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miércoles, 22 de abril de 2009

FORMACIÓN TEOLÓGICA


Impedimentos de la mente: El escándalo del pensamiento evangélico
Rick Wade
Introducción

En nuestros esfuerzos por captar a nuestra sociedad para Cristo, tenemos que entender que las personas suelen no ver el mundo correctamente debido a problemas en su forma de pensar. Sus creencias o actitudes -o aun lo que piensan acerca del pensar- crean piedras de tropiezo. Pero, antes de sentirnos demasiado autosuficientes, tenemos que reconocer que nosotros mismos no somos inmunes a esto; los cristianos tampoco piensan correctamente siempre.
Antes de poder encarar a nuestra sociedad eficazmente en este nivel, tenemos que confrontarnos a nosotros mismos. Nos preguntamos por qué, con tantas personas que profesan la fe hoy, no logramos tener un mayor impacto en nuestra sociedad. Suele decirse que no estamos haciendo lo suficiente. Otra razón es que no estamos pensando lo suficiente.
Algún tiempo atrás, los evangélicos perdimos significación en los centros intelectuales del país. El historiador Mark Noll señala que "en cualquier domingo dado en Estados Unidos o Canadá, la mayoría de los que asisten a la iglesia sostienen creencias evangélicas y siguen normas de práctica evangélicas, pero en ninguno de los dos países estas grandes cantidades de evangélicos practicantes parecen jugar papeles significativos en sus respectivas vidas intelectuales".{1} Aparte de las preocupaciones sobre los cristianos en las universidades, el resto de nosotros deberíamos considerar nuestros propios hábitos de pensamiento. No estoy hablando de la simple obtención de conocimiento; estoy hablando de cómo ciertas actitudes y suposiciones afectan nuestra forma de pensar.
Este artículo es un breve análisis de la mente evangélica hoy. ¿Cuáles son algunas de las debilidades en el pensamiento evangélico que obstaculizan nuestra influencia en la sociedad? ¿Cómo llegamos a este punto?
Noll nombra cuatro características de los evangélicos estadounidenses, el legado que recibimos del siglo XIX: populismo, activismo, biblicismo e intuicionismo. Populismo, para él, es que los cristianos evangélicos consideran que la fortaleza de la iglesia (en el nivel humano, por supuesto) reside en las personas en los bancos más que los que están en los púlpitos. Activismo se refiere a la falta de paciencia para la contemplación extendida, y el deseo de estar ocupado en la obra del Señor. El biblicismo se refiere a la creencia de que la verdad se encuentra solo en la Biblia. El intuicionismo se refiere a la tendencia de seguir respuestas instintivas en vez de estudiar los temas con alguna rigurosidad.
A pesar de todas las posibilidades que ofrece esta forma de cristianismo, de ser precisa esta descripción deja poco lugar para la vida de la mente. Sí, es importante que hagamos cosas para el Señor. Pero ¿no necesitamos pensar antes de hacer? ¿Podría ser que una de las cosas que necesitamos hacer es pensar? Ciertamente la Biblia es nuestra autoridad final, pero ¿puede obtenerse conocimiento de otras partes? Y ¿es la intuición suficiente para entender lo que los escritores bíblicos quisieron decir, teniendo en cuenta que escribieron en otro tiempo y en otro contexto cultural? ¿O para comprender los temas complejos de nuestro tiempo, o aun los temas perennes de la experiencia humana?
Alguien podría estar preguntándose todavía si este es un tema realmente importante. Mientras hagamos la obra de Dios, ¿por qué tenemos que perder tiempo preocupándonos por un montón de especulaciones propias de una torre de marfil? Lea lo que dice Noll al resumir la importancia de la vida de la mente para la iglesia:
"Donde la fe cristiana está arraigada firmemente, donde penetra profundamente en una cultura para cambiar vidas individuales y redirigir instituciones, donde continúa durante más de una generación como un testimonio vivo de la gracia de Dios, en estas situaciones encontramos casi invariablemente cristianos cultivando ardientemente el intelecto para la gloria de Dios".
Continúa diciendo: "Los vínculos entre una vida cristiana profunda, una influencia cristiana duradera y el pensamiento cristiano dedicado caracterizan prácticamente todos los grandes momentos de la historia de la iglesia". ¿Qué resulta cuando el pensamiento serio no es una característica de la iglesia? "La senda hacia el peligro no siempre es la misma", dice, "pero los resultados de dejar de lado la mente son uniformes: la fe cristiana se degrada, cae en errores groseros, o simplemente deja de existir".{2}
¿Prestó atención? Esta no es ninguna cuestión menor. Decir que lo único que importa es lo eterno, que no necesitamos perder demasiado tiempo en las cosas de este mundo -que igualmente está destinado a consumirse- podría parecer un reflejo de la enseñanza bíblica, pero no lo es. No estamos sugiriendo aquí que las cosas de la tierra son en sí mismas más importantes que las cosas del cielo. Ni estamos diciendo que todos tienen que ser eruditos. Lo que estamos diciendo es que tenemos que pensar, que necesitamos aprender, que necesitamos entender el mundo en el cual vivimos si queremos ser tomados en serio por el mundo que nos rodea y, a la vez, influenciarlo. Algunos de nosotros deberíamos ser eruditos, sin embargo, y eruditos que pueden lograr el respecto de sus pares tanto dentro como fuera de la iglesia. Pero todos nosotros tenemos que aprender a pensar correctamente en el nivel en que nos movamos. Debemos aprender acerca del mundo, y debemos aprender del mundo. Hay valor en este mundo, porque fue creado por Dios, y porque es la arena donde se logró la redención, donde vivimos nuestro cristianismo a diario y donde nos encontramos con los incrédulos para alcanzarlos para Cristo. Nuestra inversión es en el cielo, pero es aquí donde debemos ocuparnos de nuestra salvación.
