HISTORIA RECIENTE DEL PERÚ
Hace casi
medio siglo, en 1963 –-para no ir más atrás– el Arq. Fernando Belaúnde fue
elegido Presidente del Perú. Inició un Gobierno de izquierda democrática, que
fracasó en medio de revueltas campesinas por promesas incumplidas, protestas en
los “pueblos jóvenes” (barrios marginales de migrantes internos con falta de
empleos y viviendas), brotes guerrilleros y denuncias nacionalistas de
“entreguismo”.
Con el golpe
del Gral. Juan Velasco en 1968, continuó el ciclo de estatismo de izquierda:
“Reforma agraria”, empresas privadas “nacionalizadas”, fundación de nuevas
empresas estatales, y confiscación de medios de prensa, todo ello en medio de
un agresivo discurso nacionalista y militarista. La aguda crisis económica y la
insatisfacción popular provocaron alguna moderación, primero con el Gral.
Francisco Morales como sucesor de Velasco en 1975, y luego con el retorno de
Belaúnde en 1980. Sin embargo la
Diez años después, las elecciones de 1985 llevaron al APRA al
Gobierno, con Alan García, tras la renuncia del socialista Alfonso Barrantes a
la segunda vuelta. Aún con mayoría en ambas Cámaras del Parlamento, las medidas
populistas provocaron tremenda crisis otra vez: hiperinflación con brutal y
súbito empobrecimiento, y el colapso de los servicios públicos. Arreció la
agitación terrorista de la izquierda virulenta. El Presidente anunció en Julio
de 1987 la estatización de la banca, provocando gran pánico en el sector
financiero, la prensa, la opinión pública y el mundo. Debió dimitir de la
jefatura de su partido, en medio de fuertes rumores de renuncia anticipada a la Presidencia o golpe
militar, y de un estallido popular por la crisis de abastecimientos y los
grandes escándalos de corrupción en las esferas oficiales.
Diez
Surgió el
Movimiento Libertad con la bandera del “Liberalismo”. Pero no fue Liberalismo
Clásico sino el “Consenso de Washington” y sus políticas “macroeconómicas”,
recomendado por el FMI y el Banco Mundial, para resolver de forma menos
irracional los problemas del estatismo, del Estado gordo, obeso; mas no los
problemas de la gente, sobre todo de la gente desnutrida y famélica.
Entre otras medidas y políticas este “Neo” o seudo-liberalismo promueve p. ej. alentar a las multinacionales a invertir en el Perú, mas no a las empresas peruanas, que tal parece no deben crecer ni desarrollarse, y seguir PYMes para siempre; elevar impuestos e ingresos fiscales en vez de reducirlos; sancionar más leyes reglamentaristas en vez de derogarlas; y firmar unos tratados de “Libre Comercio” con el Gobierno de EEUU, que no son tales, pues para gozar del libre comercio de verdad no se requiere tratado alguno con gobierno alguno siguiendo los gobiernos a cargo del comercio, sino eliminar aranceles y demás medidas obstruccionistas (mal llamadas “proteccionistas”), y nada más.
Entre otras medidas y políticas este “Neo” o seudo-liberalismo promueve p. ej. alentar a las multinacionales a invertir en el Perú, mas no a las empresas peruanas, que tal parece no deben crecer ni desarrollarse, y seguir PYMes para siempre; elevar impuestos e ingresos fiscales en vez de reducirlos; sancionar más leyes reglamentaristas en vez de derogarlas; y firmar unos tratados de “Libre Comercio” con el Gobierno de EEUU, que no son tales, pues para gozar del libre comercio de verdad no se requiere tratado alguno con gobierno alguno siguiendo los gobiernos a cargo del comercio, sino eliminar aranceles y demás medidas obstruccionistas (mal llamadas “proteccionistas”), y nada más.
Con Alberto
Fujimori se inició en los ‘90s un ciclo de ese estatismo mercantilista de
derechas, mal llamado “Neo” liberalismo, y se siguió ininterrumpidamente hasta
hoy. Más que a las virtudes intrínsecas del “modelo”, a sus 20 años de
continuidad se debe un cierto progreso del Perú, que es evidente. Pero que es
asimismo insuficiente: no alcanza para todos, y esto también es innegable. La
pobreza persiste; y aún la miseria. Por eso ganó las elecciones el Cnel.
Ollanta Humala, representante actual del estatismo militarista de izquierdas.
Estos 50 años
han mostrado que: 1) El estatismo es incapaz de servir y dar satisfacción a las
grandes mayorías populares. 2) Sea democrático o autoritario, el mercantilismo
no sirve, porque privilegia a unos pocos grupos económicos, y no alcanza a
generar desarrollo para todos, sin mencionar la corrupción que le es inherente.
3) Pero el socialismo, democrático o autoritario, también privilegia a unos
pocos grupos políticos, burocráticos, sindicales y académicos, y a los
empresarios amigos del Gobierno, y a los militares si son ellos los que mandan.
Es todavía peor que el mercantilismo porque hunde y destruye a la clase media,
empeorando así la condición de los más pobres. Y la corrupción no desaparece,
ya que es inherente a toda forma de estatismo, sea de derecha o de izquierda.
4) Observando las experiencias del mundo, aprendemos que las alegaciones contra
el capitalismo no son válidas.
Con 9,6
millones de km2, China empareja con EEUU por ser el tercer país del globo en
extensión, tras Rusia y Canadá. Es el país más grande del Este de Asia; y el
más poblado del mundo, con más de 1.300 millones de habitantes, un quinto de la
humanidad.
Los desastrosos años del “Gran Salto Adelante” (1958) y de la “Gran Revolución Cultural Proletaria” (1966) fueron de muchas miserias: cooperativización compulsiva, persecuciones, violencias y crueles guerras internas, aislamiento del mundo, hambrunas gigantescas, y terribles represiones de los Guardias Rojos. A la muerte de Mao en 1976 siguió una tormentosa lucha por el poder, de la cual emergió Deng Xiao Ping, el nuevo caudillo y “hombre fuerte”, en 1981, con su política de “un país dos sistemas”
Desde entonces, en menos de 30 años (¡!) China se hizo una potencia económica, la tercera del mundo por su PIB. Pero su riqueza es aún muy baja en promedio, pese al enriquecimiento de la creciente clase media emergente, que impulsa el progreso en las ciudades, regiones y zonas especiales que se gobiernan bajo reglas casi capitalistas. La apertura iniciada en esas áreas costeras les ha permitido un despegue vertiginoso, creciendo al 10 % o más. Aún las regiones interiores, predominantemente rurales e inmersas en el pleno comunismo, se han beneficiado de este progreso, del cual participan con tasas más modestas, en torno al 7 No obstante este despegue a dos marchas abre una brecha entre los dos países, el de la costa y el interior, como no puede ser de otro modo; ¡pero al menos los chinos (y nosotros) podemos saber a ciencia cierta cuál sistema funciona y cuál no sirve!
En 2006 se revisaron los números del PIB, subestimado en cifras anteriores. Conforme a ese reajuste, China en promedio, y sin contar Hong Kong ni Macao, adelantó a Italia en PIB y luego a Francia e Inglaterra. El PIB total es de U$S 2.228.862 millones, y la tasa de crecimiento es del 11,3 %. Y en marzo de 2007,la Asamblea Popular
reconoció el derecho a la propiedad privada para todos mediante ley, por
primera vez en la historia china, luego de 13 años de encendidos debates. La
medida no afectó, sin embargo, al campo y las tierras de cultivo aún
colectivizadas y cedidas en usufructo por el Estado a los campesinos.
