POR: SAMUEL ESCOBAR
FUENTE: http://www.protestantedigital.com/ES/Magacin/articulo/3902/Evangelicos-y-elecciones-en-el-peru
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12 de junio de 2011
Fundamentalmente porque el domingo 5 se realizó la segunda vuelta de un proceso electoral que ha polarizado al país. En los días previos a la elección la propaganda electoral llegó a extremos de violencia verbal que desfiguraron la imagen pública de los dos contendientes. Una era Keiko Fujimori , hija del ex – presidente Alberto Fujimori quien está preso por abusos contra los derechos humanos y corrupción. El otro era Ollanta Humala , oficial del ejército peruano que se hizo muy conocido en un intento de golpe militar que no prosperó, y que en anteriores elecciones mantuvo un discurso de nacionalismo radical. Con cierto grado de simplificación podemos decir que Keiko Fujimori tenía el apoyo de la derecha tradicional y Ollanta Humala el de la izquierda. El premio Nobel Mario Vargas Llosa llegó a decir que elegir entre estos dos candidatos era igual a tener que elegir entre el sida y el cáncer, aunque él mismo al final anunció que votaría por Humala. En la primera vuelta de las elecciones otros tres candidatos que podríamos llamar de centro no llegaron a ponerse de acuerdo y alcanzaron cada uno porcentajes menores de la votación.
Los evangélicos del Perú también han sido afectados por la polarización. Siguiendo una táctica similar a la de su padre, Keiko Fujimori puso como cabeza de su lista de congresistas al pastor Julio Rosas, conocido líder de la Alianza Cristiana y Misionera, una de las iglesias no pentecostales que más ha crecido en el Perú. Pastores de iglesias carismáticas hicieron propaganda por Keiko en sus iglesias y una conocida figura evangélica de la televisión, el cubano Rodolfo Gonzales, la invitó a sus programas y oró por ella en público. Keiko contaba también con el apoyo del cardenal católico Juan Luis Cipriani, miembro conspicuo del Opus Dei y amigo cercano de Alberto Fujimori. Un conocido periodista evangélico era el encargado de imagen de la candidata.
Por otra parte, el Dr. Darío López, pastor pentecostal y Presidente del Concilio Nacional Evangélico del Perú (CONEP) escribió a título personal varios ensayos , difundidos por internet, recordando la manera en que Alberto Fujimori había manipulado a los votantes evangélicos en el pasado y los comprobados abusos de su gobierno contra los derechos humanos, frente a los cuales el CONEP en su día había expresado públicamente su repudio. Varios otros pastores y líderes evangélicos unieron su voz a la del pastor López dando así su apoyo tácito al candidato Humala, en la segunda vuelta. La prensa de Keiko Fujimori acusó de comunistas y “caviares” a los evangélicos que expresaron públicamente su crítica a la candidata.
En la votación del domingo 5 el candidato Humala ganó con un 51.48 % de los votos y Keiko Fujimori obtuve el 48.51%. [1] El mensaje de cambio social de Humala, para que haya un reparto más equitativo de la bonanza económica que el Perú ha tenido en la última década, logró atraer el voto de las regiones más castigadas por la pobreza y la exclusión. En las semanas anteriores a la segunda vuelta el candidato Humala había moderado su discurso y había prometido no alterar la política económica de los anteriores gobiernos que había atraído inversores y gestionaba un ritmo de desarrollo notable. Hay quienes interpretan este cambio de Humala como el haber pasado de la influencia de Hugo Chávez de Venezuela a la de Lula da Silva, de Brasil.
En el Perú hay un Congreso unicameral. En la primera vuelta de las elecciones postularon treinta y ocho candidatos evangélicos, de los cuales dieciséis son pastores y veintidós son laicos. Han sido elegidos ocho congresistas evangélicos, cuatro pastores y cuatro laicos. De los ocho congresistas cinco pertenecen a “Fuerza 2011” el partido de Keiko Fujimori, uno a “Gana Perú” el partido de Ollanta Humala, y los otros a agrupaciones más pequeñas. El pastor Julio Rosas consiguió 75,322 votos en Lima y el pastor Humberto Lay, quien lleva años incursionando en la política, consiguió 215,076 votos en Lima. El pastor y teólogo Eduardo Nayap, nativo de una de las etnias de la selva peruana consiguió 17,556 votos en la región de Amazonas. [2]
En su artículo “Un día después”, circulado por internet, el Dr. Darío López, presidente del CONEP reconoce que la comunidad evangélica está polarizada. Su análisis me parece claro y acertado: “Para un sector de la comunidad evangélica, la participación política se trata simplemente de tener presencia en los espacios de poder y capturarlos con el objetivo de defender sus intereses religiosos particulares. Este sector no tiene en cuenta que la política es una opción personal en la cual no se tiene que utilizar a la comunidad religiosa con fines políticos partidarios, y olvida que la política tiene que ver con el buen gobierno, con compartir el poder y con educación para incursionar en el espacio público.
