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lunes, 9 de julio de 2012

PABLO Y SU ACTITUD HACIA SU CUERPO

Publicado por Pablo Pérez

 
"Pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor. Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientas estaba en el cuerpo" (2 Cor. 5: 8-10).

Pablo veía su cuerpo como la morada de Dios, un instrumento necesario para servirle en este mundo, pero no ama ni la salud ni el bienestar de su cuerpo como finalidades en sí. Si el servicio al Señor es perjudicial para el cuerpo, da igual; él sufre las consecuencias. Si tiene que pasar hambre, frío, no tener ropa adecuada, si es apedreado, apaleado, encarcelado sin comida ni higiene en una mazmorra oscura, lo sufre; porque su finalidad no es cuidar de su cuerpo para su propia comodidad, sino conservarlo, si puede, por amor a los hermanos, para poder enseñarles y ayudarles en su vida cristiana, y también para llevar el evangelio a los pueblos que aún no lo han oído. Este fue el ministerio que el Señor le había dado, y vivió para cumplir este ministerio.

No teme tanto lo que puede pasar a su cuerpo, sino el tener que rendir cuentas al Señor ante el tribunal de Cristo. Esto es lo que le preocupa. Si pudiese eligir, su elección está clara, iría para estar con el Señor ya, pero esta elección no es suya. Es un hombre con un llamamiento muy claro y tiene que terminar el trabajo que Dios ha puesto en sus manos, y por esto vive, o muere, según el plan perfecto de Dios.

Para Pablo la resurrección es una cosa que cree y vive. Es como si hubiese muerto y resucitado varias veces. Ha sido dejado por muerto apedreado, en cárceles, en el mar, delante de multitudes hostiles, y cada día que vive es un día de resurrección, un día en que Jesús ha vuelto a resucitar y vivir en él; y tan unido está a su Señor que la vida que vive es la vida de resurrección de Jesús. Cada día es un día más de gracia para los creyentes que reciben de él, y para los inconversos que esperan oír el evangelio, y, para Pablo, un día más para seguir adelante con el plan de Dios para su vida. Con toda autenticidad dice: "Para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia" (Fil. 1:21). Esta es la vida de Pablo y como él veía su estancia en el cuerpo. Este hombre está desprendido de su cuerpo.

"Por todos murió (Cristo), para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos" (5:15). Esta fue la visión de Pablo de la vida, y de su cuerpo. Jesús dijo: "Sacrificio y ofrenda (de animales) no quisiste; mas me preparaste cuerpo" (para sacrificarlo)  (Heb. 10:5).  ¡Pablo no le sigue muy de lejos! Frente a estos ejemplos, con la conciencia limpia, ¿podemos nosotros mimar nuestros cuerpos?

Margarita Burt

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