Por eso la estructura económica de China no está muy equilibrada. La agricultura aporta el 10 % del PIB pero acoge al 43 % de la población activa, lo que implica una productividad muy baja. Hay contrastes notables. En ciudades como Hong Kong y Macao se practica algo muy parecido al capitalismo liberal, ya que fueron descolonizadas recientemente con estas condiciones. Y asimismo en las Zonas Económicas Especiales, creadas en 1980. Fueron primero las ciudades de Shenzhen, Zhuhai y Shantou en la provincia de Guangdong; y Xiamen en la de Fujian. Salvo Xiamen, eran pequeñas y cercanas a Hong Kong, Cantón y Macao. Pero en 1984 se amplió en sistema a otras 14 ciudades, y en1988 a la isla de Hainan, ya
no una ciudad sino todo un territorio. En 1990 se extendió al distrito rural de
Pudong, en Shanghai, modelo que se va adoptando en otras ciudades.
Los desastrosos años del “Gran Salto Adelante” (1958) y de la “Gran Revolución Cultural Proletaria” (1966) fueron de muchas miserias: cooperativización compulsiva, persecuciones, violencias y crueles guerras internas, aislamiento del mundo, hambrunas gigantescas, y terribles represiones de los Guardias Rojos. A la muerte de Mao en 1976 siguió una tormentosa lucha por el poder, de la cual emergió Deng Xiao Ping, el nuevo caudillo y “hombre fuerte”, en 1981, con su política de “un país dos sistemas”
Desde entonces, en menos de 30 años (¡!) China se hizo una potencia económica, la tercera del mundo por su PIB. Pero su riqueza es aún muy baja en promedio, pese al enriquecimiento de la creciente clase media emergente, que impulsa el progreso en las ciudades, regiones y zonas especiales que se gobiernan bajo reglas casi capitalistas. La apertura iniciada en esas áreas costeras les ha permitido un despegue vertiginoso, creciendo al 10 % o más. Aún las regiones interiores, predominantemente rurales e inmersas en el pleno comunismo, se han beneficiado de este progreso, del cual participan con tasas más modestas, en torno al 7 No obstante este despegue a dos marchas abre una brecha entre los dos países, el de la costa y el interior, como no puede ser de otro modo; ¡pero al menos los chinos (y nosotros) podemos saber a ciencia cierta cuál sistema funciona y cuál no sirve!
En 2006 se revisaron los números del PIB, subestimado en cifras anteriores. Conforme a ese reajuste, China en promedio, y sin contar Hong Kong ni Macao, adelantó a Italia en PIB y luego a Francia e Inglaterra. El PIB total es de U$S 2.228.862 millones, y la tasa de crecimiento es del 11,3 %. Y en marzo de 2007,
Por eso la estructura económica de China no está muy equilibrada. La agricultura aporta el 10 % del PIB pero acoge al 43 % de la población activa, lo que implica una productividad muy baja. Hay contrastes notables. En ciudades como Hong Kong y Macao se practica algo muy parecido al capitalismo liberal, ya que fueron descolonizadas recientemente con estas condiciones. Y asimismo en las Zonas Económicas Especiales, creadas en 1980. Fueron primero las ciudades de Shenzhen, Zhuhai y Shantou en la provincia de Guangdong; y Xiamen en la de Fujian. Salvo Xiamen, eran pequeñas y cercanas a Hong Kong, Cantón y Macao. Pero en 1984 se amplió en sistema a otras 14 ciudades, y en
DIAGNÓSTICO
Veamos ahora el Diagnóstico (II) y
luego las Cinco Reformas para un Perú Nuevo (III), y por último la Carta de Navegación (IV), y
su Hoja de Ruta (V) para salir del estatismo e ingresar en la senda del
progreso real, verdadero, y de la riqueza y oportunidades para todos.
En las encuestas
del Perú –como en el resto de Latinoamérica— a la cabeza de los problemas casi
siempre figuran el crimen, la inseguridad y la corrupción, respuestas anotadas
con mayor frecuencia por la gente a esta pregunta. También aparecen, aunque
menos destacados, otros problemas relacionados con las funciones propias del
Estado: deficiencias en las obras públicas, y en los Tribunales. Y otros
relacionados con fallas en los partidos políticos y la democracia en general. O
sea: problemas en el orden político, en primer lugar (1).
También
destacan en sondeos y encuestas la pobreza y la miseria, así como la falta de
empleo, carestía de la vida, inflación e insuficiencia de los ingresos, y otros
problemas de orden económico, en segundo lugar (2). Y en tercer lugar las pocas
oportunidades educativas, y el deterioro en la enseñanza (3); luego la carencia
de servicios médicos (4); y por último lo magro de las jubilaciones y pensiones
(5).
Las Cinco
Reformas para un Perú Nuevo (III) van respectivamente a resolver estas cinco
series de problemas, una a una: la Reforma Política (1), Económica (2), educativa
(3), de los servicios médicos (4) y de las jubilaciones y pensiones (5). Las
Cinco Reformas son el remedio a nuestros males. Pero es imposible entenderlas
si primero no entendemos bien cuáles son las raíces de nuestras enfermedades
políticas, económicas y sociales, que están en nuestra cultura. Y esta
explicación requiere algunas páginas, si nos disculpan por favor, muchas
gracias por su atención.
La causa de
todos los problemas es una y sola: estatismo; o la invasión de las esferas
privadas y el secuestro de las instituciones particulares por el Estado, con la
consecuente desatención por los Gobiernos de las funciones estatales propias.
Tanto en Perú como en Latinoamérica llevamos 600 años de estatismo, 400 como
colonias, y unos 200 como países independientes. No conocemos otro sistema. En
los últimos 50 años los peruanos cambiamos del estatismo mercantilista al
socialista, con algunos timonazos al “Neo” liberalismo, que de liberal tiene
poco o nada, y de vuelta al socialismo, civil o militar.
Entre nosotros, el estatismo y su hija inseparable, la corrupción, remontan a la época del Almirante Colón y su vástago Don Diego; y asimismo la pobreza, también producto del estatismo. Esos tres (y el nepotismo) son los problemas de “primera generación” (problemas G1), quela Independencia no
resolvió, y quedaron pendientes hasta hoy.
Entre nosotros, el estatismo y su hija inseparable, la corrupción, remontan a la época del Almirante Colón y su vástago Don Diego; y asimismo la pobreza, también producto del estatismo. Esos tres (y el nepotismo) son los problemas de “primera generación” (problemas G1), que
Después, a
las Repúblicas ya independizadas nos llegaron los problemas de “segunda
generación” (problemas G2, a sumarse a los ya existentes): la incapacidad de
levantar instituciones públicas sólidas y eficientes en la esfera estatal, p.
ej. jueces y tribunales imparciales, honestos y diligentes; y la incapacidad de
sostener empresas privadas crecidas y fuertes, e instituciones civiles privadas
no dependientes de los gobiernos.