Para otro sector de la comunidad evangélica, la participación política y la incidencia pública, más allá de los intereses religiosos particulares, se relacionan con una afirmación de su ciudadanía. Intervienen en los asuntos públicos porque consideran que allí se construye ciudadanía y porque entienden que se trata de un espacio en el que se incide, se negocia y se formula agenda para el bien común. Consideran que se tiene que estar presente en los espacios de poder porque son los lugares en los que se debate, analiza y articulan propuestas para la defensa y la consolidación de la democracia.”
La conclusión del artículo del pastor López es una palabra necesaria en este momento a fin de poder superar la polarización : “Cada ciudadano evangélico tiene el legítimo derecho de expresar públicamente su punto de vista político y su preferencia electoral, sin que nadie le discrimine o lo considere menos creyente que otro. Ser de derecha, de centro o de izquierda, no es ningún pecado ni una traición a la identidad evangélica. Son expresiones políticas con las cuales los ciudadanos, evangélicos y no evangélicos, pueden simpatizar o adherirse, sin que esto signifique una negación de su condición de discípulo de Jesucristo. Nunca debemos olvidar que cualquiera sea nuestra posición política o nuestra opción electoral, ninguno de nosotros tiene el monopolio de la verdad o puede pretender que su opción política partidaria es la única expresión cristiana valida y la única que se aproxima a los principios del reino de Dios. Todas las expresiones políticas son factura humana y, por lo tanto, tienen las limitaciones propias de las construcciones humanas y no son en ningún sentido absolutas.”
Al liderazgo evangélico del Perú le corresponde ahora una tarea de reconciliación que permita no sólo que los evangélicos hagan su aporte ciudadano, reconocido por quienes conocen la realidad social del país, sino también que puedan servir como marco de referencia para que los políticos rindan cuentas ante la ciudadanía que ha votado por ellos.
Fundamentalmente porque el domingo 5 se realizó la segunda vuelta de un proceso electoral que ha polarizado al país. En los días previos a la elección la propaganda electoral llegó a extremos de violencia verbal que desfiguraron la imagen pública de los dos contendientes. Una era Keiko Fujimori , hija del ex – presidente Alberto Fujimori quien está preso por abusos contra los derechos humanos y corrupción. El otro era Ollanta Humala , oficial del ejército peruano que se hizo muy conocido en un intento de golpe militar que no prosperó, y que en anteriores elecciones mantuvo un discurso de nacionalismo radical. Con cierto grado de simplificación podemos decir que Keiko Fujimori tenía el apoyo de la derecha tradicional y Ollanta Humala el de la izquierda. El premio Nobel Mario Vargas Llosa llegó a decir que elegir entre estos dos candidatos era igual a tener que elegir entre el sida y el cáncer, aunque él mismo al final anunció que votaría por Humala. En la primera vuelta de las elecciones otros tres candidatos que podríamos llamar de centro no llegaron a ponerse de acuerdo y alcanzaron cada uno porcentajes menores de la votación.
Los evangélicos del Perú también han sido afectados por la polarización. Siguiendo una táctica similar a la de su padre, Keiko Fujimori puso como cabeza de su lista de congresistas al pastor Julio Rosas, conocido líder de la Alianza Cristiana y Misionera, una de las iglesias no pentecostales que más ha crecido en el Perú. Pastores de iglesias carismáticas hicieron propaganda por Keiko en sus iglesias y una conocida figura evangélica de la televisión, el cubano Rodolfo Gonzales, la invitó a sus programas y oró por ella en público. Keiko contaba también con el apoyo del cardenal católico Juan Luis Cipriani, miembro conspicuo del Opus Dei y amigo cercano de Alberto Fujimori. Un conocido periodista evangélico era el encargado de imagen de la candidata.
