DOCUMENTO FINAL
Reunidos en Pacheco, Argentina, en el Centro Kairós, del 29 de agosto al 2 de setiembre de 1998, pastores, sociólogos, historiadores, teólogos, investigadores sociales y políticos evangélicos de diversos países de América Latina y el Caribe, fuimos participantes de un proceso de reflexión denominado «Evangélicos, Política y Sociedad», EPOS. Durante esos días reflexionamos sobre las distintas formas de presencia evangélica en la sociedad y sobre el sentido de la misión de la Iglesia en nuestro sufrido y esperanzado continente.
El tema que nos convocó, Evangélicos, Política y Sociedad, nos permitió tener una visión global de la realidad de América Latina y de la tarea pastoral que le toca cumplir a la iglesia en esta situación.
En un ambiente de compañerismo cristiano y de diálogo fraterno, pudimos reflexionar bíblica y teológicamente sobre la relación entre el poder político y el llamado al servicio de las iglesias en la misión que Jesucristo nos encomendó. Tanto los devocionales, las exposiciones teológicas, las plenarias y hasta los diálogos de café, nos sirvieron de escenario para informarnos del quehacer de las iglesias y de su responsabilidad frente al Estado, la Sociedad Civil y frente al cuidado de la Creación.
Por esa razón, nos alegra compartir con ustedes un documento que no quiere ser normativo sino un testimonio de nuestro proceso de reflexión y de las recomendaciones pastorales a que arribamos y que llevamos de regreso a nuestras respectivas iglesias y países.
I. LOS EVANGELICOS, LA POLITICA Y LA SOCIEDAD
1. Constatamos que, desde su ingreso a América Latina y el Caribe, cuando las iglesias evangélicas han cumplido con la misión encomendada por Cristo, han tenido una presencia significativa en diversas áreas de la vida social, cultural, económica, política y religiosa de nuestros pueblos. Aunque hemos cometido errores y a veces hemos sido objeto de la crítica de la sociedad por nuestra pasividad o ausencia, especialmente en situaciones de crisis, reconocemos que esa actitud está siendo superada y enmendada por nuevas formas de testimonio público.
2. En este sentido constatamos con regocijo que líderes evangélicos de diversas denominaciones han ejercido en las diversas esferas de la sociedad un influjo importante, reconocido por la misma sociedad como testimonio de la Iglesia. Tambien miramos con regocijo, preocupación y responsabilidad el hecho de que líderes evangélicos asumieran cargos públicos en la vida política de nuestros países y hasta se hayan organizado para participar directamente en el poder político.
3. No obstante ese regocijo, no nos nubla para ver que frente a la vida política de nuestros países, las iglesias deben desarrollar un juicio crítico a partir de su discernimiento y de la comprensión bíblica de la función del Estado y de los gobernantes.
4. Alentamos a las Iglesias a que encarnen un estilo de vida que esté de acuerdo con los presupuestos bíblicos de una ética del Reino, que busquen la fuerza de Dios para influir en la sociedad al punto de cooperar en su transformación, y que de esta manera se constituyan en un medio de aprendizaje vivencial y directo de lo que sería una nueva condición de vida, según el modelo de Cristo. Entendemos que como comunidad de fe la Iglesia es un espacio de difusión y profundización de los valores de Reino de Dios y, a veces, de prácticas democráticas; por lo tanto, debe ser signo y anticipo del Reino de Dios en la Tierra.
5. Asimismo nos parece bien que las iglesias se constituyan en generadoras de opinión pública. Sería deseable que las iglesias asuman posturas teológicas firmes y elaboren, cuando les sea posible, propuestas y pronunciamientos frente a los temas más importantes que aquejan a la sociedad contemporánea (injusticia, corrupción, narcotráfico, etc.), como hicieran en la antiguedad los profetas en su propio contexto social.
6. Creemos igualmente que el mayor aporte social y político que pueden hacer las iglesias está en el plano de la sociedad civil, recreando condiciones para una vida plena. Pero si esta actividad requiere de una relación directa con el poder político, deben seguirse comportamientos sociales y políticos éticamente compatibles con la extensión del Reino de Dios.
