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lunes, 29 de octubre de 2012

DARÍO LÓPEZ: SOBRE POLÍTICOS EVANGÉLICOS




Ubaldo Tejada Guerrero y María Julia Luna (Maestra Peruana y Luchadora por el voto femenino en el Perú).
  Por: Ubaldo Tejada Guerrero.  
"JESÚS EN ACCIÓN", como un homenaje a Martin Lutero, que un 31 de Octubre, plantó en las misma puerta de una iglesia hecha con manos humanas, sus tesis, que sentaron en la historia del cristianismo los principios bíblicos, que deben regir la vida de todos cristianos, he considerado prudente reproducir un interesante análisis sobre lo que significa la participación política de nuestros hermanos evangélicos en el Perú, en vísperas del proceso electoral 2,014 y 2,016, donde todavía no se aprende la lección de jormadas anteriores, cuyo saldo todavía es deficiente en cuanto a la formación de capacidades y habilidades en el campo ideológico, político, programático y ético.
Pero vaya mi felicitación a nuestros hermanos evangélicos, que con los dones recibidos por Dios, se esfuerzan y son valientes por capacitarse y fundamentalmente actuar en un campo minado, como es la vida política en el Perú, fuertemente plagada de potestades en la corrupción, narcotráfico, inseguriridad ciudadana, delincuencia; pero esencialmente la falta de un proyecto país para el siglo XXI.
Hermano Darío su análisis sigue vigente hoy el 2,012, no sólo en el Perú, lo importante es la lucha de ideas, sin acepción de personas, pero precisando como usted señala: "Se trata entonces de elegir, no solamente en base a las preferencias político-electorales sino también teniendo en cuenta principios éticos-morales irrenunciables como la reconciliación, el respeto por la vida humana, la justicia social, la paz social, una vida digna para todos, entre otros. ¿Qué le diremos al Dios de la Vida, que es justo y ama la justicia, sobre nuestras decisiones políticas y preferencias electorales en esta hora de prueba que nos ha tocado vivir?".


 

Elecciones en Perú

"En lo esencial, unidad; en lo no esencial, libertad; en todo, caridad".
Juan Wesley.



Por Darío A. López Rodríguez

Las palabras de San Pablo, «tenemos este tesoro en vasijas de barro» (2 Corintios 4:7 NVI), da cuenta de la condición humana de los mensajeros del evangelio, cualquiera sea su nacionalidad, posición social, trasfondo cultural o preferencia política partidaria; condición humana que se nota especialmente cuando ejercen el poder en el seno de la comunidad evangélica o en otros espacios sociales.

Al respecto, una evaluación crítica de la experiencia de participación política de los evangélicos peruanos en los últimos años revela que una gran mayoría de los que estuvieron en el epicentro del poder, no siempre fueron inmunes a las prácticas corrientes de caudillismo, nepotismo, corrupción, transfuguismo, entre otros males endémicos que caracterizan a la comunidad política y a la sociedad circundante.

A pocos días de la segunda vuelta electoral del 5 de junio de 2011, nuevamente aflora la condición humana de pastores y miembros de iglesias evangélicas. Parece que la historia reciente de participación política poco o nada nos ha enseñado sobre asuntos que se malinterpretan o que son mal comprendidos.

¿Qué necesitamos interpretar y comprender bien todos nosotros para no etiquetar apresuradamente a nuestros hermanos en la fe, ser tolerantes con los que tienen una opinión política distinta a la nuestra, administrar correctamente la información que nos llega antes que adecuarla a nuestros intereses políticos y respetar las decisiones políticas y electorales de todas las personas?

1. Las opciones políticas partidarias y las opciones electorales son asuntos individuales o personales que jamás deben comprometer a las instituciones a las que los individuos pertenecen.

Cuando las iglesias locales, las denominaciones o las instituciones representativas se identifican pública o secretamente con una determinada opción política partidaria, se olvidan que en la comunidad evangélica se tiene que respetar la pluralidad de opciones políticas partidarias. Cuando los pastores hacen propaganda política partidaria desde el pulpito o coaccionan a los miembros de las congregaciones locales para que voten por el candidato de su preferencia personal se olvidan que cada miembro tiene derechos y libertad para votar, según su conciencia, por cualquiera de los candidatos que compiten en una elección.