Y a todos
estos problemas no resueltos, se sumaron a mediados del s. XX los de “tercera
generación” (problemas G3): fallas graves en economía, finanzas, banca,
educación, servicios médicos y previsionales, etc., sin contar la polución
ambiental, frente a las que nada puede hacer el Estado, incapaz también para
frenar la criminalidad desbordada. Todos estos problemas siguen irresueltos,
por haber dispuesto “soluciones” estatistas falsas y erróneas, e insistir
siempre en el mismo tipo de políticas irracionales aún cuando es obvio que no
alcanzan sus objetivos declarados, como p. ej. la “Guerra a la Pobreza ” con medidas
populistas que perpetúan la pobreza, o la Guerra a la Droga con políticas meramente represivas que han
sido y son ostensiblemente ineficaces.
Todos estos problemas quedan pendientes y sin respuesta idónea, y se pasan de un gobierno al siguiente, de un ciclo al que viene, y de un siglo al otro.
Todos estos problemas quedan pendientes y sin respuesta idónea, y se pasan de un gobierno al siguiente, de un ciclo al que viene, y de un siglo al otro.
Como si
fueran pocos, con el s. XXI se nos vino encima una larga lista de nuevos
problemas, “de cuarta generación” (G4), tan extensa y variopinta que es
imposible exponerla aquí. Pero gracias a Dios todos estos son consecuencia de
los fracasos en los problemas viejos y los modos de abordarlos, como p. ej. la
violencia en todas sus formas y manifestaciones, dentro de la familia o fuera
de ella; o bien son seudo-problemas, como p. ej. el de los “derechos
homosexuales”, inventados por quienes no han resuelto los problemas reales para
disimular sus continuos y reiterados fracasos, o para avanzar una agenda
extraña.
Todos los
sistemas y países son “capitalistas” porque en toda economía el capital es un
factor clave; la pregunta es ¿Quiénes son los propietarios y gerentes del
capital, y en consecuencia cómo funciona? Hay un capitalismo liberal que
permite crear riqueza para todos; pero no lo tenemos. Y hay un capitalismo
estatista, que tenemos en dos grandes variedades: mercantilismo y socialismo;
bajo el primero se permite crear cierta medida de riqueza sólo para ciertas
minorías, y bajo el socialismo esa escasa riqueza se “redistribuye” a los
bolsillos de otras minorías.
El estatismo
de derechas y el de izquierdas se complementan y acuerdan amistosamente,
siempre, aunque bajo la mesa. El primero defiende principalmente intereses
económicos; y el segundo, intereses políticos en esencia. En el Parlamento las
oligarquías económicas y políticas intercambian improperios entre sí, ante los
micrófonos y las cámaras, y a veces hasta puñetazos. No obstante a la hora de
votar, lo que intercambian son sus respectivos votos, por las leyes
mercantilistas y socialistas que les garantizan a unas y otras sus respectivos
privilegios.
1) A las
oligarquías económicas, las leyes “proteccionistas” les mantienen “sus”
mercados cerrados a la competencia, como cotos de caza exclusivos, al abrigo de
toda intromisión externa o interna, y les permiten obtener grandes ganancias a
pesar de ser ineficientes.
Así pueden sus empresas seguir operando pese a las enormes magnitudes de sus costos, en términos comparativos y de precios relativos. Inmunes a la competencia (y por ende impunes) pueden cómodamente mantener atrasadas tecnologías, obsoletos sistemas gerenciales, administrativos o mercadológicos, inidóneos métodos de inventarios, menos que óptimas estructuras
Así pueden sus empresas seguir operando pese a las enormes magnitudes de sus costos, en términos comparativos y de precios relativos. Inmunes a la competencia (y por ende impunes) pueden cómodamente mantener atrasadas tecnologías, obsoletos sistemas gerenciales, administrativos o mercadológicos, inidóneos métodos de inventarios, menos que óptimas estructuras
financieras
etc. Porque “sus” leyes les garantizan nichos monopolistas y oligopolistas que
les relevan de la obligación de soportar la competencia libre. ¿Quiénes pagan
las consecuencias? Sus clientes y consumidores, sus trabajadores y empleados, y
muchos de sus microempresarios proveedores. Todos ellos tienen que internalizar
o absorber los costos de todas sus ineficiencias e in-competencias. Resultados:
empobrecimiento general.
2) Entonces
llegan las oligarquías políticas, burocráticas y sindicales socialistas o
populistas de izquierda, con sus “leyes sociales” para los pobres (y laborales
y gremiales), que parecen todas muy bonitas en el papel, pero no resuelven
nada, y en cambio lo agravan todo: distorsionan los incentivos para el trabajo,
el ahorro, la inversión y la creación de riqueza; someten al arbitrio del
Estado la educación, la medicina, y toda la cultura y la vida en general;
abultan la burocracia y el Presupuesto Fiscal; y crean una cultura de adicción
y dependencia de los “Programas sociales”.
“Los ricos
estamos completos”, dice la derecha mercantilista, defensora del “capitalismo
de amigotes”, no del capitalismo liberal. Y las izquierdas responden: “Pero con
tan buenas leyes sociales, que dan al pueblo educación, salud, etc., ¿Quién
querría ser rico?” Así es como las izquierdas votan por las leyes
mercantilistas a cambio del apoyo a las leyes socialistas por las derechas; ¡y
felices ellos! Le llaman también “Economía Mixta”.
No es
novedad. Lo hicieron los patricios y los hermanos Gracos y su reforma agraria
en Roma, y hundieron la
República ; lo hicieron laboristas y conservadores en
Inglaterra al fin de la II GM ,
y hundieron la industria británica; lo hicieron en EEUU los hermanos Kennedy
con el “complejo militar-industrial”, y sentaron las bases para la gran crisis
del s. XXI, de la que hoy todavía los estadounidenses no pueden salir; lo
hicieron los europeos occidentales cuando los conservadores copiaron de los
socialdemócratas el mal llamado “Estado de Bienestar”, y entre ambos
convirtieron los “milagros” económicos de posguerra en la “Euroesclerosis”.
La Derecha va a seguir perdiendo mientras siga empeñada en la defensa de privilegios para minorías oligárquicas, en la vía mercantilista, en vez de libertades para todos, en la vía liberal. Porquela Izquierda tiene una
oferta política y electoralmente más atractiva: privilegios para las mayorías,
disfrazados de “derechos”. Con esa promesa conquista el poder; y después,
cuando se revela como una demagogia de imposible cumplimiento, ya es muy tarde.
La Derecha va a seguir perdiendo mientras siga empeñada en la defensa de privilegios para minorías oligárquicas, en la vía mercantilista, en vez de libertades para todos, en la vía liberal. Porque
Absorbiendo
funciones privadas unas tras otra, al calor de las sucesivas reediciones y
ampliaciones del “Pacto Social”. Funciones que no le corresponden por su
naturaleza. P. ej. en lo económico, el Estado ha asumido la propiedad de
empresas, bancos y otros activos como el subsuelo, o bien la dirección y
control de la economía, las finanzas y los negocios privados. Es propietario o
inversionista, o gerente general, o promotor y proveedor de insumos; o es todo
a la vez y a un tiempo. Y asimismo en la educación, servicios de salud, y cajas
de jubilaciones y pensiones, el Estado ha tomado el papel de maestro y
profesor, médico y enfermero, y administrador de fondos para retiros e
imprevistos.
El estatismo
no funciona porque el Estado es antes que nada para hacer defensa y justicia,
aplicando la fuerza. Por eso sus rasgos esenciales son p. ej. el orden
jerárquico en lugar del orden consensual (acuerdos) o democrático (mayoría de
votos); la uniformidad en vez de la variedad, diversidad o pluralismo, y la
competencia; la formalidad y hasta solemnidad en vez de la informalidad; y la
disciplina vertical en lugar de la disciplina horizontal como en los mercados.