Pero, ¿cómo llegamos a nuestro estado actual? Veamos el desarrollo de esta mentalidad en la breve historia de nuestra nación.
El pietismoDos factores de nuestro pasado que han tenido y aún tienen ramificaciones para la mente evangélica fueron el pietismo y el populismo.
El pietismo tiene sus raíces a fines del siglo XVII en Europa, como reacción al ritualismo frío y formalista tan predominante en la iglesia. El cristianismo parecía más un tema de especulación filosófica y de discusión que una religión viva. Philipp Jakob Spener, un pastor alemán, buscó reformar las vidas de las personas de los bancos de la iglesia. "Instituyó [asambleas piadosas] para que se reúnan los miércoles y domingos para orar, para hablar sobre el sermón de la semana anterior, y para aplicar pasajes de la Biblia y escritos devocionales a las vidas individuales".{3} En 1675, Spener escribió Pia Desideria (Deseos Piadosos), donde bosquejó sus ideas para la reforma. Estas incluían un renovado énfasis en la Biblia, el reavivamiento del sacerdocio del creyente, el énfasis en la práctica cristiana, y la predicación de sermones comprensibles.
El pietismo se extendió en varias direcciones con el paso de los años. Los moravos, que influyeron significativamente en John Wesley, "llevaron la inquietud pietista por la espiritualidad personal casi literalmente a todo el mundo". El pietismo fue influyente entre los menonitas, los hermanos y los cristianos reformados holandeses. Sus ideas pueden verse en las enseñanzas de Cotton Mather y William Law, y en la predicación del Gran Avivamiento Estadounidense, a mediados del siglo XVIII.
El pietismo tuvo como efecto el desplazamiento del lugar de la autoridad, de la tradición y el liderazgo establecido de la iglesia al cristiano individual. No todos estaban a favor de esto. Algunos líderes de la iglesia se opusieron al movimiento por razones egoístas, pero otros estaban preocupados genuinamente por la posibilidad de una "subjetividad y antiintelectualismo incontrolados". El separatismo era otro problema. Si bien Spener nunca lo pidió, algunas personas se separaron de las iglesias establecidas.
Del lado positivo, uno encuentra en el pietismo un fuerte compromiso con la Biblia, el rechazo de la fría ortodoxia y un énfasis en la experiencia personal auténtica. Dice Noll: "Era, en un sentido, la respuesta cristiana a lo que se ha llamado 'el descubrimiento del individuo', al brindar una forma cristiana al individualismo y a la mentalidad práctica de una Europa en transición hacia los tiempos modernos". El pietismo ha sido una fuente de renovación en iglesias frías, un aliento para que los laicos se involucren en el ministerio, y un impulso para que las personas estén siembre buscando a Dios.
Del lado negativo, sin embargo, el pietismo dio lugar al subjetivismo y al emocionalismo. Brindó una excusa para el antiintelectualismo y para descuidar la erudición cuidadosa. Las lecciones aprendidas por cristianos en siglos anteriores ya no necesitaban ser consideradas, ya que la experiencia presente de uno con Dios era lo más importante. Finalmente, inclinó a algunas personas a establecer códigos de moralidad algo legalistas, al buscar evidencia de espiritualidad en la vida de los demás.
Un resultado sorprendente del pietismo -teniendo en cuenta su objetivo principal de llevar a los cristianos más hacia la luz de la verdad- fue la forma en que los alejó de la verdad. Noll señala:
"El pietismo desenfrenado . . . jugó un papel en el desarrollo del liberalismo teológico, con la fascinación del liberalismo por las formas de la experiencia religiosa. Jugó un papel en el desarrollo del romanticismo humanista de los siglos XIX y XX, donde un vago misticismo de la naturaleza reemplazó una comprensión más ortodoxa de Dios y del mundo. Y, para los creyentes más ortodoxos, el pietismo a veces llevó a una fijación morbosa en el estado personal del cristiano a costa del evangelismo, el estudio o el servicio social . . . El ataque pietista al pensamiento cristiano reflexivo . . . significó el debilitamiento de la fe hacia el sentimentalismo, su cautividad por parte de filosofías extrañas, o su declinación hacia modernismos peligrosos.{4}
Si bien el pietismo tuvo (y tiene) sus aspectos positivos, con relación a la vida de la mente ha tenido un efecto perjudicial. El énfasis en el individuo hace que el resto del mundo sea menos importante, y no brinda ningún incentivo para estar abierto a nada fuera de la propia espiritualidad del individuo.
El populismo
El segundo factor que sigue afectando la forma en que pensamos es la mentalidad populista de Estados Unidos. El populismo es una preocupación por "los intereses percibidos de la gente común, en contraposición con los es una élite privilegiada".{5} Si bien el populismo no tomó forma de movimiento político hasta fines del siglo XIX, caracterizó la mentalidad de los estadounidenses desde los albores de la historia del país.
El historiador Richard Hofstadter señala: "en el sueño populista estadounidense original, la omnicompetencia del hombre común era fundamental e indispensable".{6} Las diferencias de clase eran rechazadas; el igualitarismo era el nuevo orden de las cosas. Hofstadter dice que los primitivos exponentes de la democracia popular "quisieron . . . subordinar los liderazgos basados en la educación y la propiedad . . . [la democracia popular] reforzó la creencia generalizada en la superioridad de la sabiduría interior, intuitiva y popular por sobre el conocimiento culto, excesivamente sofisticado y egocéntrico de los intelectuales y los de buena posición".{7} De hecho, se desarrolló un verdadero prejuicio y desconfianza hacia la élite, como los clérigos -que formaban parte de la estructura hereditaria del liderazgo eclesiástico- y los académicos.