Por otra parte, el Dr. Darío López, pastor pentecostal y Presidente del Concilio Nacional Evangélico del Perú (CONEP) escribió a título personal varios ensayos , difundidos por internet, recordando la manera en que Alberto Fujimori había manipulado a los votantes evangélicos en el pasado y los comprobados abusos de su gobierno contra los derechos humanos, frente a los cuales el CONEP en su día había expresado públicamente su repudio. Varios otros pastores y líderes evangélicos unieron su voz a la del pastor López dando así su apoyo tácito al candidato Humala, en la segunda vuelta. La prensa de Keiko Fujimori acusó de comunistas y “caviares” a los evangélicos que expresaron públicamente su crítica a la candidata.
En la votación del domingo 5 el candidato Humala ganó con un 51.48 % de los votos y Keiko Fujimori obtuve el 48.51%. [1] El mensaje de cambio social de Humala, para que haya un reparto más equitativo de la bonanza económica que el Perú ha tenido en la última década, logró atraer el voto de las regiones más castigadas por la pobreza y la exclusión. En las semanas anteriores a la segunda vuelta el candidato Humala había moderado su discurso y había prometido no alterar la política económica de los anteriores gobiernos que había atraído inversores y gestionaba un ritmo de desarrollo notable. Hay quienes interpretan este cambio de Humala como el haber pasado de la influencia de Hugo Chávez de Venezuela a la de Lula da Silva, de Brasil.
En el Perú hay un Congreso unicameral. En la primera vuelta de las elecciones postularon treinta y ocho candidatos evangélicos, de los cuales dieciséis son pastores y veintidós son laicos. Han sido elegidos ocho congresistas evangélicos, cuatro pastores y cuatro laicos. De los ocho congresistas cinco pertenecen a “Fuerza 2011” el partido de Keiko Fujimori, uno a “Gana Perú” el partido de Ollanta Humala, y los otros a agrupaciones más pequeñas. El pastor Julio Rosas consiguió 75,322 votos en Lima y el pastor Humberto Lay, quien lleva años incursionando en la política, consiguió 215,076 votos en Lima. El pastor y teólogo Eduardo Nayap, nativo de una de las etnias de la selva peruana consiguió 17,556 votos en la región de Amazonas. [2]
En su artículo “Un día después”, circulado por internet, el Dr. Darío López, presidente del CONEP reconoce que la comunidad evangélica está polarizada. Su análisis me parece claro y acertado: “Para un sector de la comunidad evangélica, la participación política se trata simplemente de tener presencia en los espacios de poder y capturarlos con el objetivo de defender sus intereses religiosos particulares. Este sector no tiene en cuenta que la política es una opción personal en la cual no se tiene que utilizar a la comunidad religiosa con fines políticos partidarios, y olvida que la política tiene que ver con el buen gobierno, con compartir el poder y con educación para incursionar en el espacio público.
Para otro sector de la comunidad evangélica, la participación política y la incidencia pública, más allá de los intereses religiosos particulares, se relacionan con una afirmación de su ciudadanía. Intervienen en los asuntos públicos porque consideran que allí se construye ciudadanía y porque entienden que se trata de un espacio en el que se incide, se negocia y se formula agenda para el bien común. Consideran que se tiene que estar presente en los espacios de poder porque son los lugares en los que se debate, analiza y articulan propuestas para la defensa y la consolidación de la democracia.”
La conclusión del artículo del pastor López es una palabra necesaria en este momento a fin de poder superar la polarización : “Cada ciudadano evangélico tiene el legítimo derecho de expresar públicamente su punto de vista político y su preferencia electoral, sin que nadie le discrimine o lo considere menos creyente que otro. Ser de derecha, de centro o de izquierda, no es ningún pecado ni una traición a la identidad evangélica. Son expresiones políticas con las cuales los ciudadanos, evangélicos y no evangélicos, pueden simpatizar o adherirse, sin que esto signifique una negación de su condición de discípulo de Jesucristo. Nunca debemos olvidar que cualquiera sea nuestra posición política o nuestra opción electoral, ninguno de nosotros tiene el monopolio de la verdad o puede pretender que su opción política partidaria es la única expresión cristiana valida y la única que se aproxima a los principios del reino de Dios. Todas las expresiones políticas son factura humana y, por lo tanto, tienen las limitaciones propias de las construcciones humanas y no son en ningún sentido absolutas.”
Al liderazgo evangélico del Perú le corresponde ahora una tarea de reconciliación que permita no sólo que los evangélicos hagan su aporte ciudadano, reconocido por quienes conocen la realidad social del país, sino también que puedan servir como marco de referencia para que los políticos rindan cuentas ante la ciudadanía que ha votado por ellos.
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