Por:
Sandra Gastañudí Torres.
“Dios reina, enemistémonos de una vez por todas con el mundo,
sólo así podremos cumplir con el rol profético de la iglesia de denunciar todo
tipo de injusticia y práctica de corrupción, estamos llamados a levantar la voz
pero ya no individualmente si no como Iglesia como hermanos, porque en la
multitud de concejo está la sabiduría”.
Realmente
hay un reto grande para la
Iglesia Peruana de hoy, la situación en el País es tal que
los padres de la Iglesia
cuestionarían la existencia de ella en ésta época.
Históricamente
la Iglesia
evangélica ha sido forjadora de una cultura de valores, teniendo el fundamento
bíblico, desde la enseñanza a los niños en las escuelas dominicales hasta la
enseñanza en el púlpito, se forma el carácter cristiano de las personas
.Igualmente ha cultivado la enseñanza de valores patrios: respeto, obediencia y
oración por las autoridades, se honra el himno nacional la bandera etc. Ha
tenido injerencia en aspectos económicos y sociales levantado su voz profética,
cuándo de abusos y atropellos se daban.
Sin
embargo con el tiempo todo éste quehacer y desempeño ha ido menguando, parece
que el aceite escaseo y nadie quiere ir a comprar…la iglesia está perdiendo su
sabor, el resultado la corrupción ha penetrado incluso en ella.
Se
dice que para buscar soluciones hay que visualizar las causas. Como miembro de
una iglesia local y sin tener mayores estudios teológicos, mi humilde opinión
al respecto es que adolecemos de:
1.
No tener unidad, cada uno busca lo suyo, si se unen se
hace con cálculo para ver cuál es el rédito a obtener.
2.
El egoísmo reina, la iglesia ya no quiere sostener a los
pastores y hay pastores que sólo se mueven si la ofrenda es conveniente.
3.
La
iglesia está buscando la amistad con el mundo, ya no se levanta la voz
profética, (o es muy tenue que ahora sólo susurra), para denunciar y exhortar a
los líderes, autoridades y poderosos. Todo lo contrario, se busca congraciarse
con los gobernantes de turno y amar los primeros lugares. Si por alguna suerte
alguien denuncia la corrupción, se llega al extremo de aliarse con el corrupto
no dando crédito al denunciante, increíble pero cierto.
Es muy
lamentable nuestra situación, debemos volver al primer amor, tenemos que
arrepentirnos, volver a la fuente de vida y salvación. Dejemos todo egoísmo,
Dios reina, enemistémonos de una vez por todas con el mundo, sólo así podremos
cumplir con el rol profético de la iglesia de denunciar todo tipo de injusticia
y práctica de corrupción, estamos llamados a levantar la voz pero ya no
individualmente si no como Iglesia como hermanos, porque en la multitud de
consejo está la sabiduría.
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