Estas son sus características esenciales o connaturales, y son funcionales al
uso de la fuerza, por ello sirven muy bien en el ejército, la policía, la
burocracia y los jueces y tribunales, en la diplomacia o la colección de
impuestos. Pero no sirven para nada y mucho estorban en actividades como los
negocios, la educación, la medicina o los planes de retiro, que no requieren
para nada el uso de la coacción o la fuerza física.
La invasión de estas esferas privadas por el Estado es una usurpación de funciones que por su naturaleza corresponden al sector privado y sus instituciones: los mercados libres, y las empresas privadas que son capaces de producir y distribuir todos estos bienes y servicios de forma mucho más eficiente, justa y económica que los Gobiernos, con una sola condición: que éstos atiendan bien sus tres funciones, lo cual hoy no hacen.
La invasión de estas esferas privadas por el Estado es una usurpación de funciones que por su naturaleza corresponden al sector privado y sus instituciones: los mercados libres, y las empresas privadas que son capaces de producir y distribuir todos estos bienes y servicios de forma mucho más eficiente, justa y económica que los Gobiernos, con una sola condición: que éstos atiendan bien sus tres funciones, lo cual hoy no hacen.
Al usurpar
funciones privadas, el Estado se recarga de tareas, y de poderes, derechos y
facultades, que ejerce mediante reglamentos y controles arbitrarios, y muchas
veces caprichosos. También se recarga de gastos, que atiende con los recursos
procedentes de los muchos y altos impuestos, del crédito, y de la inflación de
moneda. Y desatiende las funciones genuinamente públicas. Y algo peor:
obstaculiza, prohíbe, encarece o impide que las familias, escuelas, empresas,
iglesias, medios de prensa, asociaciones benéficas y otras entidades privadas
logren sus fines de servicio. Las escuelas y consultorios médicos son
“empresas” también; y “el sector privado” no se compone sólo de empresas
comerciales sino también de familias, iglesias, clubes sociales, asociaciones
civiles y una amplia gama de entidades privadas que cumplen distintos fines y
muy diversas funciones propias específicas, con sus medios igualmente propios
específicos.
Porque existe
una cultura antiliberal que le brinda legitimidad ideológica. Son principios,
normas y anti-valores contrarios al mercado y al capitalismo, a la libre
competencia, al ejercicio de la individualidad, a la libre empresa y a la
iniciativa personal, al lucro y al comercio.
Esa cultura estatista trae tres mensajes. 1) El discurso mercantilista, dice que “debemos proteger la producción nacional” y aislarnos del mundo exterior, pues la globalización no es buena. 2) El discurso populista y socialista, dice que el capitalismo explota al trabajador y al consumidor, contamina la naturaleza, discrimina y “excluye” a los pobres, las mujeres, los indígenas, los negros (o los cholos), los “gays”, etc. etc. 3) El discurso combinado del contubernio social-mercanilista, que exalta el colectivismo, la burocracia reguladora, el “control de la economía” por lala Nomenklatura
(burocracia), y alaba los programas estatales paternalistas y “maternalistas”,
que crean adicción y Estado-dependencia.
Esa cultura estatista trae tres mensajes. 1) El discurso mercantilista, dice que “debemos proteger la producción nacional” y aislarnos del mundo exterior, pues la globalización no es buena. 2) El discurso populista y socialista, dice que el capitalismo explota al trabajador y al consumidor, contamina la naturaleza, discrimina y “excluye” a los pobres, las mujeres, los indígenas, los negros (o los cholos), los “gays”, etc. etc. 3) El discurso combinado del contubernio social-mercanilista, que exalta el colectivismo, la burocracia reguladora, el “control de la economía” por la
Esta cultura
genera un ambiente cerrado y artificial, en beneficio exclusivo de las
oligarquías económicas y políticas, que negocian sus respectivos privilegios en
perjuicio de aquellos mismos a quienes dicen defender: los más débiles.
La perversa
cultura estatista y anti-liberal se transmite a través de muchas vías o canales
de difusión masiva: 1) las universidades y la educación pública controlada por
el Estado, proporcionan las teorías y la mitología que justifican el estatismo;
2) los políticos estatistas la repiten; 3) la prensa les hace coro; 4) el
Congreso aplica puntualmente las recomendaciones de las universidades, y las
convierte en leyes, cuyo carácter sacrosanto nadie cuestiona; 5) la cultura
popular las rehace en letras de canciones, novelas y libretos de radio y TV, y
en noticias, artículos y comentarios de prensa; 6) el púlpito de iglesias y
templos bendice al estatismo con los santos óleos de la moral y la religión.
Misología es
aversión al pensar racional y lógico; Anomia es ausencia de normas reconocidas
como válidas más o menos universalmente, producto del anti-nomianismo, o
aversión a las normas y reglas. La primera es causa de la segunda, porque no
aprendemos a reconocer y distinguir entre normas justas e inicuas, éticas e
inmorales, de provecho y dañinas, buenas y malas (y peores); así no se puede
convivir porque hay forma de acordar reglas básicas de convivencia. Para tener
discernimiento es indispensable el uso de la razón, a fin de llegar al
conocimiento de la verdad. Vivimos inmersos en una cultura profundamente
anti-racional y anti-nomianista.
La mayoría no
admite normas universales. “Cada quien tiene su propia ética”, se dice. Es
cierto; y por eso estamos así. La gente carece de “principios y valores” porque
no piensa ni quiere pensar. “No tiene tiempo” dice, y es verdad.
Inconsultamente es exigida por el sistema a gastar horas y días en exceso para
mero subsistir. Agitada y agotada por el trabajo cotidiano con los
interminables viajes a sus labores y de retorno a sus hogares, la inmensa
mayoría carece de tiempo, paz mental e información a la mano para investigar y
documentarse acerca de su condición, y la forma de salir. Así es como la masa
de gente que más disfrutaría de su Liberación, se aferra a sus cadenas con
empeño digno de mejor causa, ideologizada por el estatismo, que cruelmente le
recorta y quita las libertades y los recursos necesarios para liberarse, entre
ellos el tiempo.
Tampoco
buscan tiempo muchos que a la opresión del estatismo añaden las esclavitudes de
las drogas, el alcoholismo, el pansexualismo y otros escapismos: horóscopos,
telenovelas, libritos de “autoayuda” con la filosofía hueca de la “autoestima”
y el Pensamiento Positivo, interminables cursos de posgrado para producir
especialistas desempleados, religiones místicas como la seudocristiana
“teología de la prosperidad”, y obsesiones colectivas como el fútbol, ligado al
chauvinismo patriotero. Todas fomentadas por el estatismo, mayor o menormente,
de mil formas directas y/o indirectas.
La opinión
pública dispersa su atención en irrelevantes minucias, llevada y traída de
nariz de un escándalo a otro de corrupción. La vida política gira en torno a
quién robó o malversó dinero en tal o cual oficina estatal. Pero ¿qué es la
“lucha anticorrupción”? Una farsa montada por los políticos estatistas más
hábiles, expertos en desaparecer trazos sin no dejar pistas, para deshacerse de
los más torpes, incapaces de borrar las huellas.
