Por: Alfonso Wieland
http://www.nucleopolitico.tk/
Era primavera del año 1997. Recorríamos las pintorescas calles de la ciudad. De repente me llamó la atención una pareja de hombres que libremente mostraban su afecto con abrazos y besos. El misionero holandés, mi acompañante, me miró avergonzado y en seguida explicó “Y pensar que hace unas décadas, Ámsterdam era conocida como la Jerusalén de Europa, era una ciudad muy sana” Luego me dijo: “Ahora es la Sodoma de Europa”[1].
En estos días en Lima, se discute una propuesta de ordenanza municipal que obliga a los establecimientos públicos de la metrópoli, colocar un letrero que diga “Esta ciudad y este local respetan la igualdad por identidad de género y orientación sexual”. No es tanto las 15 palabras del letrero lo que ha inquietado a un sector de grupos religiosos católicos y evangélicos, sino el detalle de lo que significa, según la Municipalidad, los actos discriminatorios por causa de la orientación sexual e identidad de género, como por ejemplo, el impedir las muestras públicas de afecto de parejas homosexuales en lugares públicos. En un país en el que se sufre tantas discriminaciones (contra los indígenas, contra los afrodescendientes, contra las mujeres, contra los pobres, contra minorías religiosas, etc.) uno puede preguntarse, por qué preocuparse sólo por un sector, por qué no establecer sanciones contra todo tipo de discriminación. ¿Por qué los grupos de LGTB no amplían sus demandas hacia otros grupos y solo parecieran estar interesados sobre lo que pasa con ellos? (con el respeto que merece su demanda de erradicar la homofobia y de igualdad ante la ley) Y también, ¿es a través de una norma que se conseguirá cambiar la mentalidad de un pueblo? ¿No se comete el mismo error de siempre creer que basta una ley punitiva para transformar una sociedad?
Estratégicamente podría ser que una ordenanza de este tipo ayude a visibilizar la problemática de esta minoría. Pero me pregunto si no era previsible que ciertos políticos se aprovecharan de la ocasión para constituirse en abanderados de la moralidad. ¿No era posible iniciar un diálogo con organizaciones religiosas que sí están dispuestas a contribuir en erradicar las discriminaciones que existen en el país? Sinceramente ¿la propuesta de ordenanza ha generado un avance en cuanto a la discusión seria sobre la homofobia y la discriminación?
La nuestra es una sociedad que hace escarnio y mofa de los homosexuales. Las vejaciones y los maltratos están a la orden del día. La Comisión de la Verdad (CVR) del Perú, recogió en su informe la llamada matanza de La noche de las Gardenias donde ocho homosexuales fueron asesinados por el grupo terrorista MRTA el 31 de Mayo de 1989. El MRTA, justifico la acción señalando que "hacía (eso) por evitar una negativa influencia en la población juvenil". Algunas décadas atrás, en Alemania, los Nazis decían que la homosexualidad constituía una degeneración racial. Había, por tanto, que parar su propagación. Más de 50,000 hombres fueron condenados por su homosexualidad durante el gobierno Nazi. Se cree que 9,000 de ellos murieron en los campos de concentración.
“No a la sodomización de Lima” reza un cartel exhibido en estos días durante una marcha de grupos evangélicos. Pero ¿dice realmente la Biblia que Sodoma fue destruida por causa de la “degeneración” homosexual? Al profeta Ezequiel, unos 600 años antes de Cristo, le tocó vivir en medio de una catástrofe social: su nación había sido invadida por Babilonia. ¿Cómo explicar que la ciudad de Jerusalén, la que se considera la elegida y favorita de Dios, fuera tomada por un pueblo pagano? Ezequiel, quien pertenecía a la clase alta israelita, ensaya una respuesta: Fue por causa de la sodomización de Jerusalén. Dice Dios por boca de Ezequiel que el pariente “moral” de Jerusalén fue Sodoma: “Este fue el pecado de tu hermana Sodoma: ella y sus aldeas se sentían orgullosas de tener abundancia de alimentos y de gozar de comodidad, pero nunca ayudaron al pobre y al necesitado. Se volvieron orgullosas y cometieron cosas que yo detesto; por eso las destruí” (Ez. 16:49) No fueron pues los homosexuales los que provocaron la ira de Dios sobre Sodoma. Fue el consumismo, el individualismo, el orgullo de quienes se creían intocables por creerse representantes de Dios. Fue la inacción ante el sufrimiento de campesinos sin tierra, que morían por falta de pan, mientras en la Ciudad Santa se arrojaba la comida al tacho. La prosperidad sin compasión y justicia, fueron los rasgos de Jerusalén-Sodoma. Por eso cayo, por eso se autodestruyó.
No dudo de la sinceridad de muchos de los cristianos que están protestando en estos días contra la mencionada ordenanza. Pero por favor, pongamos las cosas en su verdadera dimensión. Extirpar el homosexualismo como si fuera un cáncer nos hace daño, nos deshumaniza. No es solo una mala percepción de prójimo, es que nosotros dejamos de ser prójimos y nos constituimos en jueces severos. ¿Quién nos ha puesto como jueces de la moralidad? ¿Jesús, amigo de prostitutas, pecadores y publicanos, nos ha dado ese encargo? ¿No estaría mas cerca al espíritu cristiano que los opositores a la ordenanza propongan pasos concretos para erradicar la homofobia y todo tipo de discriminación en el Perú?
