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viernes, 11 de mayo de 2012

LOS EVANGÉLICOS EN AMÉRICA LATINA HOY

Primera Parte

Uno de los destacados pensadores de nuestra generación reflexiona sobre la realidad de la Iglesia en nuestro continente. Entre los asuntos que considera aparece el fenómeno de las iglesias para-evangélicas que están emergiendo, también trata el marcado crecimiento de la iglesia evangélica, pero frente a él la realidad de la deserción y sus causas. Este es un trabajo para dejar a los líderes inquietos con preguntas que exigen respuestas prácticas, concretas y pertinentes.
Los evangélicos en América Latina hoy (Primera Parte)
El 6 de octubre del año 2002 más de cuatro millones de personas votaron por Rosinha Garotinho para gobernadora del Estado de Río de Janeiro en Brasil. Se trata de una periodista presbiteriana ampliamente conocida, quien fue precedida en el mismo cargo por Benedita da Silva, una líder afro-brasileña muy popular, miembro de las Asambleas de Dios (1). Estas mujeres evangélicas han llegado a conseguir éxito en la política como miembros de partidos socialistas, y resultan así símbolos de un cambio de los estereotipos tradicionales con que se suele describir a los evangélicos latinoamericanos. Las historias de estas mujeres muestran que los evangélicos no sólo están contribuyendo a una reforma del tradicional machismo latinoamericano, sino también respondiendo a los desafíos en el campo político y social que tanto protestantes tradicionales como pentecostales enfrentan como resultado del crecimiento numérico de sus iglesias.
En el presente trabajo me ocupo en particular de la situación de las iglesias evangélicas. En América Latina el término «evangélico» describe bien el talante, la manera de ser de la mayoría de las iglesias protestantes. Esto incluye a las llamadas iglesias «históricas» que vinieron de Europa y Norteamérica en el siglo diecinueve, a las iglesias libres que resultaron de la labor de las misiones independientes y a las iglesias pentecostales clásicas que resultaron de obra misionera o de avivamientos locales. La fuerza religiosa dominante sigue siendo la Iglesia Católica Romana, que ha pasado por cambios significativos en las décadas más recientes, pero que continúa declinando tanto numéricamente como en su influencia sobre la sociedad, a pesar de los esfuerzos visibles del Vaticano y las jerarquías locales para ganar de nuevo influencia en la político y control de la educación pública. Hay también una nueva fuerza religiosa que está emergiendo y que podría ser descrita como para-evangélica. Proviene de algunos católicos carismáticos que rompieron con Roma (caso de la Iglesia Agua Viva en el Perú), de algunas misiones de las llamadas «mega-iglesias» carismáticas de Estados Unidos (caso de la Iglesia Verbo en Guatemala), o grupos que se separaron de iglesias evangélicas tradicionales. Algunas de estas se han conectado con el llamado movimiento «neo-apostólico» que personas como Pedro Wagner se esfuerzan en controlar desde los Estados Unidos. Estas iglesias para-evangélicas inicialmente buscan legitimación vinculándose a los evangélicos. Sin embargo, su crecimiento numérico, su desprecio por la definición teológica, su capacidad de desarrollar formas de vida eclesial pertinentes a la cultura pos-moderna, y su pretensión de ser algo nuevo y original, puede convertirlas en una nueva fuerza religiosa diferente tanto de los evangélicos como de los católicos.
Crecimiento evangélico
La prensa estadounidense, tanto religiosa como secular, nos recuerda con frecuencia que en las décadas más recientes en América Latina se ha dado un crecimiento notable de las iglesias evangélicas, especial pero no únicamente de las de tipo pentecostal. Se ha escrito mucho sobre ese «crecimiento espectacular». La edición más reciente del libro Operation World —una guía estadística generalmente bien informada— hace referencia a un total de 55 millones de evangélicos en Latinoamérica y el Caribe. Al mismo tiempo cuestiona otro cálculos más optimistas que podrían ser el resultado «en buena parte de una forma pentecostal exuberante de ofrecer cifras estadísticas» (2).