El antiintelectualismo
En los primeros días de la fundación de Estados Unidos, había una actitud de apego a las cosas básicas de la vida. Según esta forma de pensar, "hay una persistente preferencia por la 'sabiduría' de la intuición, que se considera natural o dado por Dios, por sobre la racionalidad, que es cultivada y artificial".{8}
Esta confianza en la sabiduría intuitiva del hombre común, junto con una desconfianza de la élite educada, produjo en Estados Unidos un antiintelectualismo característico. "Antiintelectualismo", según el uso de Hofstadter, no significa necesariamente "no inteligente". Él lo define como "un resentimiento y desconfianza hacia la vida de la mente y quienes se considera que la representan; y una actitud constante de minimizar el valor de esa vida".{9} La inteligencia per se no es un problema . . . siempre y cuando se le dé un uso práctico. Pero la contemplación de ideas que no tienen ningún uso práctico inmediatamente discernible se considera una pérdida de tiempo.
Aun hoy, la palabra "intelectual" suele tener connotaciones negativas. "Intelectual" y "torre de marfil" son dos términos que suelen escucharse juntos, ¡y no como descripciones elogiosas! Noll nota que el espíritu activista, pragmático y utilitario de Estados Unidos "permite poco lugar para el esfuerzo intelectual más amplio o más profundo, porque está dominado por las urgencias del momento".{10} Un problema con esta mentalidad es que exige la destilación de ideas en información inmediatamente utilizable. Hablando específicamente de los evangélicos, el erudito canadiense N. K. Clifford plantea el problema contundentemente: "A la mente protestante evangélica nunca le ha gustado la complejidad. Por cierto, su cruzadas se han caracterizados siempre por tender, tanto en la religión como en la política, hacia la simplificación excesiva de los temas y la sustitución del análisis crítico y la reflexión seria por la inspiración y el celo. Las limitaciones de este tipo de esquema mental eran menos aparentes en la relativa simplicidad de una sociedad rural de las fronteras". {11} Nuestro mundo es mucho más complejo hoy, y requiere un pensamiento más centrado, profundo y sostenido.
Hay quienes podrían objetar que los evangélicos han producido algún pensamiento y escritura serios en ciertas áreas de estudio, y eso es realmente cierto. La apologética es un área donde ocurre esto. Pero, como dice Noll: "En nuestro pasado hemos reaccionado mucho más ávidamente para defender la fe que para analizar sus implicaciones en la vida intelectual".{12} Una cosa es apuntalar nuestras propias defensas (un proyecto valioso en sí mismo), pero otra muy distinta tratar de entender el mundo por el mundo mismo -o aun por el hecho de ampliar nuestra comprensión de Dios. Para aquellos que están afuera en el mercado y en las universidades seculares, ¿hay creencias distintivamente cristianas informando su trabajo? ¿O están teniendo que dejarlas en casa para hacer su vida más fácil en el trabajo (o simplemente para permanecer en sus cargos)?
El antitradicionalismo
En un artículo sobre la era del Iluminismo, escribí lo siguiente:
Los filósofos iluministas nos enseñaron a ver el mundo como una colección de hechos científicos, a mirar hacia delante en vez de hacia atrás, a la sabiduría del pasado, y a considerar al individuo como la autoridad final para lo verdadero. El ideal es el individuo que analiza los datos crudos de la experiencia sin ningún compromiso de valor previo, con el objetivo de descubrir algo nuevo. Lamentablemente, se buscaba el conocimiento a costa de la sabiduría. El pasado ahora tenía poca relevancia. ¿Qué podrían decirnos quienes vivieron en el pasado que fuera relevante para nosotros hoy? Además, las personas del pasado estaban dominadas por la iglesia. Ya no debíamos permitir que este tipo de superstición gobierne nuestras vidas".{13}
Ahora podríamos ver los hechos por nuestra cuenta; no teníamos ninguna necesidad de que nadie nos enseñe nada. El cambio estaba en el aire; lo que era nuevo era lo importante, no lo que ocurrió en el pasado. Así se formó la característica del antitradicionalismo.
Suponemos que, dado que el mundo es tan diferente hoy, los que nos han precedido tienen poco para decirnos, ya que no pudieron imaginarse un mundo como el nuestro. Nos olvidamos de que la naturaleza humana no ha cambiado, y que la sabiduría no está atada al tiempo o al progreso tecnológico. ¡Ni ha cambiado tampoco Dios a lo largo del tiempo al compás de nuestro progreso! Podemos aprender de quienes nos han precedido sobre lo que significa la Biblia, cómo es Dios, cómo podemos vivir mejor nuestras vidas marcadas por la sabiduría, y más.
La evangelización y la predicación
¿Qué importancia tuvieron estas ideas y actitudes para la proclamación del evangelio?
