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lunes, 25 de junio de 2012

¿QUÉ SIGNIFICA PARA EL CRISTIANO LA TENSIÓN CREATIVA?

Por Arnoldo Arana

Sin tensión no hay crecimiento en la vida espiritual.

Carácter es, según Noah Webster: “Estampar y gravar  a través de presión”. Crecer en carácter requiere enfrentar situaciones adversas que produzcan crisis y desequilibrio en nuestra vida, que pongan de manifiesto las gritas de nuestro carácter, de modo de estar conscientes de ellas y trabajar para reparar esas grietas. El plan de Dios es hacer de cada persona una igual a él. La Biblia nos dice que Dios nos predestinó para que fuésemos hechos “conformes a la imagen de su Hijo” (Romanos 8:29). Su reto a nosotros es:”Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mateo 5:48). Él está formando su carácter en nosotros, se puede decir que él está estampando y grabando Su imagen en nosotros. Para hacerlo usa muchas veces la presión. Esa es la razón por la cual, tal como lo advierte la palabra de Dios, nos toca enfrentar desafíos y adversidades. Dice Howard Hendricks: “Así que Dios se mueve en nuestras vidas con  propósito divino, para inquietar (romper) periódicamente nuestro equilibrio. Así es como él nos desarrolla”.

Como cristianos hemos sido llamados a ser portadores de la imagen de Dios con la cual fuimos creados. Y aun cuando esa imagen fue alienada, distorsionada  como consecuencia del pecado, Dios no ha desistido de su propósito original. Ahora, Dios no actúa al azar, él provisto en su Hijo, un modelo, un prototipo y el medio para reconstruir esa imagen en cada hombre que ha recibido a su Hijo como Señor y Salvador personal. Dios es el gran constructor de almas. El utiliza a su Hijo como modelo y norma para restaurarnos a su imagen.

Usted podría sentirse desesperanzado ante semejante estándar a alcanzar, pero no tiene porque, ya que Dios, en Jesucristo, no es sólo nuestra meta y norma a la que El nos quiere llevar, sino también la fuerza en  nosotros y los recursos necesarios para alcanzar esa meta. Dios mismo es tanto la norma para la vida espiritual como la provisión para alcanzar esa norma. Hay en la Biblia un pasaje que expone esta verdad en forma maravillosa: “Por tanto nosotros todos mirando a cara descubierta como a un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen (según la  norma, las negrillas son mías), como por el Espíritu del Señor (como con la fuerza o provisión del Señor, las negrillas son mías)” (2da. Corintios 3:18).

Dios no busca crear en nosotros desesperanza, pero si tensión constructiva. Nos quiere inquietos y expectantes con la idea  de ser como él ¿Está usted inquieto y entusiasmado ante el reto de Dios? ¿Siente la tensión constructiva por lo brecha existente entre lo que es hoy y lo que está llamado a ser en Cristo Jesús? ¿Se siente satisfecho con su presente nivel de vida espiritual? Estas no son preguntas retóricas. Por el contrario, nos confrontan con nuestra responsabilidad como hijos de Dios, y deberían hacernos reflexionar hondamente. 

Dice T.B. Maston: “La restauración es tanto un proceso como una realización. En tal proceso siempre habrá una lucha interior por su completa obtención, lucha que durará hasta el fin del viaje cuando despertemos a su semejanza”. La tensión es el resultado natural de confrontarnos con las demandas de Dios en relación con el crecimiento que El espera de nosotros. Las tensiones constructivas emanan de la misma naturaleza de la vida cristiana. Basta con leer las bienaventuranzas del monte pronunciadas por Jesús, para entender el tremendo reto que significa reproducir a Cristo en nuestra vida cotidiana.

Las demandas éticas, morales y espirituales realizadas por Jesús, son de un estándar de altísima exigencia. Las demandas de conducta y realización espiritual del cristianismo han sido colocadas por encima de la capacidad humana, más allá de la fuerza de voluntad, disciplina y poder humanos. Ha sido colocada tan alto que ninguna mano sin asistencia divina puede asirla. Esta brecha parece insalvable al considerar la calidad de vida que vivió Jesús en la tierra: Su santidad divina e integridad inimitable, su justicia perfecta, su sabiduría superior, su inefable e incondicional amor, su capacidad infinita para perdonar, su extrema humildad y mansedumbre, su altruismo y capacidad de sacrificio, su  completa fidelidad al Padre, su actitud de servicio, su obediencia  absoluta a Dios, su fe milagrosa, su deseo puro de hacer la voluntad de Dios. Al observar con detenimiento la vida de Jesús nos hacemos profundamente conscientes de nuestra necesidad de ayuda divina. Pero le damos gracias a Dios, que juntamente con las exigencias sobrenaturales, ha puesto a nuestra disposición los recursos divinos.

El ideal cristiano puede generar mucha tensión constructiva no sólo por el estándar exigido, sino también por la dificultad para entender plenamente el llamado a ser como Cristo- a su imagen. Vale decir, el llamado a reproducir en nuestra vida, el carácter, el amor, la obediencia y la fe de Jesucristo. Dice T.B. Maston: “Podemos resumirlo todo diciendo que cada fase de la vida cristiana, cuando es adecuadamente comprendida y seriamente considerada, es creadora de tensiones para el cristiano honrado, y, en el buen sentido, ambicioso. Debiéramos recordar siempre, sin embargo, que tales tensiones contribuyen a nuestro crecimiento en la vida cristiana: no hay progreso sin tensiones”.

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