Miguel Esteban
Hesayne
Porque un cristiano es discípulo de Jesús, cuyo mandamiento frontal
de toda su doctrina es el amor solidario. Y expresado en sentencia lapidaria
por la boca del mismo Maestro: “la felicidad está más en dar que en recibir”
(Hechos 20,35).
Porque el perfil cristiano se define por la participación
equitativa. No hay vida cristiana sin comunidad de bienes y personas. La
Iglesia es comunión de personas, cuyo signo es la convivencia fraterna, demostrada
en el paradigma de la comunidad cristiana de los orígenes cristianos donde se
revela textualmente: “repartían el dinero según las necesidades de cada uno”
(Hech 2, 45).
No se puede ser cristiano y neoliberal, porque el neoliberalismo
sigue siendo en la historia real el capitalismo a secas. La doctrina
neoliberal, y su práctica lo demuestra con las consecuencias más dramáticas, se
sitúa en las antípodas del Evangelio del Señor Jesús.
Por una parte, Jesucristo fue en su vida histórica el Hombre en el
que se encarnó Dios para señalar la conducta de todo Hombre que viene a este
mundo. Por eso, hubo escritores sagrados que enseñaron la bella utopía de que
la tarea cristiana es adquirir las “costumbres de Dios”. No hicieron nada más
que fundarse en las palabras que leemos en el Evangelio de Mateo 5,48: “sean
tan buenos como lo es el Padre Celestial” o en estas otras de san Juan (15,12)
“Ámense unos a otros como yo los he amado”. Y comenta el apóstol en su 1ª
carta: “En esto hemos conocido el amor: en que él entregó su vida por nosotros.
Por eso, también, nosotros debemos dar la vida. Si alguien vive en la
abundancia y viendo a su hermano en la necesidad le cierra su corazón, ¿cómo
permanecerá en él el amor de Dios? Hijitos míos, no amemos sola-mente con la lengua
y de palabra sino con obras y de verdad” (3,16-18).
El cristiano es el imitador de Jesucristo. Y Jesucristo es el
hombre para los demás... La personalidad cristiana consiste en un darse y el
Espíritu que la anima es el que impulsa a formar, de toda la humanidad, una
comunidad fraterna, justa y solidaria, con igualdad de posibilidades para
todos. Es la nueva civilización del Amor, es la alternativa de una convivencia
ciudadana desde los valores de Jesucristo el Señor de la Historia. El ser
cristiano consiste en dejarse animar por el Espíritu del Resucitado que recrea
el mundo de los hombres en un mundo nuevo habitable para la familia de los
hijos de Dios. Por lo contrario, el neoliberal, orientado básicamente en la
mentalidad capitalista cuya dinámica interna lleva a la acumulación de bienes,
se nutre en su actividad económica del:
-espíritu de lucro, es
decir, deseo de obtener ganancias indefinidamente crecientes;
-espíritu de competencia,
exacerbado por un fuerte individualismo. Esto provoca la rivalidad o lucha
entre los individuos para conseguir mayores ganancias posibles y hace tender
siempre hacia el monopolio, que representa el máximo de libertad propia y el
máximo de limitación ajena;
-espíritu de
racionalización, es decir, apreciar todas las cosas basándose en cálculos
efectuados en términos de rendimientos y costes.
El espíritu del neoliberalismo es diametralmente opuesto al
Espíritu de los cristianos:
-porque en el país donde se implanta, engendra muerte marginando
fríamente a la mayoría sobrante, creando la clase de los excluidos;
-porque deshumaniza la técnica y vacía de contenido humano los
progresos económicos, que en el proyecto cristiano deben servir para una
equitativa distribución;
-porque altera y corrompe la libertad y la democracia ya que no
las acompaña de los valores de la justicia, la verdad y el amor solidario;
-porque su dogmatismo e inflexibilidad en la imposición de la ley
de mercado, niega e impide toda posibilidad de alternativa y deja de existir de
hecho una convivencia comunitaria a causa de la absolutez de los intereses
privados de una minoría todopoderosa;
-porque -de hecho- se violan elementales derechos humanos exigidos
para lograr la dignidad humana tanto personal como comunitaria.
En fin, no se puede ser cristiano y neoliberal porque la fe
cristiana promueve la cultura de la vida y la ideología neoliberal, en su
realización histórica, es la antesala de la muerte para la mayoría excluida. Es
decir, el cristiano se define por la construcción de la PAZ que Jesucristo
conquistó con su muerte y resurrección y la da a todo hombre y mujer de buena
voluntad.
Miguel Esteban Hesayne,
Obispo emérito de Viedma, Argentina
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