Un análisis cuidadoso y más detallado muestra un crecimiento constante en lugares como Colombia donde los evangélicos eran 85.000 en el año 1968 (0,43% de una población de diecinueve millones) y llegaron en el año 2000 a la cifra de dos millones (o sea 5% de una población total de 38 millones. Con la persistente atención que prestan tanto los sociólogos como las jerarquías católico-romanas a este fenómeno, ya contamos con numerosos análisis cualitativos del crecimiento numérico que nos pueden servir de base para una reflexión misionológica. Tomemos por ejemplo el caso de Chile donde el Protestantismo ha estado presente por más de un siglo. Un estudio reciente de la Universidad Católica concluye que 13,9% de la población de ese país es evangélica. Entre las clases sociales ricas el porcentaje es de apenas 6,2% mientras que en las clases más pobres 21% de la población se declara evangélica (3). El estudio presta atención al hecho de que mientras el sacerdote católico promedio ha pasado por un mínimo de diez años de formación rigurosa, muchos de los pastores evangélicos son autodidactas.
Algunas investigaciones misionológicas han sacado a la luz hechos aun más perturbadores que indican que en algunos países los evangélicos muestran señales de fatiga y deserción. Con un trabajo de campo muy cuidadoso y bien fundamentado, por ejemplo, se ha encontrado que un número significativo de personas de iglesias evangélicas regresan al Catolicismo o abandonan el Cristianismo por completo. Uno de estos estudios inquietantes es el que realizó el sociólogo y pastor Jorge Gómez en Costa Rica, en el cual se nos ofrecen cifras que fundamentan estas tendencias. Gómez completó su investigación en 1994 y pudo usar muestras sociológicas rigurosas de estudios llevados a cabo entre 1989 y 1991. Resumiendo su estudio afirma, «aproximadamente una de cada dos personas que fueron protestantes en algún período de su vida han abandonado la iglesia. Del casi 20% de la población que en algún momento de su vida fue o es protestante, solo 10% era protestante al momento del estudio» (4). La deserción ha sido más alta de lo que hubieran podido pensar los pastores y líderes denominacionales. Los grupos en los cuales la deserción es más frecuente son los adultos jóvenes (entre 18 y 24 años de edad), los hombres, las personas nacidas en hogares protestantes y los creyentes nuevos (dentro del primer o segundo año de su afiliación). Hay una relación directa entre procesos de discipulado intencional y retención de miembros. Las iglesias que han perdido más miembros son aquellas que no tienen un plan claro de discipulado y atención pastoral. Entre las principales razones que causan la deserción están la incapacidad de los que desertan para vivir de acuerdo a los requisitos morales que las iglesias exigen, y también los escándalos financieros y sexuales entre pastores y líderes.
Capacitación de líderes
Frente a ese crecimiento numérico constante la capacitación de líderes pasa a ser una de las tareas más urgentes. La educación teológica por extensión fue una de las formas creativas con que algunos misioneros respondieron a este desafío en la década de los años 1960. Se trataba de una alternativa funcional a las formas más tradicionales de educación teológica y capacitación de líderes. Hay seminarios y escuelas bíblicas denominacionales e independientes que llevan más de un siglo de servicio y que continúan ofreciendo una valiosa formación para pastores, misioneros y líderes. Junto a estas instituciones hay organizaciones de las llamadas para-eclesiásticas tales como la Comunidad Internacional de Estudiantes Evangélicos, Juventud para Cristo, Unión Bíblica y Juventud con una Misión que han contribuido de manera especial a la formación de líderes laicos y a despertar vocaciones para el ministerio cristiano.
