado para la administración que el ser humano tiene que desarrollar. Tomando en cuenta ese aspecto, me parece que tenemos que hacer una nueva comprensión de la escritura, una nueva lectura de este texto es la de resignificar los mandatos que hay aquí. Algunos han señalado que aquí esta expresado precisamente el mandato cultural que el ser humano recibe no solo para ejercer el vicariato de la representación de Dios sino también de asumir la responsabilidad de construir un mundo humano. El mundo humano, que no es un acto estrictamente divino sino que tiene que ser un acto de responsabilidad, un acto de libertad, un acto de compromiso humano. El fructificarse, el multiplicarse, el llenar la tierra nos habla precisamente de todo el proceso de la construcción histórica del ser humano. Somos proceso y somos un proceso continuo, un proceso que viene por generación.
Pero ¿muchas veces se ha entendido que el mandato es precisamente la de someter y dominar pero de la manera más brutal entendido como saqueo o explotación irracional de los recursos, verdad?
Cierto. El tema de someter, de dominar a la tierra, a los peces, las aves del cielo y todos los reptiles, nos indica la autoridad que el ser humano tiene para ejercer su vicariato, la representación de Dios y asumir la mayordomía que le corresponde en el mundo. A mi me parece fundamental que tenemos que esclarecer y resignficar el concepto del sometimiento, el concepto del dominio que no justifica, no implica un ejercicio absoluto, autoritario del mundo en el que vivimos. Sino más bien, nos habla de la administración que debemos ejercer sobre el mundo. Estos nos lleva a repensar ese antropocentrismo que se ha afirmado en muchas de nuestras teologías que hacen al ser humano como el rey de la creación, como el vértice final del triangulo de la creación, esto no es así. Hay que afirmar en toda esta situación y circunstancia, el hombre vicario de Dios en el mundo, el hombre mayordomo de la creación ante Dios. Por lo tanto, afirmar su responsabilidad, su corresponsabilidad que tiene con Dios para conservar la creación, para preservarla y buscar que el mundo sea ese reflejo divino-humano. Nos lleva a una acción responsable por la cual nosotros no tenemos que explotar el mundo, la tierra como una cosa en sí, sino que más bien, nosotros tenemos que convivir con el mundo, convivir con la tierra mostrando y dando el carácter humano por lo cual Dios exactamente nos ha colocado en medio de la naturaleza, como parte de la naturaleza llevando los elementos divinos de carácter moral y fundamentalmente de la libertad y la responsabilidad que nos corresponde.
Esto ha sido un conflicto de siempre y que Pablo (Romanos 8,22) lo expresa muy bien cuando afirma que la naturaleza gime hoy por su redención.
Esa figura es muy hermosa y además es muy provocadora para los cristianos. El mandato cultural que Dios nos da a los seres humanos como vicarios suyos es la de administrar la naturaleza, la creación con una conciencia de mayordomos. En Romanos, en el capitulo 8 podemos encontrar en el propósito redentor de Dios, una filiación entre la esperanza de salvación de los seres humanos con la restitución del orden de las cosas en la naturaleza. El apóstol Pablo es muy explicito para decir que la creación gime por su redención y este gemido se expresa en la existencia conflictiva en la naturaleza esta ligada a la esperanza de la manifestación de los hijos de Dios. Sabemos que nuestra salvación y la experiencia de nuestra vida tiene que ver definitivamente con el medio ambiente en el que vivimos y del cual somos parte. Nuestros actos humanos son actos de responsabilidad y, por lo tanto, son actos éticos y estos actos no solamente tienen que ver cómo convivimos con las demás personas iguales como nosotros, sino que tiene que ver también con la manera como aseguramos la sostenibilidad el ambiente en donde estamos instalados.
La relación entre las personas genera actos éticos principalmente de servicio al prójimo, pero también son actos políticos como señala Mateo (Mt. 20, 25-26) Y ¿cómo crees que esto se relaciona con la naturaleza?