Sin embargo la cultura estatista crea la imagen de que la riqueza es una suma fija, una Gran Torta, siendo el Estado el Gran Repartidor, de la cual las porciones son determinados de antemano para cada quien según su condición, sea en efectivo como en los “Planes Sociales”, o en especie como en “la educación y la salud”, las jubilaciones etc. Por ello cada caso de “corrupción” se ve como un mordisco antes de tiempo o fuera de orden, que deja menos cantidad para el resto, que se hunde en decepción, frustración, amargura y crispación.
Para colmo de males, en un clima de fuerte relativismo, hostil al pensamiento claro y riguroso, todos los partidos sin excepción se han acogido a la falsa tesis de la “muerte de las ideologías” y enterrado sus viejas doctrinas. Caudillismo siempre tuvimos, en lugar de instituciones sólidas, pero ahora es peor: los partidos son meras maquinarias electorales personalistas para negocios turbios a la sombra del estatismo. Los medios de prensa pretenden asumir roles propios de los partidos políticos; pero no pueden.
Y la clase media confundida cree que el mal son los partidos en lugar del estatismo. No aparta tiempo para conocer las doctrinas ni los sistemas de Economía Política; las diferencias entre ellos, y a quiénes cada uno aprovecha o perjudica. No puede estudiarla
Biblia seriamente ni su positivo impacto en Occidente, ni
investigar las ciudades libres medievales, o la influencia de la Reforma Protestante
en el norte de Europa y en EEUU. Encima de eso, quienes han pasado por una
Universidad tienen la cabeza repleta de información falsificada, y además de
tiempo, carece también de paciencia y humildad suficiente como para
desaprender.
¿Qué hacer?
Sin embargo la cultura estatista crea la imagen de que la riqueza es una suma fija, una Gran Torta, siendo el Estado el Gran Repartidor, de la cual las porciones son determinados de antemano para cada quien según su condición, sea en efectivo como en los “Planes Sociales”, o en especie como en “la educación y la salud”, las jubilaciones etc. Por ello cada caso de “corrupción” se ve como un mordisco antes de tiempo o fuera de orden, que deja menos cantidad para el resto, que se hunde en decepción, frustración, amargura y crispación.
Para colmo de males, en un clima de fuerte relativismo, hostil al pensamiento claro y riguroso, todos los partidos sin excepción se han acogido a la falsa tesis de la “muerte de las ideologías” y enterrado sus viejas doctrinas. Caudillismo siempre tuvimos, en lugar de instituciones sólidas, pero ahora es peor: los partidos son meras maquinarias electorales personalistas para negocios turbios a la sombra del estatismo. Los medios de prensa pretenden asumir roles propios de los partidos políticos; pero no pueden.
Y la clase media confundida cree que el mal son los partidos en lugar del estatismo. No aparta tiempo para conocer las doctrinas ni los sistemas de Economía Política; las diferencias entre ellos, y a quiénes cada uno aprovecha o perjudica. No puede estudiar
¿Qué hacer?
Fines y objetivos
Vimos que en
el Perú como en Latinoamérica tenemos cinco clases de problemas acumulados y
postergados, presentes en todas las encuestas: 1) judiciales, gubernativos y
políticos; 2) económicos y financieros; 3) educativos; 4) en la atención médica
y hospitalaria, y 5) en las jubilaciones y pensiones. Son como cinco grandes
plagas bíblicas.
Requerimos en consecuencia: 1) Un sistema político, gubernativo y judicial que funcione, eficiente y de costo razonable; 2) trabajo, ahorro, inversiones, moneda sana e ingresos suficientes, en el marco de una economía expansiva, con mercados abiertos y prosperidad para todos; 3) educación de calidad, accesible para todos; 4) atención médica digna, y al alcance de los enfermos, discapacitados y accidentados, y 5) jubilaciones y pensiones decentes.
Como en el “Éxodo” bíblico, nuestra propuesta es “La Salida ” del estatismo y sus
plagas endémicas, a través de las Cinco Reformas: 1) La Reforma del Gobierno y la
política, imprescindible y urgente; 2) La Reforma de la Economía , igualmente necesaria. Y sus tres
complementos en el orden social: 3) La Reforma en la Educación , 4) en los
Servicios Médicos, y 5) Jubilaciones y Pensiones.
Requerimos en consecuencia: 1) Un sistema político, gubernativo y judicial que funcione, eficiente y de costo razonable; 2) trabajo, ahorro, inversiones, moneda sana e ingresos suficientes, en el marco de una economía expansiva, con mercados abiertos y prosperidad para todos; 3) educación de calidad, accesible para todos; 4) atención médica digna, y al alcance de los enfermos, discapacitados y accidentados, y 5) jubilaciones y pensiones decentes.
Como en el “Éxodo” bíblico, nuestra propuesta es “
Derogar las Leyes Malas
Todo sistema
de Economía Política –-mercantilista, socialista, mixto o capitalista liberal–
encarna en el conjunto de las leyes que lo consagran, las que componen el
entero Digesto Legislativo de un país. Las estatistas son las leyes malas,
contrarias al trabajo, al ahorro y a las inversiones, a la iniciativa y
desarrollo empresariales, a la libre competencia, incluso muchas contrarias al
sentido elemental de la justicia y al sentido común.
La Reforma del Estado abarca el área política y de los partidos; la reforma económica comprende la agricultura, industria, comercio, transporte y servicios, y asimismo la moneda, banca y finanzas, y afecta positivamente a todos los negocios en general; y para el plano social proponemos las reformas en educación, atención médica, y cajas de jubilaciones y pensiones. Se describen en el documento “Acción de Gobierno”.
La Reforma del Estado abarca el área política y de los partidos; la reforma económica comprende la agricultura, industria, comercio, transporte y servicios, y asimismo la moneda, banca y finanzas, y afecta positivamente a todos los negocios en general; y para el plano social proponemos las reformas en educación, atención médica, y cajas de jubilaciones y pensiones. Se describen en el documento “Acción de Gobierno”.
¿Cómo se
hacen las Cinco Reformas? Primeramente un vocero, agente o actor ideológico y
político debe poner el tema en la agenda pública. Después de eso, un fuerte
movimiento de opinión debe tomar forma y estructura, relegitimando moralmente
el comercio, la empresa, las ganancias, la actividad económica y el
capitalismo; y también la actividad política y los partidos, cuando se dirigen
a fines nobles. Y por fin una sólida mayoría de congresistas tiene que derogar
los cientos de leyes que hacen legal el estatismo. Porque como se explica en el
documento “Acción de Gobierno”, un país se Gobierna desde el Congreso, y desde
el Ejecutivo sólo un Estado. Es un hecho de la vida.
República
y Estado de Derecho
Proponemos un
verdadero Estado de Derecho para el Perú, y eso es más que Democracia: es lo
que se llama una “República”; así puede entenderse la meta, objetivo y fin
último del Plan Político y de la
Acción de Gobierno que presentamos a tu consideración: una
República para el Perú.
Derecho es la
materia relativa a la
Justicia ; y “Estado de Derecho” es un Estado donde reina la Justicia. No es lo
mismo que un mero Estado “de Legalidad”, donde las más grandes injusticias,
iniquidades, disparates y aberraciones jurídicas se cometen a diario, revestidas
todas de formalidades y aún solemnidades legales. “Justicia” es reconocer a
cada quien lo suyo y nada más que lo suyo, comenzando por las esferas
respectivas del Estado y la sociedad civil.