En el pasado las instituciones teológicas eran acreditadas por las iglesias y denominaciones pero no por las autoridades educativas de los países latinoamericanos. Se trataba en parte de una condición propia de la situación de minoría discriminada por los estados confesionalmente católicos. En este punto Puerto Rico fue una excepción en el mundo de habla hispana. Más recientemente, sin embargo, ha habido una tendencia constante y creciente a elevar el nivel educativo de las instituciones teológicas a fin de hacerlas compatibles con los requisitos de las autoridades educativas para así conseguir valor oficial para los estudios teológicos. Cierta medida de pluralismo y aceptación social en sociedades relativamente secularizadas explica esta búsqueda de reconocimiento social. El Seminario Bíblico Latinoamericano de Costa Rica conocido por su énfasis en la Teología de la Liberación se ha convertido en la Universidad Bíblica Latinoamericana y una escuela más conservadora como el Seminario Bíblico de Medellín en Colombia también ha adquirido nivel universitario. Así estas dos instituciones teológicas independientes han sido acreditadas por las autoridades educativas de esos países. Varios seminarios denominacionales en todo el continente buscan ahora el mismo nivel. Mientras tanto varias mega-iglesias para-evangélicas están creando sus propias escuelas bíblicas con un fuerte contenido carismático.
Algunas denominaciones han respondido en forma creativa a las demandas de formación de líderes en un nivel avanzado. La Asambleas de Dios han montado un programa semi-residencial por extensión con varias sedes en América Latina, acreditado por su Seminario de Springfield en Missouri, Estados Unidos. La Alianza Cristiana y Misionera ha desarrollado un programa semi-residencial a nivel de Maestría, con varias sedes nacionales y acreditado por la Universidad Evangélica de las Américas de Costa Rica. Hay varios otros esfuerzos cooperativos para canalizar fondos y personal misionero en forma mancomunada con iglesias latinoamericanas, en respuesta a las demandas críticas de la capacitación de líderes. Por otra parte resulta muy difícil entender por qué en un momento como este la Junta Internacional de Misiones de los Bautistas del Sur ha decidido abandonar su significativa participación en la educación teológica, pasando por alto a las iglesias bautistas, a fin de dedicar todo su personal y sus fondos a plantar iglesias entre los así llamados «pueblos no alcanzados».
Tengo la convicción de que la ayuda para la formación de líderes es hoy más necesaria que nunca debido a que las formas de liderazgo están en crisis. La fragilidad institucional es una característica de los evangélicos en América Latina, y tanto el cambio cultural como la crisis económica de la región están poniendo a prueba la continuidad de la vida institucional. Si bien algunas de las antiguas denominaciones cuentan con una estructura institucional que les ha permitido mantener continuidad en su liderazgo pasando por cambios generacionales, algunas de las denominaciones más nuevas enfrentan crisis en ese sentido. Algunos líderes de la Alianza Cristiana y Misionera, una de las denominaciones no pentecostales que más ha crecido en el Perú me han dicho que se estaba considerando la adopción de una estructura de gobierno de tipo episcopal. Las mega-iglesias carismáticas proponen un modelo pastoral de tipo autoritario que parece ser contextual, y que conecta bien con la forma de liderazgo clerical autoritario profundamente arraigada en la cultura católica. Los escándalos sexuales y financieros de algunos pastores de mega-iglesias en países como Argentina y Perú han demostrado los peligros de una forma autoritaria de liderazgo que no tiene control ni directivas claras de rendimiento de cuentas. En mis viajes por América Latina he conversado con muchos pastores de diferentes denominaciones que se ven tentados a adoptar este estilo autoritario cediendo así a la propaganda que dice que es la única manera de conseguir crecimiento numérico y éxito financiero.