Primero, con relación a la evangelización, el avivamentismo del siglo XIX fijó el tono del pensamiento evangélico popular. El avivamentismo fue un movimiento del cristianismo que enfatizaba una aceptación incondicional del mensaje del evangelio ahora. Se desarrolló en el siglo XVIII, y llegó a su pleno desarrollo en el siglo XIX. El avivamentismo tuvo un tono muy populista; el mensaje de salvación estaba dirigido al público más amplio. La predicación se mantenía sencilla y "dirigida a una respuesta emocional".{14} La opción era sencilla: "Arrepiéntanse y crean en el evangelio hoy. No esperen hasta mañana". No había necesidad de dedicar demasiado pensamiento a la cuestión, ninguna necesidad de recurrir a otros -ni a contemporáneos ni a quienes vivieron en el pasado- para lograr una perspectiva y una comprensión de la fe. La salvación era individual, y el llamado a la decisión, inmediato.{15}
Al desplazarse el avivamentismo hacia el sur y el oeste, "se volvió más primitivo, más emocional, más dado a manifestaciones 'extáticas'".{16} Los predicadores a menudo adoptaban los prejuicios antiintelectuales del pueblo. Se sumaba a la mentalidad ya populista el hecho de que los pioneros se desplazaban hacia el oeste más rápidamente que lo que podían seguirlos las instituciones (incluyendo las escuelas). Los misioneros "habrían sido ineficaces en convertir a sus rebaños móviles si no hubieran sido capaces de desarrollar un estilo de predicación vernáculo, y si no hubieran compartido o simulado, en algún grado, las sensibilidades y prejuicios de sus públicos: antiautoridad, antiaristocracia, antioriental y antierudición".{17}
Este prejuicio contra la erudición comenzó a solidificarse tanto entre los laicos como entre el clero. Hofstadter explica la comprensión característica de la relación entre la fe y la erudición de esta forma: "Uno comienza con la proposición difícilmente cuestionable de que la fe religiosa no se propaga principalmente por la lógica o la erudición. Luego pasa de esto a la idea de que se propaga mejor . . . por hombres que han sido [sic] iletrados e ignorantes. Parece seguir a partir de esto que la sabiduría y la verdad que poseen este tipo de hombres es superior a la que tienen las mentes educadas y cultas. De hecho, la erudición y la cultura parecen ser obstáculos en la propagación de la fe".{18}
Una nueva forma de conocer la verdadEl pietismo y el populismo sirvieron para fomentar una mentalidad de subjetivismo, antitradicionalismo y antiintelectualismo. A esto se agregó un marco de pensamiento tomado de la ciencia y la filosofía que afectó significativamente la forma en que los evangélicos pensaron acerca de su fe y el mundo.
Dentro de la iglesia, había necesidad de encontrar una forma de impedir que la doctrina cristiana se volviera un asunto puramente individualista luego de la separación de la Iglesia Romana. Si había formas de demostrar que la doctrina era objetivamente verdadera, los cristianos tendrían que darle su asentimiento. Con respecto a la sociedad en general, ahora que la ciencia era la fuente del conocimiento, los evangélicos sintieron la necesidad de mostrar que el cristianismo podía hacerle frente a la verificación científica rigurosa, para que la iglesia siguiera siendo una institución respetada. El tema era cómo conocemos la verdad, y cómo esta comprensión debía ser aplicada a la interpretación de la Biblia.
Si bien las tendencias románticas se estaban volviendo más visibles en el protestantismo durante este período, la orientación de los conservadores era principalmente en la dirección de los hechos más que de los sentimientos. En el siglo XVIII un nuevo marco de pensamiento comenzó a desarrollarse que pareció responder a estas necesidades, y que ha influido fuertemente en el carácter del cristianismo evangélico desde entonces. Este marco tuvo dos elementos principales: la filosofía del sentido común escocés, y la ciencia baconiana.
La filosofía del sentido común escocés
Si bien los evangélicos rechazaron los aspectos escépticos del Iluminismo,{19} aceptaron con los brazos abiertos un tipo de pensamiento iluminista conocido como Realismo del Sentido Común Escocés. Los filósofos del Sentido Común creían que todos tienen facultades mentales que producen creencias en las que nos apoyamos en la vida cotidiana, como la existencia del mundo exterior, la realidad de nuestras mentes, la confiabilidad de nuestros sentidos, nuestras capacidades para razonar, nuestros recuerdos, etc. Estas facultades permiten que todos "comprendan las realidades básicas de la naturaleza y la moralidad".{20} Estas creencias no eran consideradas derivadas de la cultura o atadas a la cultura; eran la experiencia compartida de toda la humanidad, incluyendo los escritores de la Biblia.{21}
El historiador George Marsden señala que "el Sentido Común tuvo una atracción especial en Estados Unidos porque pretendió ser una antifilosofía".{22} Ponía a la persona común contra los filósofos especulativos. Los evangélicos simpatizaron con él fácilmente por su atracción populista, porque "era tan intuitivo, tan instintivo, tan parte de una segunda naturaleza".{23} De hecho, esta filosofía fue abrazada tan ampliamente por el protestantismo que, como dijo un hombre: "la mayoría de las personas consideran que [el protestantismo y el Sentido Común] son partes necesarias del mismo sistema".{24} "Este razonamiento se volvió tan básico", dice Noll, "que aun los evangélicos conscientemente ortodoxos no tuvieron ningún escrúpulo en apoyar todo el edificio de la fe sobre los principios del iluminismo escocés".{25}
La ciencia baconiana
El otro componente del marco de pensamiento fue el método científico de Francis Bacon. Bacon abogaba por un riguroso empirismo, "un método inductivo para descubrir la verdad, fundado en la observación empírica, el análisis de los datos observados, la inferencia que resulta en una hipótesis, y la verificación de la hipótesis mediante la observación y el experimento continuos".{26} La meta era la "ciencia objetiva, desinteresada, desprejuiciada y neutral".{27} George Marsden dice que la filosofía del Sentido Común Escocés brindó una base para la fe en este método científico. Con el fundamento del sentido común podemos entender las leyes de la naturaleza mediante el empleo del método baconiano de análisis de las evidencias y clasificación de los hechos.