División
de poderes
Un “Estado de
Derecho” no debe usurpar poderes, funciones, actividades, libertades ni
recursos que son de la sociedad civil. Entre ambos debe haber una división de
poderes, y no sólo entre ramas u órganos del Estado. El pensamiento liberal
entiende la “división de poderes” de modo amplio: antes que nada como una
división de poderes, competencias, prerrogativas y responsabilidades entre el
Estado y la sociedad civil:
1)
Por
un lado las instituciones voluntarias en las esferas privadas: familias,
empresas, escuelas e iglesias, etc., organizadas estas en forma
descentralizada, en libre, abierta y sana competencia dentro de cada ámbito. 2)
Por otro lado las instituciones estatales, en la esfera de lo público,
divididas de modo vertical, organizadas jerárquicamente en un orden federal,
comenzando por los gobiernos municipales, el nivel superior y de más
importancia, de allí a los niveles regionales intermedios, y por último al
nivel central de cada nación.
2)
Y en todo nivel y no sólo en el central, divididas las instituciones estatales de modo horizontal, entre los órganos o ramas del poder del Estado republicano: el poder parlamentario o deliberante y de control, el judicial, y el ejecutivo.
Se reconocen entonces cuatro esferas privadas de primera importancia: familia, empresa, escuela e iglesia, instancias anteriores y por ende no inferiores al Estado, sino iguales en soberanía, basadas en la primacía del individuo sobre el colectivo, en la propiedad privada, en la competencia libre, y en los arreglos voluntarios expresados en los contratos.
Un primer principio cardinal del liberalismo clásico es que las relaciones entre personas e instituciones privadas se rigen por normas establecidas en sus contratos y sociedades, de los cuales son sus propietarios; y las leyes y autoridades estatales encargadas de velar por su cumplimiento intervienen solamente en casos de violencia, coacción y/o fraude. Lo cual significa dar prioridad al contrato sobre la ley como fuente del Derecho, en todos excepto en tales casos. Y en cuanto a la “división de poderes” a nivel nacional se reconocen tres órganos o ramas del poder estatal, comenzando por el Congreso.
Y en todo nivel y no sólo en el central, divididas las instituciones estatales de modo horizontal, entre los órganos o ramas del poder del Estado republicano: el poder parlamentario o deliberante y de control, el judicial, y el ejecutivo.
Se reconocen entonces cuatro esferas privadas de primera importancia: familia, empresa, escuela e iglesia, instancias anteriores y por ende no inferiores al Estado, sino iguales en soberanía, basadas en la primacía del individuo sobre el colectivo, en la propiedad privada, en la competencia libre, y en los arreglos voluntarios expresados en los contratos.
Un primer principio cardinal del liberalismo clásico es que las relaciones entre personas e instituciones privadas se rigen por normas establecidas en sus contratos y sociedades, de los cuales son sus propietarios; y las leyes y autoridades estatales encargadas de velar por su cumplimiento intervienen solamente en casos de violencia, coacción y/o fraude. Lo cual significa dar prioridad al contrato sobre la ley como fuente del Derecho, en todos excepto en tales casos. Y en cuanto a la “división de poderes” a nivel nacional se reconocen tres órganos o ramas del poder estatal, comenzando por el Congreso.
El
Parlamento
Un Congreso
no es para hacer leyes sobre materias que han de regirse por normas
contractuales, sino principalmente para autorizar los impuestos y los gastos
del Estado, y para controlar el Ejecutivo, principalmente a través del
Presupuesto Fiscal y su ejecución.
Una vez establecido ese principio
esencial sobre la función primordial del Congreso en un Estado de Derecho, son
aspectos secundarios si el régimen gubernativo es Parlamentarista,
Presidencialista o de tipo mixto; si hay o no un rey coronado como en
Inglaterra, Holanda, Bélgica o España, o sólo un Presidente; si hay una sola
Cámara, o dos o aún tres; o si los diputados representantes a la o las Cámaras
se escogen por lista o de otra forma. Son todas estas cuestiones prudenciales,
a decidir según el caso y conveniencia, no hay principios generales de validez
absoluta o universal.
Es obvio que también es secundario si
hay muchos partidos o solamente dos; los partidos son instituciones voluntarias
y privadas, enteramente separadas del Estado, que no debe autorizar o legitimar
a los partidos, gobernarlos, controlarlos ni subsidiarlos.
El
Poder Judicial
Es el órgano del Estado que se
encarga de administrar la justicia pública, tratando con la violencia y el
fraude en las relaciones entre las personas e instituciones. Para resolver
sobre derechos y no sobre intereses, sobre los cuales resuelven los mercados.
Pero dentro
de las cuatro esferas privadas hay también administración de justicia, en
calidad de fuero voluntario, como p. ej la autoridad de los padres en la
familia; las cortes arbitrales en el comercio; los tribunales examinadores en
la educación y de calificación en profesiones como la medicina; y los regímenes
disciplinarios en iglesias y congregaciones religiosas. La administración
privada de justicia que existe incluso hoy, es un reconocimiento a la soberanía
de estas esferas.
1) Principio cardinal es la justicia
llamada restaurativa o compensatoria, según el modelo bíblico: centrada en la
víctima y no en el victimario. No es para castigo del culpable, como en la
justicia meramente punitiva; ni para su “regeneración”, como en la justicia
humanista; el objetivo es obligar al transgresor a reparar el daño causado, en
tanto sea esto posible, de preferencia restaurando a su víctima a la condición
anterior al crimen, o dando compensación justa cuando esto no es posible.
2) Segundo principio es la justicia
“preventiva”: si hay fundadas razones para suponer “peligrosidad”, es decir:
reincidencia probable, entonces y sólo entonces se pone en la cárcel al
victimario, en resguardo de las víctimas eventuales o potenciales, pero sin que
cese su obligación de restaurar o compensar a las víctimas actuales, y sin cargar
sus gastos a los contribuyentes, para lo cual la cárcel ha de ser antes que
nada un lugar de trabajo productivo.
Una vez establecido estos principios
esenciales sobre la función judicial, cabe considerar prioridades entre las
llamadas fuentes del Derecho: la ley, la jurisprudencia de jueces y tribunales,
la doctrina de los tratadistas, la costumbre establecida, etc. Hay al respecto
estos dos sistemas: 1) El anglosajón que otorga mayor libertad al juez, y por
ende más importancia al precedente judicial establecido con firmeza en
sentencias anteriores, y asimismo a la doctrina de los autores, y a la
costumbre, según las interpretaciones de los jueces. 2) El continental europeo
que da menor libertad al juez, y más peso a la ley.
Para el liberalismo clásico es esta
otra cuestión prudencial, siempre y cuando la ley sea norma o pauta de justicia
objetiva limitada a su función, que es la protección de los únicos derechos
humanos legítimos: a la vida, libertad y propiedades de las personas. La ley no
es para entrometerse en asuntos privados donde no hay violencia o coacción ni
fraude. La mal llamada justicia “social” (la verdadera justicia lo es) es una
gran injusticia porque implica quitar a unos por la fuerza, para supuestamente
dar a otros, tomando su parte de león el intermediario político.
El
Poder Ejecutivo
Es el órgano
que existe sólo para: 1) proveer a los ciudadanos de defensa nacional mediante
las Fuerzas Armadas, y 2) representación en el exterior mediante las funciones
diplomática y consular; 3) proveer seguridad a personas y bienes mediante la
policía; 4) pagar sueldos y salarios a los jueces y funcionarios de la justicia
pública; 5) encargarse de las obras públicas de infraestructura, contratando y
pagando a las empresas constructoras y de mantenimiento; y 6) recolectar los
impuestos autorizados a estos fines. Todo bajo la mirada atenta y vigilante del
Congreso.