La fragilidad institucional afecta también las estructuras de cooperación interdenominacional. La alianza conservadora conocida como CONELA y relacionada con la World Evangelical Fellowship parece estar permanentemente al borde de la extinción. La alianza ecuménica conocida como el CLAI ha mantenido una presencia institucional más clara, especialmente gracias a sus servicios de prensa y comunicaciones. La Agencia Latinoamericana (ALC ) provee un excelente servicio de noticias por internet que cubre la totalidad de América Latina. Su periódico mensual Nuevo Siglo es casi la única publicación impresa que ofrece una medida de visibilidad a los evangélicos. Otra publicación de éxito es Apuntes Pastorales, una revista trimestral publicada por Desarrollo Cristiano Internacional. Está ahora en su vigésimo año de publicación y tiene una circulación de 50.000 ejemplares en las Américas, lo cual es un triunfo en un mercado tan disperso y volátil.
Las iglesias y la vida política
Tanto el crecimiento numérico como las turbulencias sociales en las décadas que siguieron a la revolución cubana de 1959 dieron lugar a grandes expectativas sobre el posible impacto político y social de la presencia evangélica en América Latina. Es innegable que ha habido un impacto social significativo por lo menos en tres aspectos diferentes (5). Primero, las condiciones sociales de pobreza y opresión se han agravado, y sus víctimas son principalmente los jóvenes y los niños, afectados por el terrorismo, la violencia política, la desintegración familiar. Frente a todo ello las iglesias y misiones evangélicas han demostrado una capacidad excepcional para movilizar recursos y voluntarios creando redes de apoyo a proyectos de servicio. Así por ejemplo la Red Viva, una iniciativa de la Misión Latinoamericana, ha conseguido conectar a un buen número de agencias y personas que trabajan con la niñez en riesgo a lo largo del continente. Segundo, el crecimiento de la iglesia entre las poblaciones indígenas ha probado que el Evangelio tiene un poder redentor al elevar los niveles de vida y la capacidad de auto-ayuda y auto-gestión de la población. Estudios de antropólogos y sociólogos neutrales de fuera del campo evangélico han demostrado este impacto social en países como Guatemala, México, Ecuador, Perú y Bolivia. Tercero, el crecimiento pentecostal entre los pobres de las grandes ciudades ha tenido el mismo efecto redentor aunque en escala menos visible, ya que es más difícil de detectar y medir. En cualquier caso ha servido para ayudar a los pobres de las grandes ciudades, en sus luchas por sobrevivir en la selva urbana (6).
Sería de esperarse que hubiese una progresión lógica de la transformación social a la acción política pero después de tres décadas de presencia evangélica en la política latinoamericana las serias dudas y desilusiones han llevado al punto del sonrojo y la vergüenza. Hay estudiosos como Paul Freston del Brasil que han venido investigando cuidadosamente el asunto, reuniendo datos y estadísticas y trabajando con un equipo en diferentes partes de América Latina. Hay un espectro amplio de experiencias dentro de dos líneas generales de acción. En lugares como Guatemala evangélicos carismáticos llegaron a situaciones de poder como en el caso de Efraín Ríos Montt luego de un golpe militar y Jorge Serrano Elías como resultado de un proceso electoral. El primero ha tenido dificultades en la prosecución de su carrera política debido a las acusaciones de genocidio de comunidades indígenas durante las operaciones militares contra las guerrillas en su gobierno. Por su parte Serrano Elías tuvo que renunciar y exilarse frente a las presiones provocadas por la probada y extrema corrupción de su gobierno. En el caso del Perú, hubo un pastor bautista elegido Vice-Presidente y varios evangélicos elegidos en el Congreso durante el primer gobierno de Alberto Fujimori. Con un golpe de estado Fujimori anuló al Vice-presidente y se deshizo del Congreso. Luego en su segunda elección otros evangélicos llegaron al Congreso pero durante su período de gobierno no se puede señalar absolutamente ninguna iniciativa de legislación o vida política que de alguna manera reflejara la experiencia social de los evangélicos de ese país. Los congresistas evangélicos no mantuvieron en su vida pública ninguna de las características típicas de la ética social protestante. A falta de convicciones políticas básicas y de claridad ética estos políticos elegidos con los votos evangélicos se dejaron guiar solamente por la conveniencia personal y el oportunismo, como cualquier otro político sin convicciones lo haría.
