25 DE NOVIEMBRE DE 2012
"Os invito a que pongáis un límite en vuestro Facebook. Que pongáis un filtro en vuestros corazones, no para evitar que entre el mal… sino para que no salga. Os invito a que denunciéis los abusos y la corrupción, que os unáis a los que buscadores de paz y verdad .
Pero cuando veáis un insulto gratuito, una descalificación, una broma de mal gusto, apartaos de ello. Tenemos la oportunidad como cristianos de cambiar la sociedad, y el cambio comienza en nuestras bocas y en nuestros muros de Facebook".
Queridos hermanos: Estoy convencida de todos, sin excepción, estamos a favor de dar todo lo que podamos para salir de la crisis, para que baje el número de parados y para que no haya más familias que crucen el umbral de la pobreza.
Estoy segura de que gran parte de las iglesias de este país están ayudando a paliar los efectos negativos de la crisis y se están esforzando por ser relevantes y dar ejemplo en su sociedad. Estoy segura de que en nuestras congregaciones se están levantando… “plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos,especialmente por los gobernantes y por todas las autoridades” (1 Timoteo 2:1-2).
Pero entonces llegamos a casa, alguien pone en el muro de Facebook una imagen del ministro de Cultura con cola y cuernos, nos reímos y le damos al “Me gusta”. Entonces otro amigo copia en su Twitter una noticia de una metedura de pata de un político y lo tilda de basura y nosotros lo retuiteamos. Salimos a la calle a manifestarnos y coreamos que los políticos son unos chorizos. Asentimos a los comentarios peyorativos de los debates televisivos impasibles mientras cenamos, descargando sobre la clase política nuestra furia, impotencia e incredulidad.
No digo que todos tengamos esta conducta… pero tampoco le prestamos atención ni le damos la importancia que tienen estos actos. Porque, ¿en serio, en serio , que “todos” los políticos son unos ladrones y delincuentes? ¿Nos lo creemos? Y aunque lo fueran… ¿Con qué derecho nos creemos a insultar, ya sea un ladrón, un político corrupto o un santo inocente? ¿El error de los demás justifica nuestro insulto?
Y hablo especialmente a los cristianos, a los hijos de Dios, aquellos de los que se dice que sus palabras “sean siempre con gracia, sazonadas con sal” (Colosenses 4:6). Hay algunos que no le dan importancia a lo que dicen o aprueban en las redes sociales generalizando generosamente sin ser del todo verdad, pero… “en el día del juicio todos tendrán que dar cuenta de toda palabra ociosa que hayan pronunciado” (Mateo 12:36).
¿Qué hacemos asintiendo a las frases lapidarias, los eslóganes graciosos y el chiste fácil, sin darnos cuenta de que por medio de ellos nos vamos contaminando de mal humor, de desánimo y de maldad?… “Lo que contamina a una persona no es lo que entra en la boca sino lo que sale de ella” (Mateo 15:11). Y no solo eso, sino que se nos da un mandato bien directo: “Bendecid, y no maldigáis” (Romanos 12:14).
Le debemos respeto a todo el mundo. A mí (y creo que muchos estaréis conmigo) no me gustaría que me insultasen, me ridiculizasen ni me vilipendiaran en público, por lo tanto no lo voy a hacer yo con los demás . Ni siquiera con los políticos con los que no estoy de acuerdo … “No juzguéis, y no se os juzgará. No condenéis, y no se os condenará” (Lucas 6:37). Es más, le debemos aún más respeto a las autoridades, porque están puestas por Dios (Romanos 13:1-7). Tened cuidado cuando leáis estos versículos, porque duelen. Y no solo eso, sino que si seguimos leyendo en el versículo de 1 Timoteo 2 donde se nos insta a orar y bendecir a los gobernantes, se nos dice claramente que eso tiene una recompensa: “… para que tengamos paz y tranquilidad”.
Paz y tranquilidad. ¿No es eso lo que le pedimos a Dios para esta nación? ¿Y no nos hemos parado a pensar que quizá estamos boicoteando nuestras propias oraciones participando en este juego social del “linchamiento al político”?
Os invito a que pongáis un límite en vuestro Facebook. Que pongáis un filtro en vuestros corazones, no para evitar que entre el mal… sino para que no salga. Os invito a que denunciéis los abusos y la corrupción, que os unáis a los que buscadores de paz y verdad .
Pero cuando veáis un insulto gratuito, una descalificación, una broma de mal gusto, apartaos de ello. Tenemos la oportunidad como cristianos de cambiar la sociedad, y el cambio comienza en nuestras bocas y en nuestros muros de Facebook.
Autores: Noa Alarcón Melchor
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