PRONUNCIAMIENTO
El Perú, gracias al coraje demostrado por un gran sector de la ciudadanía y a la perseverancia de instituciones que no cejaron en su demanda de democracia en el país, inicia un tiempo nuevo para todos que augura la recuperación de la decencia en la política nacional y es expresión de la dignidad que no vendimos, que reivindicamos los peruanos y peruanas en múltiples gestos de resistencia a la dictadura y que hoy podemos decir han permitido liquidar la prepotencia y el cinismo de las más altas esferas del gobierno.
Creemos que las oraciones de miles de cristianos han sido escuchadas por el Dios de Justicia y Verdad quien con toda seguridad se regocija hoy con nosotros por el develamiento y caída de un régimen que era la encarnación de la iniquidad.
Consideramos que aun falta transitar un duro camino para recuperar no solo la institucionalidad del país sino sobretodo la confianza y la esperanza en la viabilidad de una nación que ha estado sometida en los últimos veinte años a fenómenos sociales y políticos que han puesto en prueba su integridad ética y espiritual. Sanear moral, política y económicamente nuestro país no será tarea sencilla, exige de los peruanos y peruanas una actitud vigilante y responsable, esa será la única manera de evitar los horrores que han sido perpetrados por el gobierno de Fujimori. En esa perspectiva quisiéramos expresar lo siguiente:
Saludamos la ya inminente asunción de Valentín Paniagua como presidente de la República, que este periodo de gobierno que le toca presidir lo muestre en su real capacidad ética y política, y que con su liderazgo la ciudadanía recupere algo de la confianza perdida en las instituciones del Estado y particularmente, en un liderazgo político que mayoritariamente ha estado a espaldas de las necesidades de la ciudadanía.
Creemos necesario un gabinete de consenso que refleje no un simple reparto del poder entre los grupos políticos. Se trata aquí de considerar como prioritarios la reconstrucción del país para lo cual se necesitan al frente personas de probadas cualidades éticas y profesionales.
Exigimos que el nuevo Gobierno remueva inmediatamente a los mandos militares vinculados a Montesinos y a Fujimori que aún ocupan jefaturas claves en las fuerzas armadas. Asimismo aquellas autoridades civiles que han servido para mantener un régimen antidemocrático.
Consideramos que la detención y juicio inmediato a Vladimiro Montesinos son paso imprescindibles para devolvernos la confianza en la administración de justicia y como un acto ejemplarizador para quienes hicieron del robo y la mentira un estilo de gobierno en este país. En ese sentido, será saludable además que la Fiscal de la Nación ordene se amplíen las investigaciones para que se defina las responsabilidades penales en las que habría incurrido el ex presidente Alberto Fujimori.
Exhortamos a los partidos y movimientos políticos de oposición, a actuar con integridad, veracidad y rectitud, dejando a un segundo plano sus seguramente legítimos intereses de alcanzar una mayor cuota de poder en las próximas elecciones. El país necesita de lideres que puedan no solo dialogar y llegar a consensos sino además que sean transparentes y mantengan una consecuencia entre la palabra y la acción.
Solicitamos que los primeros actos de este nuevo gobierno estén dirigidos a concluir el drama de las personas injustamente encarceladas bajo acusaciones infundadas de terrorismo y a asumir un auténtico proceso de pacificación que considere la creación de una comisión de la verdad que investigue y proponga alternativas de justicia y reparación, para las víctimas de la violencia política que vivió nuestro país.
Rechazamos la posibilidad de impunidad para crímenes contra los derechos humanos, no se trata de clamar por venganza en este momento histórico, sino en afirmar un nuevo país sobre la base de la justicia que debe aplicarse a todos los peruanos, al margen de cualquier consideración.
Debemos todos y todas meditar profundamente en las lecciones que nos dejan estos nefastos diez años. La peor desgracia seria que permitamos que en nuestros espacios de vida personal, familiar, comunal y nacional, se mantengan vivos la herencia viciosa que arrastra la cultura del fujimorismo: su pragmatismo amoral, la reiteración cínica de medias verdades más letales que la misma mentira, la petulancia y el narcisismo delirante, la doblez de animo, la adulación convertida en lealtad, el chantaje diario, el insaciable deseo de poder y el culto al dinero. En una palabra: la deshumanización de los hombres y mujeres y su conversión en meros objetos, plausibles de ser usados y desechados.
Esta crisis puede ser aprovechada positivamente para buscar una autentica transformación de nuestras vidas, organizaciones y gobierno.
