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jueves, 17 de mayo de 2012

Si la Biblia es una: ¿Por qué hay tantas iglesias diferentes?


¿Por qué hay tantas iglesias cristianas si sólo hay un Cristo, un evangelio y una Biblia? ¿Por qué son distintas? ¿Por qué pareciera que muchas de ellas dijeran: “yo soy la verdadera”, “Yo soy la mejor”, “nosotros sí obedecemos a Dios”…?
Para responder consideremos primero “el fondo y la forma” de cada iglesia. En el fondo, en su esencia, la mayoría de iglesias cristianas comparten lo mismo. Por ejemplo: Creen en Jesucristo como único salvador, en la Biblia como máxima autoridad, en el perdón de pecados por Cristo y la fe en él, en su retorno a la tierra, en la persona del Espíritu Santo, etc. Pero en sus formas, las iglesias pueden ser muy distintas por el énfasis que le dan a ciertas doctrinas como la del Espíritu Santo, los dones, el servicio; o por la preferencia con ciertos estilos de liturgia, tradiciones, modelos de organización, etc. Diversidad que expresa una sola fe y que no debe verse como un problema ni una debilidad, sino más bien como una fortaleza y oportunidad, pues el contexto, la cultura y la necesidad de cada grupo es diferente. Así, las congregaciones adoptan formas para desarrollar mejor su vida cristiana; tal como sucedió al comienzo de la cristiandad con iglesias como la de Jerusalén y de Antioquía, diferentes, pero unidas en la misma fe.
El problema y la confusión surgen cuando no se distinguen la forma del fondo, y se equiparan verdades fundamentales (que no varían) con su aplicación (que variará siempre). Así, las congregaciones pueden distanciarse y auto-proclamarse "la mejor" defendiendo apasionadamente sus formas, juzgando y acusando a quienes no piensan igual ni siguen sus mismas costumbres.
Otra consideración necesaria para entender a las diferentes iglesias, es que las Escrituras Bíblicas contienen temas claramente expuestos y otros que no lo son tanto. Hay declaraciones contundentes en los evangelios y las cartas de los apóstoles explicadas extensamente que no dan margen a dudas. Pero también hay aspectos que Dios no ha querido revelar, las cuales originan más de una interpretación y en las que las iglesias pueden diferenciarse. Por supuesto, estas interpretaciones tienen que ver con detalles o temas de menor importancia cuya postura al respecto no determina la salvación ó perdición eterna de nadie.
Uno de los tantos temas que podríamos dar como ejemplo al respecto es “La segunda Venida de Jesucristo”. La Biblia expresa con total claridad que Jesús volverá a juzgar y reinar, y anuncia una serie de eventos relacionados (el arrebatamiento de la Iglesia, Tribulaciones, Plagas, el Anticristo, etc.). Todas las iglesias cristianas creen esto, aunque pueden diferir en el orden de ciertos sucesos porque la propia Biblia no detalla el orden cronológico de los mismos. Sin embargo esto no es de mayor importancia porque todos los creyentes entendemos el mensaje: Sea que regrese antes o después, ¡él regresará en cualquier momento! y tenemos que estar preparados para encontrarnos con él.
Finalmente, entre las iglesias denominadas cristianas sí hay las que son sustancialmente diferentes. Sus fundadores y líderes tergiversan las verdades fundamentales del evangelio ya sea por una deficiencia en la comprensión de lectura, o por no estudiar la Biblia en su totalidad, o por dejarse llevar por preconceptos, tradiciones, o simplemente porque el engaño les conviene. Los errores abundan: que es necesario dar dinero para salvarse, que otros mediadores nos llevan a Dios, que todavía es necesario sacrificar animales, que hay otra Biblia, que Jesús ya está en la tierra, etc.
Cada uno dará cuentas a Dios. Cada uno tiene la responsabilidad de buscarle con sinceridad y leer en la Biblia el evangelio de Jesucristo. Quienes le creen, pasan a formar parte de él y de su Iglesia Espiritual, aquella Iglesia Universal formada por todos los creyentes de todos los tiempos y lugares, de diversos colores y formas, que se reúnen en diversas congregaciones, que se esfuerzan juntos para ser como El Maestro. Que no confían en su iglesia, sino en Jesucristo.



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