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sábado, 21 de julio de 2012

Congresos Latinoamericanos de Evangelización ("Los CLADE") 1969-2012 - Ruth Padilla DeBorst

¿Quién pone la mesa y para quién?
Revisión a tres años de una nueva celebración

¿Qué pasa en nuestras casas cuando llega la hora de la comida? Al menos en los hogares privilegiados en los cuales tenemos comida a diario, y en los cuales la familia se reúne para compartirla, alguien debe poner la mesa.  En mi casa, quien pone la mesa tiene cierto poder de decisión: determina quién toma qué puesto, si se usan individuales o mantel. Pero obviamente tendrá que sujetarse a decisiones previas. ¡No vale poner tenedores si sólo hay sopa, ni hace falta aderezo si no hay ensalada! Quien prepara la comida tiene mucho poder de decisión: en familias de cierta condición económica determina qué se come y qué no.
Muchas son las escenas que nos pintan los evangelistas de Jesús en la mesa, partiendo y compartiendo pan con personas muy diversas. Sus críticos le achacan: “Es un glotón y tomador”.  “Y para colmo de ofensas, ¡come y bebe con publicanos y pecadores!” Jesús no se achica, ni esconde su agenda alternativa a los valores imperantes. Critica frontalmente las prácticas discriminatorias que otorgan puestos de importancia en la mesa según el prestigio y la riqueza personal del comensal. Y cuando un hombre acomodado en el sistema religioso levanta orgulloso su copa diciendo “¡Bendito el que participe en el banquete del Reino!”, Jesús responde con la parábola del gran banquete donde los comensales favorecidos son los pobres, los cojos, los ciegos, las “nadie” de fuera de la ciudad, los desechados de la sociedad ‘culta’ y del sistema económico (Lucas 14).

Pero Ruth, dirán algunos de ustedes, se supone que nos hables de los CLADE, los Congresos Latinoamericanos de Evangelización. ¿Por qué nos hablás de mesas, comidas, comensales?
Bueno, es que lo que pretendo es guiarnos en una reflexión sobre los cuatro congresos pasados y el que vendrá por medio de la metáfora de la mesa. Vamos a considerar quién dispuso el menú, quién puso la mesa, quiénes fueron invitados a la mesa y quiénes se vieron nutridos por estos ‘banquetes’. Confío que el ejercicio de plantearle estas preguntas a nuestro pasado nos proveerá un fundamento crítico para que juntas y juntos comencemos a preparar la mesa para CLADE V en julio del 2012.
Valga una aclaración: no pretende ser este un registro exhaustivo de cada Congreso que satisfaga los rigurosas expectativas de una historiadora profesional. Al final de este escrito se encuentra una bibliografía para quien quiera incursionar con mayor profundidad. Este trabajo apenas pretende abrirnos el apetito para tal incursión.

Cuatro décadas, cuatro congresosUna orientación general para comenzar. Dentro de dos meses se cumplirán exactamente 40 años desde CLADE I. El primer Congreso Latinoamericano de Evangelización tuvo lugar del 21 al 30 de noviembre de 1969. Casi exactamente una década después, en noviembre de 1979 se realizó CLADE II. Ya veremos las sustanciales diferencias entre ambos encuentros. Mientras el siguiente congreso se hizo esperar --CLADE III no se realizó hasta 1992—el cuarto llegó antes de completarse una década --CLADE IV coincidió con el milenio; tuvo lugar en el año 2000.

CLADE I: El desencuentro catalizador del encuentroIgnoro cuantos de los presentes tienen recuerdos claros del año 1969. Yo tengo grabada la memoria de aquel día en julio cuando miré anonadada en la tele de los vecinos Fernández el primer paso de Neil Armstrong en la luna. Pero también recuerdo el difuso sinsabor que como niña me suscitaba la dictadura de Onganía y el temor patente que tenía de tomar un tren gracias al incendio provocado por un grupo guerrillero en la estación Retiro. Es que esos eran años de turbulencia en nuestro continente. Creciente tensión entre izquierda y derecha. Desastres naturales y no tan naturales: terremotos y huracanes, dictaduras y desaparecidos, guerras y guerrillas. Era un continente en crisis.