2. Las formas acostumbradas de calificar a las distintas opciones políticas partidarias (derecha, centro-derecha, centro, centro-izquierda, izquierda) no explica necesariamente ni la opinión ni la práctica política de los creyentes evangélicos.

La identidad evangélica y los principios sobre los cuales se construye esa identidad están por encima de los adjetivos políticos y de las formas de etiquetar las preferencias partidarias. Hacemos mal, muy mal, cuando descalificamos a alguien porque tiene simpatía por una propuesta política partidaria, tildándole de “comunista”, “caviar”, “fujimorista” o “humalista”. Antes de atrevernos a descalificar a nuestro hermano en la fe con un adjetivo que puede ser ofensivo, tenemos que conocer sus credenciales democráticas, su historia de vida, su compromiso cristiano y su testimonio en los diversos espacios sociales en los que cotidianamente se moviliza.

3. Cuando se tiene en cuenta toda la información que actualmente circula al interior de la comunidad evangélica, da la impresión de que un sector de los evangélicos piensa que tener cierta simpatía por la llamada izquierda política es una traición al evangelio, una señal inequívoca de desviación doctrinal y una prueba incuestionable de infiltración comunista en el seno de las iglesias.

Quienes piensan de esa manera, insinúan que la única opción política validada por la Biblia y coherente con la identidad evangélica es ser de la derecha política. Para nosotros tiene que estar claro que ni la izquierda ni la derecha política son expresión del reino de Dios y tampoco un resumen de los principios éticos de la fe evangélica. Ambas son opciones políticas partidarias y nada más que eso, y quien se identifica con cualquiera de ellas no es ni menos creyente ni menos santo que quien se encuentra en la antípoda política. Además, así nos resulte difícil aceptar debido a la pretensión que tenemos de creer que la “verdad” está de nuestro lado y nada más que de nuestro lado, tenemos que admitir que todas las opciones político-partidarias —de derecha y de izquierda— están sujetas al juicio de la Palabra de Dios.

4. En esta campaña electoral, la llamada “guerra sucia” parece estar afectando también a la comunidad evangélica, especialmente, cuando por defender una opción política partidaria personal, descalificamos o desprestigiamos a nuestros “adversarios políticos” que también son creyentes como nosotros.

Y puede ocurrir también que, por defender nuestra opción electoral particular, se circule información parcializada o interesada políticamente, para dejar mal parados a los que tienen una opción electoral distinta a la nuestra.

5. La segunda vuelta electoral, si bien es una elección política, tiene también un ingrediente ético-moral que todos nosotros tenemos que saber sopesar apropiadamente.

Una de las opciones electorales representa la continuidad de un sistema antidemocrático que no siempre ha favorecido a los pobres y excluidos de nuestro país, el autoritarismo, la corrupción, la violación de derechos humanos y el robo de los recursos públicos. La otra opción electoral representa la posibilidad del cambio, el crecimiento económico con inclusión social, el respeto por el derecho a la tierra de sus ancestros de las comunidades andinas y de los pueblos amazónicos y la igualdad de oportunidades para todos. Se trata entonces de elegir, no solamente en base a las preferencias político-electorales sino también teniendo en cuenta principios éticos-morales irrenunciables como la reconciliación, el respeto por la vida humana, la justicia social, la paz social, una vida digna para todos, entre otros. ¿Qué le diremos al Dios de la Vida, que es justo y ama la justicia, sobre nuestras decisiones políticas y preferencias electorales en esta hora de prueba que nos ha tocado vivir?

6. Libertad, tolerancia, respeto, honestidad, transparencia y justicia deberían caracterizar nuestra práctica ciudadana y nuestra actuación política en esta coyuntura político-electoral y en cualquier otra circunstancia.

Como creyentes, no deberíamos permitir que las pasiones políticas y las preferencias electorales oscurezcan el testimonio cristiano y dividan al pueblo de Dios. Una democracia para todos no se construye derribando a otros, siendo intolerantes e injustos, o limitando la libertad de nuestro prójimo. Sigamos en todo momento el consejo de San Juan:

"Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano (1 Juan 4:20-21)".

En estos días previos al 5 de junio de 2011, no olvidemos, además, el sabio consejo de Juan Wesley, el padre espiritual del metodismo:

"En lo esencial, unidad; en lo no esencial, libertad; en todo, caridad".

Vasijas de barro. Asuntos de política, elecciones y decisiones éticas.
2 Junio 2011











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