Los evangélicos comenzaron a usar este método para interpretar la Biblia. La Biblia era vista como una colección de hechos que podrían ser entendidos por cualquier persona con una inteligencia razonable con solo saber lo que significaban las palabras. En todas las denominaciones, nos dice Marsden, "prevalecía la fe en la verdad inmutable vista claramente mediante el razonamiento científico inductivo en la Biblia y la naturaleza por igual".{28}
Importancia para los evangélicos
¿Qué importancia tuvo todo esto para los evangélicos? En términos generales, los teólogos estadounidenses de mediados del siglo XIX eran defensores del razonamiento científico y el progreso científico", dice Marsden. "Tenían plena confianza en las capacidades de método científico para descubrir la verdad exactamente y objetivamente". Los cristianos conservadores tomaron los principios científicos usados para estudiar la naturaleza y los aplicaron a la Biblia. "Para los protestantes parecía evidente que el principio para conocer la verdad en un área de la revelación de Dios debería corresponderse con los de otra área". Esta amplia aceptación se encontró en todo el espectro de las denominaciones, incluyendo los unitarios, los presbiterianos, los metodistas y los bautistas, entre otros. Comprender la Biblia pasó a ser el estudio mediante el sentido común de los hechos de las Escrituras. La pregunta importante era: ¿Qué significan las palabras? Una vez determinado esto, la Biblia podría ser comprendida tan claramente como la naturaleza.{29}
Sin embargo, acá tenemos que detenernos y hacer una pregunta importante: ¿Cómo fue que cristianos que tomaban en serio los efectos negativos del pecado en la mente, que tendían a enfatizar las incapacidades humanas y la falta de confianza en la razón humana, pudieran poner tanta confianza en una filosofía que dependía tanto de la razón? La respuesta es que la sociedad estadounidense fuera de la iglesia estaba repudiando la revelación, la tradición y la jerarquía social. El sentido común baconiano ofrecía un medio de defender y promover valores tradicionales sin apelar a dichas autoridades.{30} El deseo de hacer que el cristianismo pareciera creíble en este tipo de entorno hizo que fuera fácil pasar por alto los efectos del pecado en la mente.
Los problemas con el pensamiento del Sentido ComúnSin embargo, había problemas con el pensamiento del Sentido Común. Primero, el Sentido Común dependía de la creencia del aspecto común de nuestra humanidad que, por supuesto, se extendía hacia los escritores bíblicos del pasado. Una vez comprendido el sentido original del texto, la verdad quedaba establecida. Pero esto creaba un dilema, porque esta comprensión de la verdad como algo que no cambia chocaba con el nuevo espíritu de progreso y de cambio de mediados del siglo XIX. ¿Acaso el progreso en el conocimiento no debería afectar también nuestra interpretación de la Biblia?{31}
Segundo, se suponía que la filosofía y la ciencia eran disciplinas puramente objetivas. Como señala un escritor, sin embargo: "Los impedimentos para uso de este método son los preconceptos y los prejuicios".{32} Marsden señala que "la ciencia y la filosofía operan sobre varias premisas -a menudo, premisas ocultas. Desde una perspectiva cristiana, la pregunta crucial es si estas premisas reflejan una perspectiva estrictamente naturalista o una que puede ser modelada y guiada por datos derivados de la revelación bíblica".{33}
Hoy se comprende ampliamente que el método científico usado para estudiar tanto la naturaleza como la Biblia no es neutral; su uso no lleva a todos a las mismas conclusiones. ¿Por qué? Porque nosotros filtramos los datos a través de creencias que ya tenemos. Con relación a la Biblia, tenemos que entender que no es simplemente un libro de hechos. Es un cuerpo de literatura inspirada, escrita en culturas muy distintas de las nuestras. ¿Qué querían que entendiéramos los escritores? ¿Cómo deben ser interpretados correctamente cada uno de los géneros de la Biblia? Como ya se sugirió, tenemos que considerar también los preconceptos que traemos al texto, que influyen y son influidos por nuestra lectura de él.
La adopción de la filosofía del Sentido Común baconiano para la interpretación de la Biblia comenzó a causar a los evangélicos problemas especiales, principalmente en el área de la ciencia. La lectura "sencilla y literal" del texto de Génesis 1 y 2 indicaba un universo creado en seis días de 24 horas. Era fácil pensar, en un tiempo en que las creencias cristianas eran tan predominantes, que una mirada franca a los datos científicos confirmaría este punto de vista. Cuando los datos parecieron indicar otra cosa, sin embargo, los evangélicos se encontraron con un problema. ¿Debían claudicar y decir que el Génesis era un mito? ¿Debían aferrarse a su interpretación, independientemente de los descubrimientos de los científicos? ¿Debían reconocer una interpretación errónea del texto?
El punto principal aquí no es, en realidad, la cuestión de la edad de la tierra. He usado la ciencia como ejemplo porque suele ser el foco de conflicto entre los evangélicos y la sociedad. El punto principal es que los evangélicos que basaban su comprensión del mundo en un uso acrítico de un método precario de interpretación se encontraron enfrentados con su cultura. Anteriormente hable del biblicismo, la idea de que solo podemos tener alguna confianza en el conocimiento obtenido de la Biblia. Los evangélicos terminan por aislarse de cualquier corrección que podría venir del denominado "libro de la naturaleza". Se volvieron vulnerables al confiar en un método que, aparentemente, les había fallado. Dice George Marsden:
"Los apologistas cristianos . . . se estaban colocando en una posición altamente vulnerable al respaldar el ideal baconiano de que las ciencias deberían ser completamente neutrales y liberadas del análisis religioso como sus puntos de partida . . . Casi sin advertencia previa, un muro del edificio de su apologética fue quitado y, en una generación, el lugar de la autoridad bíblica en la vida intelectual estadounidense estaba completamente en ruinas".{34}
Debido a su renuencia a permitir que su interpretación de la Biblia fuera informada por cosas aprendidas de la naturaleza, los evangélicos quedaron separados de la vida intelectual de la nación, y alejaron, en la práctica, la perspectiva bíblica ortodoxa de la erudición general.
