de: | Ana Roncal <anaroncalv@gmail.com>
Cco: | jesusenaccion46@gmail.com |
fecha: | 22 de octubre de 2015, 6:13 |
asunto: | Ayuda social
Saludos a los de fuera y "kaixo" con los de aquí.
Les envío el artículo para la revista Entérate de nuestra iglesia este mes. "Nuestro clamor, Clamor de Dios" es un pensamiento acerca de la situación con los refugiados ante la cual la iglesia está enfrentada y desafiada. Parece complicado, pero desde que empecé a pensar así, al mismo tiempo surgió esa percepción de que el pensamiento es una trampa, un momento, Dios no puede haberlo hecho tan difícil. La obediencia es simple.
LA IGLESIA Y SU ROL DE ATENDER A LOS NECESITADOS
Imágenes de cientos de personas en las fronteras entre países de los
Balkanes, enlodados bajo la lluvia, llevando en sus brazos niños pequeños
mientras esperan, sin siquiera tener una certeza de lo que deben esperar;
noticias de más ahogados antes de alcanzar las costas. La tragedia de los
refugiados ha sobrepasado los umbrales de aquello a lo que estamos
acostumbrados -más bien mal acostumbrados- a las imágenes de sufrimiento que
aumenta paradójicamente en un mundo en el que en realidad hay mucha riqueza.
Finalmente logran despertar sensibilidades. Finalmente, la realidad sufriente
de esas personas, hechas a imagen y semejanza, como nosotros, de un Creador,
logran liberar un clamor desde nuestro interior, hacernos ceder a la
com-pasión, ese sentir que hace de nosotros seres humanos. Es en realidad el
clamor de Dios puesto en el hombre, lo
que nos hace distintos de los animales. La huella de lo divino, una identidad
que nos hace merecedores de un destino de gloria, no de miseria.
Responder al drama que viven los refugiados va a depender realmente de la
manera en que vemos las cosas. Y de
acuerdo a lo que actualmente se promueve en casi todo el mundo, las iniciativas
gubernamentales para atender sus necesidades van a ser el cauce considerado
natural para ayudar. Pero esa
perspectiva, desposeída del verdadero sentido de asistir a una persona porque
porta la imagen de Dios, y asistirla no para hacerla dependiente de un Estado
que cobra por decreto a la sociedad, sino para que pueda pararse sobre sus
propios pies e ir en pos de sus destino, nos presenta retos: Hace ya bastante
que no es operativa y tampoco ha logrado atender las necesidades ni de la
población local; no ha ofrecido vías reales para hacer de aquellos quienes son
destinatarios de ayuda seres con pleno dominio de sus vidas, con sus talentos
plenamente desarrollados. Y por ello
mismo, porque es ajena a Dios, representa para nosotros, supuestamente quienes
tenemos una perspectiva Bíblica Cristiana
de la vida una situación en la que ya es hora de ver cambios. Si un sistema no
tiene poder para beneficiar al ser humano, es obviamente momento de instalar
algo diferente. Porque ¿a quiénes, sino a los cristianos les corresponde dar
cara al desafío? “…la iglesia no es
una institución aislada o enfocada internamente. Está presente para servir
las necesidades de la comunidad”.
El rol que el pensamiento judeo-cristiano plasmado en la Biblia otorga a
la iglesia en una sociedad contempla en primer lugar que ésta se identifique
con el drama de los que sufren. Es un llamado universal a todos los creyentes
sin distinción de condiciones individuales. Es necesario utilizar todo tipo de
vinculaciones y a todo nivel, desde el más básico, desde el vecindario para
alcanzar a quienes tienen necesidades. En
segundo lugar, está el llamado a integrar a toda persona en necesidad en el
esquema laboral,
productivo, lograr una integración en la vida institucional de la sociedad, con
plena conciencia del necesitado, del refugiado, del inmigrante, de las raíces
culturales y principios que permiten tal acogida. Este es más bien un llamado a
quien tiene posibilidades y cuenta con condiciones para incorporar a otros en
un empleo. Este es el desafío, porque la actual perspectiva estatista de ayuda
funciona sobre la base de un rígido sistema legal el cual no permite que el
trabajo sea otorgado como un derecho inherente.
Para terminar, ambos llamados requieren de
nosotros que simplemente discriminemos y no incurramos en el pensamiento asistencialista
el cual ayuda hasta en lo que Dios no quiere.
En su afán por cumplir su rol asistencial el Estado usualmente
convoca a cooperar en temas que están siendo robados a la familia, para mencionar sólo una esfera. Es tiempo
para empezar a discernir.
¿Vamos a asumir nuestro llamado o dejar pasar este momento? No sabemos qué puede desencadenar el empezar
a atender a principios enunciados de manera tan simple. Hay grandes
avivamientos que empezaron en la cocina
de una humilde casa, en la iniciativa de un
joven quien puso su hogar a disposición de quienes le necesitaban.
Es lo maravilloso de la fe, un paso en ella es dar pasos sobre planes cortados
de La Roca.
Ana Roncal
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