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lunes, 6 de julio de 2009

DIEZ CONSEJOS PARA LEVANTAR SU TOALLA


¡Levanta tu toalla!


por Enrique Zapata

No hay duda de que en más de una vez ha entrado en la mente del líder el deseo de «tirar la toalla». Tener ese conflicto dentro de nosotros no es pecado, pero sí pecamos cuando no hacemos la voluntad de Dios.
Aquí tiene diez consejos para levantar su toalla.

Elías tiró la toalla, salió corriendo de delante de una mujer justo después de haber sido uno de los más grandes instrumentos en la historia de la redención. Pedro, después de la resurrección y la aparición de Jesús también dijo: "Voy a pescar" (Jn. 21:3) y los otros discípulos se fueron a pescar con él. Yo también… y usted también… ¿No es así?
Todos los que estamos en el ministerio tenemos problemas de vez en cuando con la depresión, o deseos de escapar de la presión. Ha entrado más de una vez en mi mente el deseo de tirar la toalla… volver a una vida donde no recibiría la crítica casi diaria, donde no tendría el peso de tratar de ayudar a cambiar a gente que no quiere cambiar, donde pudiera ir a la iglesia el domingo sin el peso de representar a Dios ante los hombres, ni la responsabilidad de que cuando algo va mal es por mi falta de planificación o error, etc.
Aún Jesús tuvo un serio conflicto, angustia profunda y hasta el deseo de que pudiera pasar de El la obra que tenía por delante. Cristo deseaba evitar la cruz, el sufrimiento, etc. Esto nos muestra que no hay pecado en que tengamos gran conflicto dentro de nosotros. Sólo pecamos cuando finalmente no hacemos lo que es la voluntad de Dios.
Hay varios conceptos que me han ayudado a mí en los momentos difíciles:
1. "Nunca dudes en la oscuridad de lo que has visto en la luz".
Este consejo me ha salvado de muchos errores en momentos oscuros de mi vida. Cuando el piloto está en las nubes y no puede ver la luz del día, es cuando más tiene que confiar y obedecer a sus instrumentos.
2. Escoger entre ser dinámicos o estáticos (superar o ser superado).
"Si corriste con los de a pie y te cansaron, ¿cómo contenderás con los caballos? Y si en la tierra de paz no estabas seguro ¿cómo harás en la espesura del Jordán? (Je. 12.5). Dios quiere desarrollarnos, hacernos más fuertes, la forma en que lo hace es a través de las dificultades que nos llevan a nuestro límite y un poco más. Así es como crecemos, aunque duele.
3. Nunca tomar decisiones cuando estoy: cansado, enojado, enfermo o resentido. Creo que la causa de que Elías escapara era que estaba muy cansado y no había comido en todo el día. Por eso Dios le dio comida y descanso antes de hablar mucho con él. En muchas oportunidades aconsejé a pastores que deseaban tirar la toalla cuando estaban completamente fatigados. Les dije que se tomaran uno o dos días para descansar y después ellos mismos vieron la situación con más claridad y fuerza. Es muy fácil acumular cansancio cuando estamos en el ministerio. Hay tantas cosas que ocurren justo en los momentos menos apropiados… ¿Cuándo te llamaron con anticipación para que pudieras agendar la muerte de uno de los hermanos en la iglesia? El pastor lleva una vida muy agitada, y constantemente se le presentan situaciones que requieren su atención. No por nada Jesús se apartaba regularmente para descansar y orar.
4. Edificar gente requiere tiempo y mucha, mucha paciencia.
Jesús también tuvo problemas con sus discípulos. Una vez, cuando sentí bastante desilusión con mi ministerio porque algunos de mis discípulos había fracasado en varias áreas, me puse a estudiar el libro de Mateo. De repente empecé a ver que los discípulos de Jesús lo habían abandonado unas cuantas veces, se pelearon entre ellos, discutieron con el mismo Jesús, fueron lentos en entender… Igual que los hombres con los que yo había estado trabajando. Si Jesús, que era perfecto, lleno de gracia y sabiduría, tuvo sus dificultades en formar hombres, ¡hay esperanza para mí!