Los evangélicos y el "libro de la naturaleza"
Debido al lugar de la Biblia en la tradición protestante, el "libro de la naturaleza" generalmente ocupa un lugar subordinado entre los evangélicos. Si bien la Biblia debería mantener el primer lugar en lo que se refiere a nuestro conocimiento, surgen algunos problemas si nos volvemos demasiado rígidos en nuestro pensamiento.
Un problema es nuestra respuesta cuando se nos presentan ideas que consideramos que van en contra de la Biblia. En nuestro deseo de sostener la plena veracidad de la Biblia, rechazamos de pleno toda idea que parezca contradecirla. Esta determinación crea tensión en una variedad de áreas de la erudición. Cuando personas de cualquier rama de trabajo hacen afirmaciones que creemos que entran en conflicto con la Biblia, las rechazamos. Y hacemos bien . . . si dichas ideas realmente están en conflicto con la Biblia. ¿Contradicen la Biblia, o nuestra interpretación de ella?
Cuando las ideas parecen estar en conflicto con la Biblia, tenemos que estar seguros de que nuestra interpretación es correcta. Siglos atrás, los cristianos creían que la Biblia apoyaba el punto de vista de que la Tierra estaba en el centro del universo. {35} Los estudios científicos demostraron que su interpretación de la Biblia era incorrecta. Esto no era cuestión de elegir a la ciencia por sobre la Biblia; se trataba de permitir que el estudio de la naturaleza corrigiera la interpretación incorrecta que tenían de la Biblia.
Nosotros sostenemos que la Biblia es verdadera en todo lo que afirma. Sin embargo, tenemos que tener en mente que el principal propósito de la Biblia es hablar de Dios, de sus caminos y su voluntad. Hay verdad de la que la Biblia no habla; no verdad del tipo redentor, sino verdad acerca de este mundo. En la Biblia, uno no encontrará nada acerca de la causa y la cura del cáncer. Cuando preparamos soldados para su deber, les damos más que lo que podemos encontrar en la Biblia. Estas cosas son obvias, por supuesto. Pero, ¿qué de la posibilidad de aprender más acerca de Dios de estudiar las cosas de esta tierra? Aun cuando no podamos ir más allá de la enseñanza bíblica acerca de la naturaleza de Dios (porque la mayoría de los protestantes aún rechazan la teología natural de la Iglesia Católica Romana), ¿podemos obtener un cuadro más amplio y más claro de las verdades de la Biblia al aprender acerca de este mundo? De la naturaleza y de los pinceles de los artistas podemos entender más plenamente lo que es la belleza. Al mirar un gráfico de la estructura genética de una molécula de ADN quedamos atónitos ante la maravilla del orden natural. Del estudio de la humanidad en la antropología vemos más claramente cómo las personas exhiben el conocimiento de la ley "escrita en nuestros corazones", y cómo, debido al pecado, la gente llega a adorar a la criatura antes que al Creador.
Otro problema para la vida de la mente con relación al mundo es la idea de que el mundo en realidad no es demasiado importante. Después de todo, algún día va a ser consumido, ¿no es cierto? Esta actitud pasa por alto algunos hechos importantes. La Biblia nos dice que Dios creó el orden natural; Jesús cumplió su obra de redención dentro del orden natural; y, un día, el orden natural mismo será restaurado (ver Génesis 1:1; Romanos 8:21 y 2 Pedro 3:13). Es la obra de Dios, y es maravillosa, a pesar se su condición caída, solo por lo que contiene. Es, también, el entorno en el cual vivimos nuestra salvación cada día, y es donde buscamos alcanzar a las personas para Cristo. El hecho de que el mundo esté caído no significa que haya poco valor en conocerlo.
Influencias seculares

Los evangélicos no hemos sido influidos solo por la historia del pensamiento en la iglesia durante los últimos dos siglos, sino que estamos influidos también por el pensamiento secular.{36} Importantes fuerzas sociales secularizadoras de la era moderna, como la pluralización social y las exigencias prácticas de la industria alteraron significativamente la forma en que pensamos. Con el surgimiento de la industria, Estados Unidos se convirtió en una sociedad móvil y desarraigada, donde la producción (y, por lo tanto, la eficiencia) era de suma importancia. Dios se volvió menos relevante; para muchos, la creencia en Dios era un obstáculo. Lo que importaba era lo que funcionaba. Un resultado de esto fue la privatización de la creencia. Perdimos el ánimo o perdimos el interés en dejar que nuestras creencias influyeran significativamente en nuestras vidas diarias.
Sin embargo, voy a postergar la discusión de estas cuestiones{37} y mencionaré brevemente dos influencias filosóficas significativas del siglo XX: el pragmatismo y el existencialismo.
El pragmatismo
Ya hablé acerca de la orientación del evangelicalismo hacia lo práctico. Esa actitud, tan prevalerte entre la mayoría de los estadounidenses, desarrolló una escuela de filosofía a fines del siglo XIX y principios del siglo XX llamada pragmatismo, una filosofía que ejerció una gran influencia en todas nuestras escuelas.