Nuestra nación requiere una acción potente de la mayoría cristiana. Una acción compasiva que remueva las conciencias de políticos, autoridades y de nosotros mismos, para acabar con la escandalosa brecha social entre pobres y ricos. Para terminar con la corrupción incrustada en casi todos los estratos sociales e instituciones publicas y privadas. Para detener la catástrofe ambiental que ya empezó a sucedernos. Para fortalecer la familia pero atacando los problemas de fondo. Una última encuesta[2] del Instituto Nacional de Estadística señala que solo el 25% de las mujeres que tienen pareja están casadas. Con respecto al año 2000, el número de parejas convivientes ha aumentado en nada menos que 7%. Casi un 25% de los hogares están jefaturados por la mujer, es decir, hogares donde la figura paterna no es que este distorsionada, simplemente no existe. Los divorcios se han multiplicado. Cuatro de cada 10 mujeres que tuvieron pareja, han sufrido violencia física o sexual por parte del esposo o compañero. El 13% de mujeres entre 15 a 19 años de edad ya son madres. Estos son algunos rasgos del tipo de familia heterosexual que hoy tenemos en el Perú. Mientras tanto, un sector de iglesias esta decidida a dar la batalla por la sacralidad de la familia, consumiendo todas sus energías y oraciones contra los “abominables” gays que pretenden besarse en público.
Entonces, ¿cuándo se sodomizo Lima? No hay naciones “santas” o moralmente perfectas. La moral social es siempre una decisión generacional. El tipo de moralidad que asumen los ciudadanos se hace por acción y mas de las veces, por omisión. ¿Cuál es la medida para saber cuando una sociedad es éticamente respetuosa de la vida humana? Fácil. Observen como se tratan a las mujeres, a los niños, a los discapacitados, a las minorías, a los pobres, al extranjero, a los huérfanos y viudas, a los marginados. Vean como se trata a la naturaleza. Eso nos dará una medida exacta de qué tipo de sociedad somos o queremos ser. Tan fácil y tremendamente desafiante como eso.
Lima, 18 de Julio 2011
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[1] Años después me enteraría que el titulo de Jerusalén no fue precisamente dado por la “santidad” aparente de Ámsterdam sino porque una importante colonia de judíos decidió asentarse en ese lugar.
[2] Encuesta ENDES 2010
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Era primavera del año 1997. Recorríamos las pintorescas calles de la ciudad. De repente me llamó la atención una pareja de hombres que libremente mostraban su afecto con abrazos y besos. El misionero holandés, mi acompañante, me miró avergonzado y en seguida explicó “Y pensar que hace unas décadas, Ámsterdam era conocida como la Jerusalén de Europa, era una ciudad muy sana” Luego me dijo: “Ahora es la Sodoma de Europa”[1].
En estos días en Lima, se discute una propuesta de ordenanza municipal que obliga a los establecimientos públicos de la metrópoli, colocar un letrero que diga “Esta ciudad y este local respetan la igualdad por identidad de género y orientación sexual”. No es tanto las 15 palabras del letrero lo que ha inquietado a un sector de grupos religiosos católicos y evangélicos, sino el detalle de lo que significa, según la Municipalidad, los actos discriminatorios por causa de la orientación sexual e identidad de género, como por ejemplo, el impedir las muestras públicas de afecto de parejas homosexuales en lugares públicos. En un país en el que se sufre tantas discriminaciones (contra los indígenas, contra los afrodescendientes, contra las mujeres, contra los pobres, contra minorías religiosas, etc.) uno puede preguntarse, por qué preocuparse sólo por un sector, por qué no establecer sanciones contra todo tipo de discriminación. ¿Por qué los grupos de LGTB no amplían sus demandas hacia otros grupos y solo parecieran estar interesados sobre lo que pasa con ellos? (con el respeto que merece su demanda de erradicar la homofobia y de igualdad ante la ley) Y también, ¿es a través de una norma que se conseguirá cambiar la mentalidad de un pueblo? ¿No se comete el mismo error de siempre creer que basta una ley punitiva para transformar una sociedad?
Estratégicamente podría ser que una ordenanza de este tipo ayude a visibilizar la problemática de esta minoría. Pero me pregunto si no era previsible que ciertos políticos se aprovecharan de la ocasión para constituirse en abanderados de la moralidad. ¿No era posible iniciar un diálogo con organizaciones religiosas que sí están dispuestas a contribuir en erradicar las discriminaciones que existen en el país? Sinceramente ¿la propuesta de ordenanza ha generado un avance en cuanto a la discusión seria sobre la homofobia y la discriminación?