De allí el título de CLADE I: «Acción en Cristo para un Continente en Crisis». La crisis, sin embargo, no se vivía sólo en el escenario amplio, político y social, sino también en el seno de la creciente población protestante-evangélica. La Guerra Fría entre las super potencias comenzó a sesgar posiciones, especialmente entre quienes veían a América Latina como campo misionero. La mesa para CLADE I no se puso en el vacío: había otro banquete programado que los organizadores percibían como amenaza a su versión de cristianismo.

Explico: ¿Quién puso la mesa para CLADE I? Fueron organizaciones misioneras evangélicas de Norteamérica, la Asociación Evangelística Billy Graham, la Evangelical Fellowship of Mission Associates (EFMA) y la International Fellowship of Mission Associates (EFMA). Estas agrupaciones ya habían organizado congresos sobre evangelización luego del grande en Berlín (1966) para Asia y Africa y ahora le tocaba el turno a América Latina. Como ellos ponían la mesa –convocaban y pagaban la cuenta—naturalmente se sentían con todo el derecho de determinar el menú –el programa--, y los comensales –a quiénes se le invitaría a participar y a quienes no. La lectura de la correspondencia que circuló en preparación para el Congreso revela el fuerte filtro conservador y la acrítica imposición de definiciones nacidas en el contexto de controversias teológicas en EEUU a nuestro medio. En la percepción de los líderes norteamericanos, la mesa de CELA III (la Tercera Conferencia Evangélica Latinoamericana) se proponía como “liberal”, y por lo tanto como una amenaza a la cual había que contrarrestar (Salinas: 32 y Archivos Biblioteca BGC). CLADE I sería el espacio en el cual los líderes evangélicos norteamericanos “corregirían” la mala dieta ofrecida por los movimientos progresistas cercanos al Consejo Mundial de Iglesias y sus simpatizantes.

CLADE I se realizó en Bogotá del 21 al 30 de noviembre de 1969 y reunió a más de 900 delegados. A varios líderes cuestionados por los organizadores se los incluyó, pero sin voz en la mesa. En contraste, central en el menú constó el libro Teología Latinoamericana: Evangélica o Izquierdista?, de Peter Wagner, que se repartió al comienzo y gratuitamente a todos los participantes (Salinas: 44). Con tenue base investigativa, Wagner describe y cataloga a movimientos y líderes cristianos entre protestantes evangélicos conservadores, católicos conservadores, y católicos y protestantes liberales, seculares y radicales de izquierda. Critica la ausencia de reflexión y producción teológica y postula la teoría del igle-crecimiento como la vía más fiel al evangelio.

Algunos participantes recibieron con aprobación la perspectiva de Wagner. Pero a otro sector este plato les cayó mal.  Para varios líderes --que a pesar de valorar los desafíos presentados por el libro, lo juzgaron como caricatura injusta, investigación irresponsable y fruto de un dualismo nocivo y polarizante— esta fue la última gota que colmó el vaso. No era hora ya de que como latinoamericanos siguieran recibiendo el menú del Norte, repitiendo y polarizándose por recetas teológicas foráneas. Debían generar sus propio pensamiento teológico que surgiera de la Palabra de Dios y de su contexto social y político. Samuel Escobar explica:
La toma de conciencia teológica que se dio en Bogotá… consistió primero en comprobar que una comunidad evangélica dinámica y que crecía rápidamente iba llegando a cierta mayoría de edad sin identidad ni expresión teológica. Se comprobó también que la toma de conciencia respecto a una crisis en el continente encontraba a los evangélicos sin respuesta ni alternativas serias frente al pensamiento que empezaba a forjarse en el ámbito ecuménico. Se percibió finalmente que la dominación misionera que explicaba en parte la falta de expresión teológica, intentaba polarizar desde fuera a la comunidad evangélica latinoamericana (Escobar: Boletín 59-60).
 