En una República hay lugar para siete
agencias, departamentos o Ministerios: 1) Defensa nacional, para la seguridad y
defensa de la nación. 2) Interior, para la seguridad y defensa de sus
residentes. 3) Relaciones Diplomáticas y Consulares, para ayudar a los
nacionales a superar trámites burocráticos en el exterior y no para firmar
acuerdos burocráticos con Gobiernos estatistas y organismos inter-estatistas,
que después convierten en “leyes” inconsultas y abusivas. 4) Justicia, para
pagar a las cortes y a los jueces. 5) Obras Públicas o de Infraestructura, para
la construcción y mantenimiento de las autopistas, caminos, puentes, embalses,
puertos y aeropuertos y otras similares. 6) Ayuda Social, para la
administración de bonos o cupones para costear la educación, atención médica y
planes jubilatorios y de pensiones a los más pobres, en la etapa de transición,
identificando por visitas y encuestas a los beneficiarios elegibles; y luego
para el reembolso en dinero a las empresas e instituciones educativas, de salud
y previsionales libremente escogidas por sus titulares. 7) Hacienda Pública,
para la administración del Tesoro. No hay lugar para un Banco Central.
A los ciudadanos y a las familias
caben las decisiones sobre su economía, su educación, su religión, su cultura y
su ética. Por tanto en un orden liberal no hay lugar para “Ministerios”
abusivos, siniestros o ridículos (y siempre costosos) tales como Producción,
Planificación, Trabajo, Empleo, “Solidaridad” (o Bienestar Social), Economía y
Finanzas, Agricultura, Pesca, Energía, Petróleo, Minería, Comercio e Industria,
Comercio Exterior, Turismo, Deporte, Religión, Culto, Educación, Cultura, Universidades,
“Principios y Valores”, Arquitectura y Bellas Artes, Ciencia y Tecnología,
Transporte y Comunicaciones, Vivienda, Construcción, etc., ni Información,
Prensa, Salud, Diversiones, Matrimonio, Familia, Mujer, Varón, Niño, Anciano,
etc.
Proponemos avanzar hacia el
capitalismo liberal desde las ciudades y regiones, comenzando por las áreas
geográficas cuyos residentes escojan este sistema para vivir y convivir. En las
regiones escogidas, tendrán un período de vacación legal las leyes malas, entre
ellas las que nos imponen estos “ministerios” y sus inicuas decisiones, que
nada tienen que ver con la genuina acción pública, en el interés público o
general. Por consiguiente en las zonas no estatistas desaparece la jurisdicción
e imperio de estas oficinas burocráticas.
Hoy en día se
entiende por Democracia el sistema por el cual los funcionarios son electos por
el voto popular, con sufragio “activo” (derecho al voto) universal; es decir:
cualquiera puede votar, sin discriminaciones de género alguno. Sin
restricciones.
No siempre fue de ese modo: antes se
consideraba poco democrático que quienes más aportaban al Tesoro Público
tuvieran igual voto que quienes menos contribuían o no aportaban nada, y por
esta muy atendible razón de justicia contributiva, el voto se calificaba por la
contribución impositiva de cada quien. Esta discriminación fue posible cuando
los impuestos eran directos; pero se acabó con la introducción de los
gravámenes indirectos. También se veía poco democrático que tuviesen voto los
ignorantes analfabetos, fácilmente manipulables, pero como en otros casos, este
hecho sirvió de pretexto para usurpar el Estado el rol de educador. O se
pensaba poco democrático que tuviesen voto los funcionarios y empleados
públicos, por el obvio conflicto de intereses, y se impuso una restricción;
pero se terminó cuando los Estados usurparon funciones económicas, educativas,
médicas y de asistencia, y contrataron numerosos ejércitos de gerentes y
ejecutivos, maestros y profesores, médicos, enfermeras y un sinfín de gente.
Y lo que es más: antes se consideraba
que Democracia era el sistema no discriminatorio en el sufragio “pasivo”
(derecho a ser elegido); esto es, sin restricciones ni consideraciones
exclusivistas en cuanto a posiciones de nacimiento, riqueza u otras por el
estilo.
Pero no obstante, incluso ahora, bajo
el estatismo, hay restricciones y por eso no existe la democracia total o
“pura”. Ciertas autoridades no son electas democráticamente por el voto
popular, como por ej. mandos de las fuerzas militares y policiales,
funcionarios diplomáticos y consulares, y magistrados judiciales; debe notarse
que según el liberalismo clásico estos son los cargos propiamente “públicos”.
Estos puestos son ahora reservados para ser cubiertos por capacidades, méritos
y antecedentes; no por elección y sufragio del pueblo. Ocurre hoy lo mismo con
cargos impropiamente públicos, tales como Directores de Escuelas, Colegios,
Universidades y Hospitales estatales. Hay restricciones.
Para los liberales clásicos la Democracia se
desnaturaliza por completo con el estatismo, sea este socialista o
mercantilista; y por ello deben decretarse ciertas restricciones al ejercicio
del voto. No es de Justicia que las mayorías puedan imponer la fuerza del
número con su voto, e incrementar los impuestos y por tanto el Tesoro Fiscal,
y/o aumentar las facultades de los funcionarios en la concesión de privilegios
a sectores específicos, sean minoritarios o mayoritarios, no importa su peso
cuantitativo. En el primer caso es a costa del contribuyente de impuestos; en
el segundo es a costa del consumidor, del comerciante o del productor en los
mercados. Así la democracia se hace un robo por poder, equivalente a un asalto
a mano armada y en gavilla.
Así como hay incluso ahora ciertas
restricciones en el sufragio pasivo, debe haberlas también en el sufragio
activo. Es de Justicia. No deberían votar los funcionarios públicos, ni los que
reciben empleos, contratos o favores de los Gobiernos; por ej. los
beneficiarios de las tres series de cupones (“vouchers”) que nosotros
proponemos para los más pobres en educación, salud y previsión.
Municipalismo
y federalismo
Una República incluye un Estado más
liviano y ágil, menos totalitario, autoritario, y mucho más económico; es
decir, con mucho menores cargas reglamentarias y tributarias. Pero que es
federal en su configuración y constitución.
Cabe entonces
la pregunta: ¿qué pasaría en una República si los ciudadanos de ciertos
Municipios y aún ciertas regiones siguen orientaciones anti-liberales, y en
consecuencia prefieren y escogen para sus gobiernos locales un modelo
típicamente estatista, con todos sus Ministerios, reglamentaciones e impuestos,
mucho más reglamentarista y más costoso?
En tal caso la respuesta es: no
pasaría nada, pues ellos solamente lo soportarían y lo pagarían, en sus
circunscripciones locales; pero no los demás, que no estarían obligados a la
fuerza, les guste o no, como ahora.
La que cabe entonces es la otra
pregunta, opuesta: ¿qué pasaría si bajo la Constitución actual,
los ciudadanos de ciertos Municipios y aún ciertas regiones de una República
siguen orientaciones liberales, y deciden escoger para su gobiernos locales un
modelo o sistema menos estatista, menos reglamentarista y menos costoso? Hoy no
sería esto ni siquiera posible; pero debería serlo, si somos liberales y
democráticos de verdad. Y la respuesta debería ser esta: no pasaría nada;
simplemente ellos lo disfrutarían y pagarían lo justo; pero no los demás.