La nuestra es una sociedad que hace escarnio y mofa de los homosexuales. Las vejaciones y los maltratos están a la orden del día. La Comisión de la Verdad (CVR) del Perú, recogió en su informe la llamada matanza de La noche de las Gardenias donde ocho homosexuales fueron asesinados por el grupo terrorista MRTA el 31 de Mayo de 1989. El MRTA, justifico la acción señalando que "hacía (eso) por evitar una negativa influencia en la población juvenil". Algunas décadas atrás, en Alemania, los Nazis decían que la homosexualidad constituía una degeneración racial. Había, por tanto, que parar su propagación. Más de 50,000 hombres fueron condenados por su homosexualidad durante el gobierno Nazi. Se cree que 9,000 de ellos murieron en los campos de concentración.
“No a la sodomización de Lima” reza un cartel exhibido en estos días durante una marcha de grupos evangélicos. Pero ¿dice realmente la Biblia que Sodoma fue destruida por causa de la “degeneración” homosexual? Al profeta Ezequiel, unos 600 años antes de Cristo, le tocó vivir en medio de una catástrofe social: su nación había sido invadida por Babilonia. ¿Cómo explicar que la ciudad de Jerusalén, la que se considera la elegida y favorita de Dios, fuera tomada por un pueblo pagano? Ezequiel, quien pertenecía a la clase alta israelita, ensaya una respuesta: Fue por causa de la sodomización de Jerusalén. Dice Dios por boca de Ezequiel que el pariente “moral” de Jerusalén fue Sodoma: “Este fue el pecado de tu hermana Sodoma: ella y sus aldeas se sentían orgullosas de tener abundancia de alimentos y de gozar de comodidad, pero nunca ayudaron al pobre y al necesitado. Se volvieron orgullosas y cometieron cosas que yo detesto; por eso las destruí” (Ez. 16:49) No fueron pues los homosexuales los que provocaron la ira de Dios sobre Sodoma. Fue el consumismo, el individualismo, el orgullo de quienes se creían intocables por creerse representantes de Dios. Fue la inacción ante el sufrimiento de campesinos sin tierra, que morían por falta de pan, mientras en la Ciudad Santa se arrojaba la comida al tacho. La prosperidad sin compasión y justicia, fueron los rasgos de Jerusalén-Sodoma. Por eso cayo, por eso se autodestruyó.
No dudo de la sinceridad de muchos de los cristianos que están protestando en estos días contra la mencionada ordenanza. Pero por favor, pongamos las cosas en su verdadera dimensión. Extirpar el homosexualismo como si fuera un cáncer nos hace daño, nos deshumaniza. No es solo una mala percepción de prójimo, es que nosotros dejamos de ser prójimos y nos constituimos en jueces severos. ¿Quién nos ha puesto como jueces de la moralidad? ¿Jesús, amigo de prostitutas, pecadores y publicanos, nos ha dado ese encargo? ¿No estaría mas cerca al espíritu cristiano que los opositores a la ordenanza propongan pasos concretos para erradicar la homofobia y todo tipo de discriminación en el Perú?
Nuestra nación requiere una acción potente de la mayoría cristiana. Una acción compasiva que remueva las conciencias de políticos, autoridades y de nosotros mismos, para acabar con la escandalosa brecha social entre pobres y ricos. Para terminar con la corrupción incrustada en casi todos los estratos sociales e instituciones publicas y privadas. Para detener la catástrofe ambiental que ya empezó a sucedernos. Para fortalecer la familia pero atacando los problemas de fondo. Una última encuesta[2] del Instituto Nacional de Estadística señala que solo el 25% de las mujeres que tienen pareja están casadas. Con respecto al año 2000, el número de parejas convivientes ha aumentado en nada menos que 7%. Casi un 25% de los hogares están jefaturados por la mujer, es decir, hogares donde la figura paterna no es que este distorsionada, simplemente no existe. Los divorcios se han multiplicado. Cuatro de cada 10 mujeres que tuvieron pareja, han sufrido violencia física o sexual por parte del esposo o compañero. El 13% de mujeres entre 15 a 19 años de edad ya son madres. Estos son algunos rasgos del tipo de familia heterosexual que hoy tenemos en el Perú. Mientras tanto, un sector de iglesias esta decidida a dar la batalla por la sacralidad de la familia, consumiendo todas sus energías y oraciones contra los “abominables” gays que pretenden besarse en público.
Entonces, ¿cuándo se sodomizo Lima? No hay naciones “santas” o moralmente perfectas. La moral social es siempre una decisión generacional. El tipo de moralidad que asumen los ciudadanos se hace por acción y mas de las veces, por omisión. ¿Cuál es la medida para saber cuando una sociedad es éticamente respetuosa de la vida humana? Fácil. Observen como se tratan a las mujeres, a los niños, a los discapacitados, a las minorías, a los pobres, al extranjero, a los huérfanos y viudas, a los marginados. Vean como se trata a la naturaleza. Eso nos dará una medida exacta de qué tipo de sociedad somos o queremos ser. Tan fácil y tremendamente desafiante como eso.
Lima, 18 de Julio 2011
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[1] Años después me enteraría que el titulo de Jerusalén no fue precisamente dado por la “santidad” aparente de Ámsterdam sino porque una importante colonia de judíos decidió asentarse en ese lugar.
[2] Encuesta ENDES 2010
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