Era hora de teologizar como evangélicos latinoamericanos y de publicar y difundir ese pensamiento pertinente a su propia realidad. Así fue como “durante el transcurso de CLADE I, un grupo de pastores, evangelistas, misioneros y profesores de seminarios, se reunieron para proyectar una “fraternidad” dedicada al estudio y la reflexión (Escobar: Boletín 59-60).

El desencuentro de CLADE I había servido como catalizador de nuevos encuentros, enraizados estos en nuestro continente. Y así fue como apenas un año más tarde, del 12 al 18 de diciembre, se fundó en Cochabamba la “Fraternidad de Teólogos Latinoamericanos”. En la mesa había veinticinco personas de nueve denominaciones, con diversas corrientes teológicas: wesleyana, anglicana, reformada, dispensacionalista, bautista, pentecostal, independiente, y del movimiento estudiantil evangélico (CIEE). En medio de debates y controversias internas, Escobar atribuye la sobrevivencia de la FTL desde el comienzo a “una actitud caracterizada por tres elementos”: “firmeza en la definición en cuanto a una base evangélica común claramente expresada, búsqueda de pertinencia contextual y resistencia a la polarización por factores extrateológicos.” (Escobar: Boletín 59-60). Estos elementos se plasmaron en la “Declaración de Cochabamba” y sirvieron de norte al “Comité Deliberativo” constituido por Samuel Escobar (presidente), Pedro Savage (Coordinador international), Emilio Antonio Nuñez, Ricardo Sturtz y René Padilla.

De aquel encuentro inicial surgieron muchos otros, consultas regionales y nacionales sobre la iglesia, ética social, Reino de Dios, Liberación y Biblia, El hombre y las estructuras en America Latina, el aborto, nuestra misión en América Latina. Se ofrecieron “institutos teológicos pastorales” en todo el continente con teólogos como Saphir Athyal, de la India, Carl Henry, de EEUU, John Stott y Michael Green, de Inglaterra, y Leon Morris de Australia. La década de los 70 fue prolífica, y la influencia de la FTL se hizo sentir desde muy temprano no sólo en América Latina sino el en mundo entero a partir, especialmente, de Lausana 1974. Aunque ese capítulo es significativo, no podemos adentrarnos en él en esta ocasión. Valga destacar que si había duda con anterioridad a aquel Congreso Internacional de Evangelización de que había nuevos comensales en la mesa de la familia evangélica mundial, comensales de fuera de los tradicionales centros de poder, comensales con voz y voto y contribuciones propias al mapa teológico, esas dudas se vieron disipadas contundentemente, para celebración o temor de los que hasta entonces acostumbraban poner la mesa y determinar el menú y los invitados. Esto lo registran reconocidos historiadores de la iglesia global como son Yeats y Bevans, quien afirma que “los evangélicos latinoamericanos aportaron a Lausana 1974 la preocupación por la justicia social.” (Bevans: 279). Seguía gestándose entre los miembros de la FTL una teología evangélica, bíblica, comprometida con los desafíos del dolido contexto latinoamericano y que se resistía a las rígidas categorizaciones impuestas desde afuera.