El pragmatismo se ocupa de cómo funciona una idea en la vida real. Saber las consecuencias prácticas de una idea nos dice lo que realmente significa el concepto. Y verificarlo en formas concretas muestra su verdad. Al pragmatismo le interesa el "valor en efectivo" de una idea.{38}
El pragmatismo se ve en la iglesia evangélica cuando los cristianos ven la aplicación práctica de una doctrina como la medida de su importancia, y cuando miramos con desdén el intelectualismo porque su utilidad práctica no es fácilmente aparente.
El existencialismo
Otra influencia secular sobre los evangélicos es la filosofía del existencialismo.{39} La búsqueda de verdad se volvió hacia adentro en la era romántica y, como señalamos anteriormente, el subjetivismo fue uno de los resultados negativos del pietismo. Esta subjetividad es una creencia central del existencialismo.
El existencialista escoge para sí cuáles serán sus valores y, por lo tanto, qué será él o ella. "El hombre no es más que lo que hace de sí mismo", dijo Jean-Paul Sartre. "Ese es el primer principio del existencialismo".{40} Los valores no se imponen desde afuera; los escoge el individuo. Vivir de acuerdo con los valores de otros es vivir de mala fe.
La influencia del existencialismo se ve entre los evangélicos cuando nos volvemos la autoridad final para nuestros valores, cuando insistimos en que somos responsables por lo que llegaremos a ser, o cuando hacemos que nuestras propias experiencias determinen el significado de la Biblia. La experiencia del individuo pasa por alto la comprensión bíblica y se vuelve una autoridad por encima de la enseñanza de la iglesia del pasado y del presente.
Cómo revivir la mente evangélicaA pesar de todas sus buenas cualidades, el evangelicalismo del siglo XVIII en Estados Unidos no ha hecho contribuciones notables al mundo de la erudición. El pensamiento distintivo evangélico juega un rol muy pobre, si juega alguno, en la vida intelectual de nuestra nación, y nuestro conocimiento de nuestra propia fe a veces adolece de un pensamiento incorrecto sobre cómo saber lo que es verdadero y lo que quiere decir la Biblia.
El subjetivismo experiencial característico del pietismo extremo y de las filosofías seculares como el existencialismo separa al individuo del conocimiento y la sabiduría acumulados de la iglesia a lo largo de los siglos. Es necio dejar de lado todo eso a favor de lo que cada individuo siente o puede entender por su cuenta. "Siento que esto o lo otro" es la forma en que solemos comenzar por afirmar nuestra comprensión de un pasaje de la Biblia o de una doctrina. Cuando se nos exigen razones para sostener esa creencia, los cristianos dirán, a menudo, simplemente "Bueno, eso es simplemente lo que siento que quiere decir". Este tipo de subjetivismo hace que el individuo sea su propia autoridad final para la verdad. El individualismo resultante {41}lleva a la fragmentación de la iglesia, lo que la limita en su presentación de un frente unido al interactuar con el mundo secular.
Con relación a la actitud pragmática tan prevalente en la iglesia, un énfasis constante en la utilidad nos aleja de la consideración de asuntos más profundos de la fe, que pueden resultar en una fe de nivel de la escuela primaria. Vienen a la mente dos problemas. Primero, un enfoque pragmático nunca nos llevará a una comprensión profunda de Dios. Francamente, hay cosas acerca de Dios y sus caminos que pueden parecer que no tienen absolutamente ninguna relación con nosotros. Imagine si mi esposa comienza a contarme alguna historia sobre su pasado, algo que parece intrascendente, y le digo: "Lo lamento, pero no veo la importancia práctica de eso para mí. Atengámonos a hablar de aquellas cosas sobre nosotros que tienen una aplicación práctica". ¡Esa no es ninguna forma de construir una relación! Alguien podría responder que, con un poco de investigación, podría encontrar posiblemente una importancia práctica. Tal vez la encuentre, y tal vez no. Aun cuando lo haga, el esfuerzo me llevará más lejos de lo que irá generalmente el que tiene una actitud pragmática. El pragmatismo no impulsa a uno a buscar el significado; la mera instrumentalizad suele ser todo lo que se requiere.
Segundo (ampliando el primero punto), las cuestiones de la vida son demasiado complejas para una comprensión elemental de Dios y sus caminos, y de este mundo. Hebreos 5:12 y 6:1 nos advierten que debemos alejarnos de las cosas elementales. Esto, por supuesto, se refiere a la verdad bíblica/teológica. Con una comprensión más profunda de Dios podemos adquirir una perspectiva mejor del mundo en el cual vivimos, y desarrollar una mayor sabiduría para saber cómo vivir en él. Pero también tenemos que entender nuestro mundo bien a fin de poder aplicar la sabiduría de Dios a él. Por ejemplo, debería haber economistas expertos cristianos. Este tipo de personas entenderían el punto de vista de Dios de la vida humana y la productividad; tendrían la sabiduría obtenida de reflexionar acerca de verdades bíblicas sobre cosas como el cuidar unos de otros, sobre la responsabilidad personal o sobre las responsabilidades nacionales, para el caso. También entenderían las formas en que funcionan las sociedades y las ramificaciones sociales y políticas de ciertas formas de manejar el dinero. Claramente, la utilidad es importante aquí, pero también lo son los temas mayores como el significado del trabajo, la responsabilidad de una persona por otra, y el cuidado de los recursos que Dios ha puesto a nuestra disposición para ganarnos la vida. Un profundo conocimiento de Dios y también del mundo que ha creado son necesarios para lograr esto.