Este texto es muy interesante desde la fe evangélica ya que se plantea un nuevo orden en las relaciones de poder y, sin duda, esto es mucho más inteligible cuando nos lo planteamos en términos de cómo organizar el gobierno del mundo, las relaciones políticas y cómo hacemos ejercicio de poder en términos de conservar las relaciones de los seres humanos en la sociedad. Por aquí está enfocado una perspectiva de cómo relacionar gobernantes y gobernados, pero también podemos encontrar elementos que nos ayuden a pensar nuestra relación con el medio en el que vivimos, con la naturaleza, con la creación en tanto que el evangelio no nos lleva a un ejercicio de dominación absoluta y de poder autoritario. La imagen que nos da Mateo es la del poder para el servicio o el servicio como una expresión del poder. Esto me dice que en términos de relación con el medio ambiente nosotros tenemos que ver la naturaleza no como algo objetivo que está fuera de nosotros sobre la cual podemos ejercer nuestro dominio y hacer lo que queremos, sino más bien ver en la naturaleza la convocatoria al servicio, la convocatoria al reconocimiento de alguien o algo que tenemos que asumir con cierto respeto, cierta responsabilidad y convertirnos nosotros en servidores. Que interesante cuando en las sociedades en las que vivimos se ve a la naturaleza como algo que hay que usufructuar, como algo que debe producirnos beneficio y por lo tanto desarrollamos allí actividades, acciones que no miden consecuencias, no miden perspectivas de futuro.
Y son acciones que llevan a la destrucción total del planeta. Pero hoy estamos rescatando la idea de conservación, de desarrollo sostenible frente a esa posición.
Es que el desarrollo tiene varios enfoques. Por ejemplo, la tierra nos da determinados productos, allí metemos nuestras manos y nuestras herramientas para extraer todo lo que podemos extraer de ella sin prever cuanto de nuestras acciones está depredándola y está convirtiéndola en tierra eriaza e infértil. Esta es la manera explicita cómo se manifiesta la perspectiva antropocéntrica donde lo único valioso que hay, el único que tiene poder y el único que tiene beneficio es el ser humano, la naturaleza y la creación no cuenta. La visión de servicio tiene que ayudarnos a pensar, por lo tanto, en una relación mucho más armónica con la naturaleza y con la creación. Tenemos que no solo servirnos de ella sino que nuestros actos, nuestras acciones deben ayudar a generar procesos por la cual la naturaleza mantenga su capacidad de reproducción, de sobrevivencia, de conservación. Ser siervos de la naturaleza significa poner nuestra capacidad humana, nuestra creatividad humana, nuestro ejercicio humano en la posibilidad de hacer que la naturaleza mantenga su capacidad productiva y posibilite, también, nuestra sobrevivencia y comunión con ella. Y en ese sentido, el texto de Juan nos habla de construir un nuevo orden social nuevo donde no debe haber ningún excluido.
Así es. El encuentro de Jesús con la samaritana hay que verlo en perspectiva de lo que significaba para un judío rabino en relación, a una samaritana mujer y “pecadora”. En el orden cultural, social y moral de la época esa relación era totalmente reprochable. Primero, porque un judío no armoniza con un samaritano porque son dos etnias que se excluían. Segundo, un rabino no prioriza su actividad docente o pedagógica con una mujer y, tercero, un santo no se acerca a una persona con “impureza moral”. Por lo tanto, aquí se produce una absoluta descalificación de ese encuentro de Jesús con la samaritana por los elementos que hemos mencionado. Sin embargo, Jesús en su acto humano de espiritualidad, redención y esperanza desordena ese esquema porque siendo Jesús judío, se acerca a una samaritana; siendo rabino dialoga con una mujer y, siendo santo se apropia de una comunión con una pecadora. Es importante recoger esta imagen en perspectiva de cómo ir reconstruyendo relaciones en el tiempo actual y de cómo, desde el evangelio, somos invitados a una nueva forma de convivencia ética. La ética son los principios, los valores que nos permiten a nosotros construir la convivencia humana. Y aquí Jesús nos da un ejemplo evidente, de una forma de construcción de convivencia humana que nosotros como cristianos tenemos que acoger y considerar como modelo. Podemos decir, que el centro de este mensaje es la eliminación de todas las exclusiones posibles. La eliminación de la exclusión étnica. En segundo lugar. la eliminación de la exclusión de género y, en tercer lugar, la eliminación de toda exclusión moral. Las personas valen por lo que son, valemos por lo que somos, los calificativos y las tradiciones sobre las cuales venimos no son suficientes para ocultar e impedir que aflore lo profundo de nuestra esencia humana y nosotros tenemos que ir al encuentro de lo humano en medio de los procesos cotidianos en el estamos.