El Perú, gracias al coraje demostrado por un gran sector de la ciudadanía y a la perseverancia de instituciones que no cejaron en su demanda de democracia en el país, inicia un tiempo nuevo para todos que augura la recuperación de la decencia en la política nacional y es expresión de la dignidad que no vendimos, que reivindicamos los peruanos y peruanas en múltiples gestos de resistencia a la dictadura y que hoy podemos decir han permitido liquidar la prepotencia y el cinismo de las más altas esferas del gobierno.
Creemos que las oraciones de miles de cristianos han sido escuchadas por el Dios de Justicia y Verdad quien con toda seguridad se regocija hoy con nosotros por el develamiento y caída de un régimen que era la encarnación de la iniquidad.
Consideramos que aun falta transitar un duro camino para recuperar no solo la institucionalidad del país sino sobretodo la confianza y la esperanza en la viabilidad de una nación que ha estado sometida en los últimos veinte años a fenómenos sociales y políticos que han puesto en prueba su integridad ética y espiritual. Sanear moral, política y económicamente nuestro país no será tarea sencilla, exige de los peruanos y peruanas una actitud vigilante y responsable, esa será la única manera de evitar los horrores que han sido perpetrados por el gobierno de Fujimori. En esa perspectiva quisiéramos expresar lo siguiente:
Saludamos la ya inminente asunción de Valentín Paniagua como presidente de la República, que este periodo de gobierno que le toca presidir lo muestre en su real capacidad ética y política, y que con su liderazgo la ciudadanía recupere algo de la confianza perdida en las instituciones del Estado y particularmente, en un liderazgo político que mayoritariamente ha estado a espaldas de las necesidades de la ciudadanía.
Creemos necesario un gabinete de consenso que refleje no un simple reparto del poder entre los grupos políticos. Se trata aquí de considerar como prioritarios la reconstrucción del país para lo cual se necesitan al frente personas de probadas cualidades éticas y profesionales.
Exigimos que el nuevo Gobierno remueva inmediatamente a los mandos militares vinculados a Montesinos y a Fujimori que aún ocupan jefaturas claves en las fuerzas armadas. Asimismo aquellas autoridades civiles que han servido para mantener un régimen antidemocrático.
Consideramos que la detención y juicio inmediato a Vladimiro Montesinos son paso imprescindibles para devolvernos la confianza en la administración de justicia y como un acto ejemplarizador para quienes hicieron del robo y la mentira un estilo de gobierno en este país. En ese sentido, será saludable además que la Fiscal de la Nación ordene se amplíen las investigaciones para que se defina las responsabilidades penales en las que habría incurrido el ex presidente Alberto Fujimori.
Exhortamos a los partidos y movimientos políticos de oposición, a actuar con integridad, veracidad y rectitud, dejando a un segundo plano sus seguramente legítimos intereses de alcanzar una mayor cuota de poder en las próximas elecciones. El país necesita de lideres que puedan no solo dialogar y llegar a consensos sino además que sean transparentes y mantengan una consecuencia entre la palabra y la acción.
Solicitamos que los primeros actos de este nuevo gobierno estén dirigidos a concluir el drama de las personas injustamente encarceladas bajo acusaciones infundadas de terrorismo y a asumir un auténtico proceso de pacificación que considere la creación de una comisión de la verdad que investigue y proponga alternativas de justicia y reparación, para las víctimas de la violencia política que vivió nuestro país.
Rechazamos la posibilidad de impunidad para crímenes contra los derechos humanos, no se trata de clamar por venganza en este momento histórico, sino en afirmar un nuevo país sobre la base de la justicia que debe aplicarse a todos los peruanos, al margen de cualquier consideración.
Debemos todos y todas meditar profundamente en las lecciones que nos dejan estos nefastos diez años. La peor desgracia seria que permitamos que en nuestros espacios de vida personal, familiar, comunal y nacional, se mantengan vivos la herencia viciosa que arrastra la cultura del fujimorismo: su pragmatismo amoral, la reiteración cínica de medias verdades más letales que la misma mentira, la petulancia y el narcisismo delirante, la doblez de animo, la adulación convertida en lealtad, el chantaje diario, el insaciable deseo de poder y el culto al dinero. En una palabra: la deshumanización de los hombres y mujeres y su conversión en meros objetos, plausibles de ser usados y desechados.
Esta crisis puede ser aprovechada positivamente para buscar una autentica transformación de nuestras vidas, organizaciones y gobierno.
Porque Dios esta presente en nuestra historia, es posible hoy un cambio para bien.
Trabajemos todos para eso.
Lima, 21 de noviembre de 2000
Alfonso Wieland
Coordinador de Turno
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