5. No escuches todo.
"Tampoco apliques tu corazón a todas las cosas que se hablan, para que no oigas a tu siervo cuando dice mal de ti; porque tu corazón sabe que tú también dijiste mal de otros muchas veces" (Ec. 7.21-22). Cuando las personas están molestas, enojadas, sometidas a pruebas, etc., dicen muchas cosas que realmente no sienten ni dirían en ocasiones normales… como también lo has hecho tú. Aprende a no escuchar ni aplicar tu corazón a estas cosas porque sólo te harán mal.
6. Perdonarnos a nosotros mismos.
Todos nosotros cometemos errores y necesitamos poder aceptar que hemos metido la pata, arrepentirnos y aceptar el perdón de Dios. Un ministerio no termina necesariamente porque hayamos errado o fracasado, sino cuando nos rehusamos a confesar y apartarnos de nuestro error. Moisés erró seriamente cuando tomó la salvación de su pueblo en sus manos, pero terminó siendo uno de los hombres que más respetamos. Casi no hay hombre de Dios realmente famoso que no haya cometido errores serios. La clave está en Pr. 28.13: "El que encubre sus pecados no prosperará, mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia".
7. Mientras más oscuro está, más estrellas podemos ver.
Algunas de las verdades más profundas que aprendí en mi vida espiritual las aprendí en los momentos más difíciles. Fue en un momento muy oscuro de mi vida, cuando me atacaron y criticaron falsamente, cuando entendí algo de cómo se sintió Jesús cuando fue traicionado. Muchos de los Salmos más hermosos salieron de los momentos más difíciles en la vida de David. Pablo, en 2 Co. 1, habla de cómo aprendió a confiar en Dios que resucita a los muertos en el momento en que llegó a perder la esperanza para vivir.
8. Aprende a escuchar y cambiar.
Generalmente nuestros amigos cubren nuestros errores y nuestros enemigos los magnifican. Pude aprender varias lecciones de las personas que me habían criticado cuando aprendí a escucharlas y a desechar la magnificación pero no la paja que dio lugar a la magnificación. Un conocido siempre me decía: "si dejas un clavo en la pared, el diablo cuelgo un cuadro". Necesitamos sacar todos los clavos y pajas para no darle lugar al diablo.
9. Sufrir con gracia o sin gracia.
Todos los siervos de Jesús han sido llamados a sufrir, y de eso no podemos escapar. Pero lo que sí depende de nosotros es la manera en que sufrimos. "Pues, ¿qué gloria es, si pecando sois abofeteados, y lo soportáis? Mas si haciendo lo buen sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de Dios. Pues para esto fuisteis llamados, porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente…" (1 Pe. 2.20-23). En muchos casos de la historia los cristianos han demostrado tener autoridad espiritual por la forma en que han sufrido. Mientras más oscura es la situación, más brilla la luz. En cambio, hay otros grandes hombres que han caído y han perdido su autoridad en la prueba, porque se hicieron como los malos en vez de sufrir con gracia. Nunca puedo ni debo justificar mi carnalidad porque otros me hayan tratado en su carnalidad.
10. Después de la tormenta sale el sol.
"Porque Tú nos probaste, oh Dios; nos ensayaste como se afina la plata. Nos metiste en la red; pusiste sobre nuestros lomos pesada carga. Hiciste cabalgar hombres sobre nuestra cabeza; pasamos por el fuego y por el agua, y nos sacaste a abundancia". Mientras más intensa ha sido la tormenta, más limpio es el aire, y con más firmeza brilla el sol. Dios nos refina de la misma forma, y cuando le hemos respondido nos saca a un lugar de abundancia. Cuanto más es lo que Satanás va a perder en la batalla, más grande es la batalla. No dejemos que nos venza el mal. Tenemos que vencer el mal con el bien.
Levantemos la toalla que hemos tirado y sigamos fieles hasta la muerte a Aquél que anteriormente no tiró la toalla sino que murió por nosotros.

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