Y ¿Cómo podrías aplicar lo que has señalado en nuestra nueva relación de los cristianos con el medio ambiente?
Yo diría que los cristianos y cristianas tendríamos que ver nuevas formas de relacionarnos con el medio ambiente. Desde el punto de vista cultural no ver el medio ambiente, la naturaleza, la creación como algo distinto a mí y, por lo tanto, excluirlo. Tampoco considerar al medio ambiente y la creación como moralmente inferior a nosotros, sino por el contrario, debemos ver cómo encontramos nuestras identidades en la misma naturaleza, cómo encontramos nuestro propio sentido, en relación al sentido que la creación tiene. Y cómo desde lo diferente, nosotros podemos encontrar una conversión moral para asumir nuestra responsabilidad con ella. Para todo esto se tiene que producir decididamente una conversión. Una conversión moral que es una conversión ética y que implica una conversión cultural. Cómo vivir nuestra libertad asumiendo nuestra corresponsabilidad con los demás, pero también cómo facilitar para que los demás distintos vivan también su libertad, la libertad de ser. Y que la libertad de ser nosotros mismos puede ser la base de nuestras relaciones. En esta perspectiva, la creación, la naturaleza, también requiere la libertad de los procesos para su conservación y para su reproducción. Y nosotros, en una perspectiva ética, moral, no debemos ser sujetos que condicionen esos procesos que la naturaleza requiere para desarrollarse plenamente.
Y para eso todavía es tiempo de cambiar nuestros corazones. Hoy vivimos tiempos de reconciliación, como nos señala el evangelista Marcos. (Mc. 1,14)
El evangelio nos llama siempre a estar en estado de conversión, en estado de penitencia y en reconocer los actos realizados. La conversión es la actitud de cambiar las cosas, de transformarlas y de transformarnos nosotros mismos. Con respecto al medio ambiente y las formas cómo nos hemos relacionado con ella necesitamos actitudes penitenciales porque no hemos sido vicarios de Dios en el mundo en relación a la naturaleza y a la creación, en el sentido de ser mayordomos, cuidadores y conservadores. Actitudes nuevas que implica para nosotros traer noticias de cambio, noticias de esperanza. Nosotros como hijos e hijas de Dios debemos de hacer definitivamente que el mundo sea distinto, que el mundo sea diferente y este mundo distinto y diferente nace precisamente con una actitud interior por la cual nuestros actos quedan reflejados en una relación de justicia, en una relación de equilibrio con la naturaleza. Nosotros debemos recordar lo que el apóstol Pablo dice en una de las cartas mas hermosas que ha escrito, Colosenses. Pablo hace referencia a la presencia cósmica de Jesús. El dice que todas las cosas han sido por El y para El. Todas las cosas están integradas en El. En ese sentido, cuando Pablo habla de todas las cosas, el cosmos, no solamente se refiere a los seres humanos, hombres y mujeres, sino que se refiere al orden las cosas creadas, el medio ambiente, la naturaleza, la creación. Por lo tanto, Jesús tiene una dimensión cósmica y eso nos lleva a nosotros como cristianos y cristianas a sentirnos vinculados naturalmente al mundo de las cosas creadas porque somos parte de ellas. Y la esperanza nuestra es que como evangélicos, católicos o protestantes, podamos caminar en perspectiva de la nueva creación. La nueva creación que es anuncio, contenido y esperanza de los cristianos y cristianas.
*Rafael Goto Silva es comunicador y pastor evangélico. Fundador y actual director del Centro Cristiano de Promoción y Servicios.
Entrevista realizada por Nelson Figueroa, del CPDR El Día del Pueblo, Lima -Perú, Agosto 2007. Red Peruana Uniendo Manos Contra la pobreza
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