A ese federalismo llamamos “la vía
china” de transición al capitalismo liberal.
¿Gradualidad o shock?
Sin duda:
gradualidad. Son demasiados los intereses creados a favor del estatismo, de
todos sus privilegios mercantilistas para grandes empresas y grupos económicos,
y de todos sus privilegios burocráticos y corporativos para los partidos, ONGs
y grupos políticos, profesionales y sindicales. No queda otra opción que la
gradualidad, considerando lo enquistado del sistema, lo condicionado de los
cerebros, y la permanente guerra sin cuartel contra el capitalismo liberal, mediante
ofensivas combinadas culturales, ideológicas, religiosas y políticas, en varios
frentes.
Pero hay dos tipos de gradualidad, en
el tiempo y en el espacio. Gradualidad en el tiempo significa dosificar
gradualmente las medidas a tomar, paso a paso, conforma a un programa único
para todo el país, en todo el territorio nacional. Gradualidad en el espacio,
en los territorios de vigencia, significa aplicarlas todas a fondo y de modo
simultáneo, pero primero en unas ciertas ciudades, territorios o regiones, y en
otras zonas después.
La primera no sirvió. En los 90 lo
aprendimos en Latinoamérica y en la
URSS , en Europa del Este y en Asia: son demasiadas y muy
pesadas las trabas y obstáculos para el ahorro, la inversión y la contratación
voluntaria, la libre empresa y la competencia abierta. Puedes quitar algunos
impuestos, o rebajar sus tasas algunos puntos; puedes derogar unos pocos
reglamentos burocráticos; puedes remover ciertos privilegios a ciertos grupos o
sectores, pero, ¿y todos los demás impuestos, reglamentaciones y privilegios?
Siguen vigentes.
Para salir del estatismo entonces,
las medidas aisladas no funcionan. Son anti-efectivas o contraproducentes,
porque los malos resultados se atribuyen al capitalismo; así se genera opinión
en contra, y las medidas aisladas en pro del libre mercado son revertidas al
poco tiempo. Y volvemos a lo de antes. La segunda gradualidad es la que sirve,
p. ej. en China.
Perú: “un país, dos sistemas”
El nuestro no es un país tan extenso
ni poblado como la China ,
pero también tenemos un territorio muy diverso: costa, sierra y selva, con
recursos naturales y económicos muy ricos y diversos. Y tenemos muchos de los
mismos problemas que China en 1981: el excesivo estatismo, de izquierda sobre
todo, inmensa burocracia, concentración o centralización del poder y la riqueza
en la capital del país. Y además, una cultura estatista que ha permeado en la
sociedad entera y sus distintas capas sociales, cualesquiera sean sus edades y
niveles de ingresos, credo religioso, opinión política o afiliación partidista,
edad, grado o especialidad de instrucción formal. (No decimos educación; eso es
otra cosa.)
Por eso, como en China el año 1981, La Salida es tener “un país,
dos sistemas”, de tal modo que con las experiencias piloto en determinadas ciudades
o áreas, a niveles provinciales y municipales, las personas tengan una
demostración palmaria y palpable de las diferencias, y puedan ver, y comparar
unas ciudades con otras, unas regiones con otras. Así puedes ver con tus ojos
las reales consecuencias buenas y malas del capitalismo liberal y del
estatismo.
Pero la gente está desinformada, y
malacostumbrada a pre-juzgar (juzgar sin conocer), ¿cómo le hacemos conocer la
realidad? Mediante una campaña nacional de opinión (CNO) en todos los
departamentos, provincias y municipios. Y luego, ¿cómo seleccionamos las zonas
o ciudades especiales? Por encuesta nacional de opinión (ENO) en todos los
departamentos, provincias y municipios.
Los movimientos populistas y de
izquierda crean y manipulan sentimientos de culpa y conmiseración hacia “los
pobres” (o los “excluidos”) en la clase media; y de esta forma la secuestran
psicológicamente y la hacen y mantienen prisionera. Para romper esas cadenas
hay que mostrar a la gente cómo opera el perverso contubernio
social-mercantilista: los Gobiernos estatistas conceden privilegios a los ricos
para que no haya más ricos, y luego negocian la parte de riqueza que van a
destinar “a los pobres” mediante la re-distribución estatal.
¡Qué engaño! ¡Qué estafa! La Salida para los pobres no
es la dependencia de todos esos “programas sociales” adictivos, que les
mantienen en permanente estado de sumisión infantil. La Salida es la libertad; y el
trabajo productivo, el ahorro, la inversión inteligente, la propiedad privada y
el capitalismo para todos (y no sólo para unos pocos), en un contexto de
seguridad y justicia, principios, normas justas y valores morales.
El primer paso es poner en la Agenda pública este tema
del Sistema vigente, el contubernio social-mercantilista, y el tema de la Devolución. Todos
los escándalos, maniobras, dimes y diretes de los políticos y personajes
estatistas que la prensa nos pone por delante, uno tras otro y día tras día
sobre detalles secundarios, son las hojas y las ramas que nos impiden ver los
árboles y el bosque. Para eso las agitan, para distraer nuestra atención.
1) Nosotros
promovemos “la Devolución ”:
la devolución de todas las funciones, libertades y recursos usurpados por el
Estado a la sociedad civil, mediante Las 5 Reformas, a concretar desde el
Congreso, que es el verdadero poder, más aún que el Ejecutivo.
2) Para ese fin el Congreso nacional,
secuestrado actualmente por una mayoría de congresistas estatistas, más o menos
mercantilistas o socialistas, pero todos acomodaticios y sin principios (o
mentirosos y ladrones), debe ser devuelto a la sociedad civil. Porque el
Parlamento es el órgano natural por el cual la sociedad ejerce control sobre el
Gobierno.
3) Mientras tanto hacemos la Campaña Nacional
de Opinión, CNO, una campaña informativa en todo el Perú, sobre “los Tres
Sistemas de Economía Política”: mercantilismo, socialismo, y capitalismo
liberal; en especial sobre el sistema liberal clásico de Gobiernos limitados,
mercados libres, e irrestricto respeto a la propiedad privada, que ha sido
desde largo tiempo tan difamado, calumniado, mal entendido y pre-juzgado. Y
sobre las Cinco Reformas, necesarias para llegar al buen sistema, en el corto
plazo.
4) Un arma poderosa a favor del
estatismo es la cultura popular que se le mete al corazón y a la mente del gran
público como “entretenimiento” y hasta “educación”. No sólo textos escolares y
de estudio; también filmes e historias, canciones, películas, noticieros y
teleseries, tiras cómicas y programas de radio, hasta la publicidad comercial
promueve, sostiene y refuerza unos falsos “principios y valores”. Casi siempre
entregan una imagen muy distorsionada de la realidad política, económica y
social, poniendo siempre como villanos al comerciante y a la empresa, a la
iniciativa individual, a la libertad y a la propiedad privada; y como héroes a
los burócratas y a los activistas del socialismo. Estas mismas armas tenemos
que usar, pero apuntando para el lado contrario.
5) Luego de la Campaña Nacional
de Opinión, CNO, la
Encuesta Nacional de Opinión, ENO, es una encuesta nacional
con información adicional y unas pocas preguntas centradas en la cuestión: “De
los Tres Sistemas que ya conoces: mercantilismo, socialismo, y capitalismo
liberal, ¿cuál prefieres para tu Municipio o Provincia?”
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