Hay, sin embargo, otra línea de conducta que no debe pasarse por alto. Miembros de iglesias tradicionales elegidos para la función política tales como el metodista José Míguez Bonino en Argentina, o los presbiterianos Pedro Arana en el Perú y Jaime Ortiz Hurtado en Colombia hicieron aportes significativos al debate y la legislación de sus países basados en su fe evangélica. Conforme pasa el tiempo será inevitable que más evangélicos resulten elegidos en los años venideros. Los casos ya mencionados de Rosinha Garotinho y Benedita da Silva tienen que entenderse dentro del marco de la situación nacional del Brasil, país en el cual los evangélicos tienen la tradición más antigua de presencia evangélica en la vida política. Así pues, las iglesias evangélicas son desafiadas a proveer una pastoral para sus políticos y los teólogos y pastores tienen la tarea de articular una ética contextual en lo social y político nutrida de la fe protestante.
El autor, de nacionalidad peruana, es Doctor en Teología y en Ciencias de la Educación; reconocido escritor, conferencista y docente.
Ideas básicas de este artículo
  1. En estos días está emergiendo una fuerza religiosa: la iglesia para-evangélica. Esta surge de algunos católicos carismáticos separados y de las mega-iglesias carismáticas o evangélicas tradicionales conectadas con el movimiento neo apostólico.
  2. En algunos países los evangélicos muestran fatiga y deserción: muchos regresan al catolicismo o abandonan el cristianismo por completo.
  3. Frente al crecimiento numérico constante, la capacitación de líderes pasa a ser una de las tareas más urgentes, pues las formas de liderazgo están en crisis.
  4. Es necesario que los teólogos y pastores articulen una ética contextual en lo social y político nutrida de la fe protestante.
Preguntas para pensar y dialogar
  1. ¿Cuáles distintivos de las iglesias para-evangélicas pueden convertirlas en una fuerza religiosa diferente de los evangélicos y católicos?
  2. ¿Cuáles recomendaciones puede dar a su congregación con respecto al fenómeno de las iglesias para-evangélicas?
  3. ¿Qué cambios significativos debería hacer la iglesia evangélica para superar la deficiencia de pastores con preparación teológica formal?, ¿cuáles serían las consecuencias de no actuar?
  4. ¿Cuáles son algunas de las principales razones de la deserción?, ¿cuáles de estas identifica en su propia congregación?, ¿qué medidas se podrían tomar para corregir esta tendencia?
Notas:
1. Nuevo Siglo (CLAI, Quito) Año 2, No. 1 Nov. 2002
2. Patrick Johnstone and Jason Mandryk, Operation World, Carlisle: Paternoster, 2001; pp.33-34
3. ALC Servicio de noticias, Agosto 10, 2001
4. Jorge I. Gómez El crecimiento y la deserción en la iglesia evangélica costarricense, San José: INDEF., 1996; p.133.
5. Sobre este aspecto ver C.René Padilla y Tetsunao Yamamori, eds.Servir con los pobres en América Latina (Kairos, 1997) y C. René Padilla, ed. De la marginación al compromiso. Los evangélicos y la política en América Latina (FTL, 1991); David Martin Tongues of Fire (Basil Blackwell, 1990); y mi libro Tiempo de misión (Semilla, 1999).
6. Coping with Poverty (Confrontando la pobreza)es el título de un libro de la socióloga Brasileña Cecilia Mariz, en el cual realiza un estudio comparativo de cómo Pentecostales, Espiritistas y Católicos de las Comunidades de Base hallan fuerzas para enfrentarse a la pobreza en la escena urbana del Brasil (Temple University Press, 1994).
Apuntes Pastorales, Volumen XXII Número 1

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