CLADE II: Sabor y sinsabor latinoamericanoYa declinaba una década nefasta en nuestro continente. En Argentina, mientras, vitoreábamos los goles del Mundial 78, miles eran torturadas, torturados, a pocas cuadras del Monumental, en la Escuela de Mecánica de la Armada. Y mi país no era la excepción. Las muertes por motivos políticos en el continente sumaron por lo menos 200.000 durante los años 70 y los desaparecidos unos 100.000 (Salinas: 114). Se hacía ineludible aún para cristianos conservadores la demanda de atender a las preocupaciones sociales, económicas y políticas de una tierra que se desangraba en guerras civiles y guerras sucias, en revueltas y represiones, contras e invasiones, creciente pobreza y diminuida esperanza de salidas viables.
Fue en ese contexto que la FTL convocó al Segundo Congreso de Evangelización, CLADE II, que se realizó en Huampaní, Perú, del 31 de octubre al 8 de noviembre de 1979 (Boletín FTL 6: 17).
A diferencia de CLADE I, esta vez la mesa la pusieron cristianos latinoamericanos. La determinación del menú y la invitación de los comensales también corrió por cuenta de ellos. Recuerda Sidney Rooy que incluso se fijó en 10% el tope de Norteamericanos que serían bienvenidos al encuentro (Rooy: 30014). Tampoco se recibió dinero de Estados Unidos: el 40% de los fondos se levantó dentro de América Latina y el resto provino de iglesias amigas en Europa (Salinas: 123 y Rooy: 3008). 266 participantes de 39 denominaciones y 22 países deliberaron esa semana bajo el lema Que América Latina oiga Su voz. Su propósito central era: “Considerar juntos la tarea evangelizadora que somos llamados a cumplir en las próximas décadas, en nuestro contexto histórico” (Boletín FTL 6: 17). Los participantes en esta ocasión recibieron unas 500 hojas de materiales de estudio, pero en lugar de recibir también estrategias preestablecidas como había ocurrido en CLADE I, fueron los mismos participantes quienes, en mesas de trabajo, aportaron sus propios ingredientes para gestar “Proyecciones Estratégicas” para los siguientes años. La “Carta al Pueblo Evangélico en América Latina”, acompañada por las ponencias presentadas se publicó al año siguiente en el libro de la FTL, América Latina y la evangelización en los años 80 (Mexico, 1980).
Esta era una mesa latinoamericana con olores, sabores --y sinsabores-- latinoamericanos. Tampoco hubo, a juicio del historiador peruano Tomás Gutierrez, más que tangencial consideración de los problemas sociales, políticos y económicos que vivía América Latina. No hubo un unísono en las voces, ni unanimidad en los acercamientos, ni acuerdo respecto a ciertos posicionamientos, particularmente respecto al valor de las grandes campañas evangelísticas o la situación política en Cuba y Nicaragua. Pero el equipo de la FTL no percibió esta diversidad como una sorpresa negativa. El diálogo, aún la confrontación de diversas perspectivas, era vistos como valores y generadores de nuevas y más fieles comprensiones del evangelio y de la encarnación del evangelio en tierra latinoamericana.
Los sinsabores, sin embargo, sí repercutieron en años posteriores tanto dentro como fuera de América Latina. Los líderes de la FTL siguieron despertando la sospecha de los grupos conservadores del Sur y del Norte.  El nacimiento de CONELA (la Confraternidad Evangélica Latinoamericana) en abril de 1982, por ejemplo, resulta en gran parte de sectores que juzgan como demasiado progresista la teología y misionología de la FTL.
Paralelamente, y frente a lo que perciben como un retroceso en el movimiento de Lausana a definiciones de misión previas al consenso plasmado en el Pacto de Lausana, los líderes de la FTL convocan y sirven de motor inicial a INFEMIT, la Fraternidad de Teólogos Evangélicos de la Misión en el Mundo de los Dos Tercios. Su primer encuentro se realizó en Bangkok, en marzo del 1982, y el segundo en México en 1984. Fuera de América Latina comienzan a identificar a este movimiento, en cuyo corazón estaba la FTL y líderes como Escobar, Padilla, Costas, Savage, Gutiérrez, y Rooy, como “evangélicos radicales.” Y en él se van nucleando con el paso del tiempo personas de diversos continentes: ISAAC Instituto para el Estudio de la Iglesia y la Cultura en Asia, con Meba Maggay (Filipinas), Evangelicals for Social Action (USA) Vinay Samuel, Chris Sugden, Tom Sine, David Lim (China Ministries International), David Gitari and Kwame Bediako (Tizón). Lastimosamente no podemos aquí expandir este intrigante capítulo que sigue abierto hasta el día de hoy.
Antes de despedirnos de la década de los 80, sin embargo, notaremos que, aunque van agregándose nuevas personas a la mesa, las mujeres brillan por su ausencia. Cierto es que Beatriz Couch contribuyó al encuentro sobre el aborto, y que Elsie Powell participó en nombre de la FTL en encuentros de IAPCHE. Sin embargo, no aparecen hasta 1992 las primeras mujeres en el registro de los líderes del movimiento. Recién en la sexta asamblea general desde su fundación, se incorporan al comité directivo presidido por Valdir Steuernagel Carmen Perez Camargo como Vicepresidenta y Dorothy de Quijada como Tesorera.

