POR: UBALDO
TEJADA GUERRERO
ANALISTA
GLOBAL
“Soy un
desgraciado, soy el Presidente del Perú y no puedo conocer a mis conciudadanos”
(Manuel
Candamo-Presidente del Perú-1903-1904)
El Perú nació a la república excluyendo a
las etnias serranas y selváticas, que más tarde le harían pagar un duro proceso
de “informalidad” producto de las migraciones del campo a la ciudad, cuyos
reclamos por una democracia real y ciudadanía plena, son hasta el siglo XXI los
ejes embrionarios de la gesta de una identidad, cuyos contenidos desde 1,980
atraviesan trasversalmente la sociedad peruana.
Para Bernardo Campos “Por exclusión
social, se entiende la falta de participación de segmentos de la población en
la vida social, económica, política y cultural de sus respectivas sociedades,
debido a la carencia de acceso a la legalidad, mercado laboral, educación,
tecnologías de la información, sistemas de salud y protección social, seguridad
ciudadana; a beneficios que hacen posible una participación social plena”
(“Educación, teología e inclusión social”-Revista Proceso KAIRÓS Perú-Año
5/Nº12-2011-Pág. 6).
La insurgencia juvenil en el Perú es parte
de la gran deuda social histórica, que hoy los hijos de migrantes de tercera
generación han comenzado dentro de una revolución no violenta hacia la búsqueda
de una democracia real y una ciudadanía plena, donde los peruanos van
comprendiendo que la inclusión social, jamás será una tarea de éste sistema
perverso, sino una tarea de los excluidos.
Las ciencias sociales, necesitan una nueva
lectura, en nuevos escenarios. Donde las grandes ciudades, fundamentalmente
costeñas se ha “serranizado” en un largo proceso que comenzó en una data desde
1,940, pues en 1960 Lima contaba con 2 millones de habitantes, para el 2015
contar con aproximadamente 10 millones.
Éste proceso de “serranización” del Perú,
ha convertido a la ciudad de Lima en un lugar donde sólo viven en la metrópoli
4 millones, mientras en la periferia 6 millones, donde de cada 10 habitantes, sólo
1 es “mazamorrero”, que nos hace comprender que Lima es una ciudad adolescente
en busca no sólo de oportunidades para los migrantes, sino centralmente en busca de identidad.
Éstas breves pinceladas, crean la
necesidad urgente de recrear nuestro enfoque de nuestra realidad nacional, lo
mismo que el diseño de algunas tareas: democratizar a partir de la nueva
realidad socio-política migrante, un proyecto país una educación que incorpore
en su estructura curricular: fines, objetivos, metas y contenidos tendientes a
la inclusión social, impulsar políticas públicas integrales que comprendan
aspectos culturales, políticos, económicos, ecológicos, tecnológicos, sociales,
capacidades, habilidades y destrezas.
Hoy frente al desprestigio e incapacidad
de la casta política, la corrupción institucional en el Estado y la
indiferencia del Estado, surge la necesidad de impulsar en forma creativa el
rol que como nunca en la historia peruana le corresponde a la sociedad civil, a
la ciudadanía, para ello urge nuevos liderazgos que canalicen una salida
ordenada de la democracia.
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