Los evangélicos pueden y deben hacer contribuciones significativas a la vida de la mente en Estados Unidos. ¿Cómo podemos esperar que nos tomen en serio en la fe que confesamos si somos vistos como "atrayentes en privado, pero públicamente irrelevantes"? Recuerde lo que dijo Noll: "Los vínculos entre una vida cristiana profunda, una influencia cristiana duradera y el pensamiento cristiano dedicado caracterizan prácticamente todos los grandes momentos de la historia de la iglesia". Algunos cristianos insistirían en que el evangelismo es nuestra tarea más importante. Pero aun con relación a este punto de vista, ¿por qué deberíamos esperar que alguien tome el mensaje que predicamos en serio si aparecemos como retrógrados en nuestro pensamiento? Nuestro énfasis en lo práctico y nuestra aversión hacia los esfuerzos intelectuales continuarán obstaculizando nuestra influencia en el mundo universitario y en la sociedad en general.
Es posible estar a la vez "demasiado centrado en las cosas terrenales como para ser de alguna utilidad celestial" como "demasiado centrado en la cosas celestiales como para ser de alguna utilidad terrenal". Tenemos que estar sintonizados con ambas esferas. En mi énfasis sobre la comprensión del mundo y en estar conscientes de que el conocimiento obtenido de este mundo puede, en algunos casos, corregir nuestra interpretación de la Biblia, no estoy abogando a favor de una capitulación ante los dictámenes de los intelectuales en ningún campo específico, aun cuando contradigan la Biblia. Estoy abogando por un uso responsable de las mentes que hemos recibido. Podemos confrontar la vida de la mente, o podemos seguir hundiéndonos hacia la oscuridad. La primera opción es la que más honra a Dios.
Notas

Mark Noll, The Scandal of the Evangelical Mind (Grand Rapids: Eerdmans, 1994), 10.
Noll, 43,44.
Walter, A. Elwell, ed. Evangelical Dictionary of Theology, (Grand Rapids: Baker, 1984), s.v. "Pietism," by M.A. Noll. Salvo indicación al contrario, las citas de los próximos párrafos son todas de este artículo.
Noll, Scandal, 49.
Diccionario Encarta en línea, http://encarta.msn.com/encnet/features/dictionary/dictionaryhome.aspx.
Richard Hofstadter, Anti-intellectualism in American Life (New York: Alfred A. Knopf, 1970), 34.
Hofstadter, 154.
Hofstadter, 48.
Hofstadter, 7. Para una reseña del tema del antiintelectualismo desde un punto de vista evangélico, ver J.P. Moreland, Love Your God With All Your Mind: The Role of Reason in The Life of the Soul (Colorado Springs: NavPress, 1997), 19-40.
Noll, Scandal, 12.
N.K. Clifford, "His Dominion: A Vision in Crisis," Sciences Religieuses/Studies in Religion 2 (1973): 323; citado en Noll, Scandal, 12-13.
Noll, Scandal, 5.
Rick Wade, "Scripture and Tradition in the Early Church," Probe Ministries, 2001. Disponible en la Internet en http://www.probe.org/docs/tradition.html.
Noll, Scandal, 61.
Cf. Noll, Scandal, 63.
Hofstadter, 74.
Hofstadter, 80.
Hofstadter, note 8, 48-49.
Para una introducción al Iluminismo, ver Rick Wade, "The Enlightenment and Belief in God," Probe Ministries, 2002, disponible en la Internet en http://www.probe.org/docs/enlighten.html.
Noll, Scandal, 85.
George M. Marsden, "Everyone One's Own Interpreter? The Bible, Science, and Authority in Mid-Nineteenth-Century America," en Nathan O. Hatch and Mark A. Noll, eds., The Bible in America: Essays in Cultural History (New York: Oxford Univ. Press, 1982), 83.
Marsden, 82. Noll, Scandal, 88.
Noll, Scandal, 88. James Marsh, en su introducción a Aids to Reflection, de Samuel Taylor Coleridge, London, 1840), 40; citado en Marsden, 82.
Noll, Scandal, 93.
Dagobert Runes, ed., Dictionary of Philosophy (New York: Philosophical Library, 1983), s.v., "Bacon, Francis."
Noll, 127.
Marsden, 82.
Marsden, 80-84.
Cf. Noll, Scandal, 87.
Cf. Marsden, 91-92.
Runes, ed., Dictionary, s.v., "Bacon, Francis."
Marsden, 94.
Ibid.
Para una breve reseña de este conflicto, ver Rick Wade, "Modern Myths," Probe Ministries, 2001, disponible en la Internet en http://www.probe.org/docs/modmyths.html. Para un tratamiento más extenso en línea, ver George Sim Johnston, "The Galileo Affair," disponible en la Internet en http://www.catholiceducation.org/articles/history/world/wh0005.html.
El hecho que estos dos aspectos estén tan íntimamente entremezclados no nos impide separarlos con el propósito de entender la forma en que pensamos hoy.
Cf. David F. Wells, No Place for Truth: Or, Whatever Happened to Evangelical Theology? (Grand Rapids: Eerdmans, 1993).
William James, Essays in Pragmatism (New York: Hafner Press, 1948), 160.
Para una breve introducción al existencialismo, ver Rick Wade, Cosmovisiones - Parte 2, Probe Ministries, 2000, disponible en la Internet en http://www.probe.org/espanol/cosmovisiones2.html y Todd Kappelman, The Breakdown of Religious Knowledge, Probe Ministries, 1998, http://www.probe.org/docs/breakdwn.html. Note que aquí estoy hablando del existencialismo ateo.
Jean-Paul Sartre, "Existentialism," en Walter Kaufmann, ed., Existentialism from Dostoevsky to Sartre (New York: Meridian Books, 1972), 291.
Para una discusión sobre el individualismo, ver James W. Sire, Chris Chrisman Goes to College (Downers Grove: InterVarsity Press, 1993), 75-88.
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