CLADE III: Se amplía la mesaEsta Asamblea coincidió con CLADE III organizado bajo la coordinación general de René Padilla como Secretario General con el apoyo de la ofina regional de la Comunidad Internacional de Estudiantes Evangélicos y MAP Internacional. La década del 90 había iniciado con la simbólica caída del muro de Berlín y con una intensificación de los procesos de ajuste económico en los países deudores por parte de las entidades crediticias mundiales. El año 92 también era significativo por el cumplimiento de “los 500 años” --de opresión, colonización, descubrimiento, evangelización según la perspectiva del que recuerda.
En ese contexto, tuvo lugar CLADE III, entre el 24 agosto y el 4 de septiembre, en el Colegio Anderson de Quito, Ecuador. En plenarias teológicas, misionológicas, históricas, sociales y económicas y en alrededor de cincuenta talleres y seminarios, los participantes, 1080 mujeres y hombres de 25 países, encararon la temática Todo el Evangelio para Todos los Pueblos desde América Latina. 
Esta sí era una mesa diversa en más de un sentido. Sobre este Congreso recuerda Miguez Bonino:
(CLADE III) rebasa los límites de la FTL para constituirse en un verdadero ‘congreso protestante latinoamericano’ tanto por la amplitud de la representación como por la riqueza de los materiales y la libertad de la discusión. Estuvimos, recuerda, en presencia de un verdadero ‘evento ecuménico’ del protestantismo latinoamericano (Miguez Bonino: 56).

CLADE III no sólo invitó a la mesa a líderes evangélicos jóvenes y emergentes sino que también les abrió espacio para aportes en plenarias y talleres. Estas eran personas que se habían nutrido de la teología generada por el movimiento y llegaba a la convocatoria con testimonios, preguntas y experiencia de campo. Entre ellos hubo más mujeres que en conferencias anteriores, constituyendo sus aportes en plenarias un 20% del total. Los participantes del encuentro indígena Pre-CLADE en Otavalo (19-23 de agosto) también compartieron sus conclusiones al pleno de CLADE.

A su vez, entre los comensales la FTL invitó a personas alineadas tanto con CONELA como con el CLAI.  Padilla califica como “importante logro” el encuentro histórico de miembros titulares del CLAI y de CONELA sobre “Unidad y Misión” (CLADE III: Introducción). Sidney Rooy se conmueve recordando que de las 67 preguntas que el público presentó a los panelistas aquella tarde, casi todas aludían al hecho de que este era el primer encuentro público entre ambas entidades en sus diez años de existencia, frente lo cual el obispo metodista Pagura confesó abiertamente su omisión (Rooy: 3009). La confesión, sin embargo, fue de todos los presentes; y la Declaración de Quito deja plasmada la omisión del pueblo evangélico que había sido demasiado silencioso frente al incremento de la pobreza, las dictaduras militares, las torturas y los desaparecidos (CLADE III: 856-861).

El énfasis en la integralidad de la misión a la cual Dios llama a su pueblo, la conciencia respecto a quienes con demasiada frecuencia quedan excluidas y excluidos de la mesa de la iglesia y de la vida, y la toma de responsabilidad en la encarnación de la misión en el contexto latinoamericano y más allá surgieron entre y marcaron indeleblemente a quienes participaron de CLADE III. En el libro Misión de la iglesia: una visión panorámica, lanzado en ocasión de este congreso, Valdir Steuernagel, entonces Presidente de la FTL explica que mediante el libro y el Congreso:
Se quiere contribuir a la superación cada vez mayor de la dicotomía entre cuerpo y espíritu, individuo y comunidad, palabra y acción, evangelización y compromiso con la justicia, dicotomía que se ha posesionado de muchas de nuestras iglesias y escuelas de formación bíblico-teológica en las últimas décadas de este siglo (Steuernagel: Intro).
 
Y posiblemente pensando en CLADE III es que Justo González afirma lo siguiente:
Es posible trazar en la historia de este movimiento una creciente conciencia primero de las dimensiones sociales del evangelio y después de las dimensiones estructurales de los problemas sociales y económicos de América Latina (González 2007: 237).
 
Aunque reta mucho trabajo investigativo al respecto, es innegable que son innumerables los proyectos y las iglesias que se han visto impactadas por esta perspectiva no polarizada sino integradora de la misión de la iglesia en América Latina.

CLADE IV: y se ponen nuevas mesas…

Nuevamente fue Quito el escenario de otro Congreso Latinoamericano. Esta vez el anfitrión fue el recién estrenado campus del SEMISUD, el seminario de la Iglesia de Dios en el Ecuador. Entre el 2 y el 9 de septiembre del 2000 se dieron cita más de 1200 personas de todo el continente aunque no se esperaban más de 800. Se salió del paso gracias al arduo trabajo de Freddy Guerrero, Coordinador General, y utilizando cuanta casa de retiro o sitio de campamento había en kilómetros a la redonda. La temática central fue Testimonio Evangélico en el tercer milenio: Palabra, espíritu y misión. Nuevamente hubo plenarias teológicas y contextuales que se recogieron en el libro La Fuerza del Espíritu.  Nuevamente se oyeron aportes y perspectivas diversas, que esta vez en lugar de plasmarse en un “libro gordo” se publicaron luego como libros temáticos en la Serie CLADE IV.
La tónica particular de CLADE IV fueron sus consultas temáticas paralelas, que encararon asuntos tan variados como Presencia Cristiana en el Medio Académico,  Ministerios editoriales, Educación Teológica, Misión Integral e Iglesia, y Ministerios entre Niños. Fueron justamente estas dos últimas las consultas que generaron no solo reflexión y publicaciones sino movimientos que se han formalizado en la Red del Camino, de líderes y pastores en Misión Integral, y en el Movimiento Juntos para la Niñez, que bajo la coordinación logística de Red Viva ha estado ministrando en todo el continente desde entonces.
CLADE IV sirvió de catalizadora para la puesta en escena de otras mesas donde se sintieron particularmente invitadas personas, instituciones y redes que se habían nutrido del sólido menú bíblico y contextual ofrecida en décadas anteriores por la FTL. En el 2000, al voltearse la página del milenio, la FTL cumplía sus treinta años de vida y presencia en el continente. El contexto había cambiado, pero el desafío seguía siendo el mismo. ¿La FTL nutriría espacios de estímulo a una reflexión que fuera tanto pertinente como bíblica, tanto propositiva como denunciadora, tanto de las unas como de los otros, tanto local como global?

CLADE V: Desafío de fidelidad y pertinenciaPreguntas como estas indujeron unos años más tarde al entonces equipo de la FTL continental a considerar que, dado el contexto y los propósitos de Dios para su mundo, incluyendo América Latina, era oportuno que la FTL convocara a una nueva mesa.  El lema que la actual directiva de la FTL ha fijado para CLADE V es “Sigamos a Jesús en su Reino de Vida. ¡Guíanos, Santo Espíritu!” El V Congreso Latinoamericano de Evangelización se propone como un proceso de reflexión teológica, comunión, confesión y celebración de la misión de Dios en el contexto latinoamericano.
Los tres ejes centrales, expresados en el lema son: 1. Sigamos a Jesús, porque como iglesia de Jesucristo necesitamos aprender a seguirle, a encarnar con compromiso un discipulado integral; 2. Reino de Vida, porque el Reino de Dios es reino de vida, aun en un contexto latinoamericano plagado por múltiples expresiones de muerte; y 3. ¡Guíanos, Santo Espíritu! porque el nuestro es un ruego, un clamor, una confesión en un medio en el cual demasiados evangélicos se sienten triunfalistas por el crecimiento numérico y el acceso al poder.
Mediante CLADE V, la FTL procura
1.    Generar un movimiento de participación que involucre el mayor número posible de personas, iglesias, instituciones teológicas, organizaciones de servicio y otras instancias del pueblo evangélico de América Latina y El Caribe, alrededor de los ejes centrales.
2.    Promover la reflexión en torno al Evangelio y a su significado para el ser humano y la sociedad.
3.    Contribuir a la vida y misión de las iglesias en América Latina y El Caribe en el siglo XXI con creciente conciencia de la realidad de nuestro contexto.
4.    Servir de plataforma para el diálogo cristiano y entre iglesias, ministerios, redes y movimientos cristianos en América Latina, el Caribe y el mundo.
5.    Propiciar oportunidades para que la Fraternidad Teológica Latinoamericana extienda su servicio como movimiento facilitador de la reflexión evangélica y como plataforma de diálogo cristiano en América Latina y El Caribe.

CLADE V está siendo concebida no como un evento sino como El Proceso de CLADE V, que consta de tres momentos entrelazados.
Los desafíos para esta época están planteados. Tenemos una rica herencia; la FTL ha impactado dentro y fuera del continente con su misionología integral, su hermeneutica contextual, su resistencia a ser forzada a calzar categorías exógenas, su apuesta a la unidad y encuentro dialogal.
Pero el panorama social, político, económico de América Latina no deja de ser lúgubre. Si Ud. es joven entre 17-25 años de edad, es 70% veces más probable de morir asesinado que si Ud viviera en Europa. La desigualdad social, la corrupción y la desesperanza parecen haberse instalado inamoviblemente. Y la realidad eclesial muestra apenas pequeños resquicios de apertura mientras en otros lugares las puertas parecen ir hermetizándose más.
Necesitamos seguir preguntándonos lo mismo que al comienzo: ¿quiénes están poniendo la mesa de la reflexión teológica, quiénes se sientan a la mesa, quiénes tienen voz y voto? ¿Dónde están los jóvenes, las mujeres, los indígenas, las personas de ascendencia africana? ¿Estamos diseminando nuestra provocación no solo en libros y publicaciones académicas sino en folletos, libros temáticos, programas radiales, sitios de Internet? ¿Estamos haciendo disponible nuestro material a las comunidades de fe locales? ¿Estamos asumiendo la responsabilidad que nos cabe en relación con a la comunidad evangélica internacional?  ¿Estamos de veras generando nuevas articulaciones teológicas frente a las realidades actuales como la globalización, el papel de la mujer, la sexualidad, las espiritualidades posmodernas, el movimiento del Espíritu Santo, el inestable contexto político, la inmigración, el tráfico de personas? Estas preguntas deberán contarse en el menú del próximo Congreso Latinoamericano de Evangelización si la FTL va a nutrirse y nutrir a la iglesia latinoamericana para que esta viva plenamente la misión de Dios en este tiempo.
Oremos: Sigamos a Jesús en su Reino de Vida. ¡Guíanos Santo Espíritu!
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