II. LOS ACTORES POLITICOS EVANGÉLICOS
1. Hemos constatado que en los últimos años muchos líderes evangélicos y aun iglesias han incursionado en la política partidaria en sus respectivos países. Frente a ello, los participantes de la consulta "Evangélicos, Política y Sociedad» creemos que son necesarios los siguientes elementos:
a. La capacitación profesional constante, en la perspectiva de una participación eficaz de la iglesia en los nuevos y cambiantes escenarios políticos, sociales y económicos.
b. La necesidad de que quienes accedan al poder político realicen un trabajo comprometido, fiel al evangelio y al pueblo que representan, en diálogo permanente con sus respectivas iglesias.
c. Que el horizonte valorativo desde el cual los evangélicos ejerzan una función política sea una ética y la búsqueda de una vida inspirada en los valores del Reino: el amor, la solidaridad, la justicia, la verdad y el servicio en favor de los excluídos.
d. Trabajar en colaboración con otros actores de la política, en la elaboración de proyectos políticos viables, inclusivos de los diversos sectores y necesidades de la sociedad: mujeres, niños, ancianos, indígenas, negros, discapacitados, así como las diversas minorías étnicas, religiosas y culturales.
III. TIPOS DE INTERVENCION POLITICA-SOCIAL
1. Creemos que la democracia y la participación social es el camino más viable y necesario para América Latina, aunque lamentamos que se la haya reducido a un simple proceso electoral. Por tal motivo creemos que las iglesias pueden aportar a la gestión de una cultura democrática.
2. Somos críticos de toda violencia como método válido de acción política o como solución de los conflictos sociales, pero valoramos y rescatamos el anhelo de justicia y la búsqueda de una sociedad en la que quepan todos, por parte de personas que dadas las situaciones límite buscan caminos alternativos.
3. Será necesario inculcar en el ejercicio del poder político valores relativos al poder del amor, al poder espiritual y al poder del servicio. Pero no debemos confundir la búsqueda de una nueva sociedad, por mediación y ejercicio del poder político, con la creación de un nuevo mundo --nuevos cielos y nueva tierra-- por la acción del Espíritu. Éste último se irá haciendo realidad en medio de los procesos sociales, culturales y políticos de nuestros pueblos, a medida que se acerque la segunda venida de Cristo y en cuanto la Iglesia cumpla con su misión de anunciar el mensaje del Reino y de ser sal y luz en un mundo sumido en la corrupción y en las tinieblas.
IV. DESAFIOS PASTORALES
1. Es necesario trabajar en la apertura de espacios de formación política, foros de discusión y debate sobre temas de interés nacional, así como el acompañamiento permanente a nuestros políticos evangélicos.
2. Incorporar en los currículos académicos de seminarios, institutos bíblicos y programas universitarios, asignaturas orientadas al estudio interdisciplinario de la relación Iglesia-Estado, Iglesia, economía, sociedad y política, entre otros.
3. Realizar consultas locales, nacionales e internacionales con políticos evangélicos, con miembros de las iglesias, con líderes eclesiásticos y con nuestras comunidades locales. Consultas que amplíen la información sobre proyectos de ley, cuestiones críticas en que la iglesia tiene una responsabilidad, legislaciones concretas cuyos efectos futuros son aún desconocidos y sobre otros temas de interés nacional.
4. Promover estudios e investigaciones que refuercen nuestro entendimiento bíblico y teológico respecto de lo político y lo social. En particular la revisión de los conceptos clásicos sobre el poder político y la profundización de los conceptos referidos al poder del espíritu, el poder del servicio y el poder del amor, entre otros. También son necesarios los estudios sobre la historia de la participación política de los evangélicos en América Latina y el Caribe.
5. Generar lazos de solidaridad e intercambio en los esfuerzos de cada país para lograr modificaciones profundas en el marco jurídico legal en el que operan las iglesias, a fin de lograr la igualdad religiosa.
6. Estimular estudios e investigaciones sobre la economía mundial y sobre sus influencias y consecuencias para la vida de las iglesias y de los pueblos en nuestros respectivos países.
V. OBSERVACIONES ADICIONALES
1. Es necesario un análisis de la práctica política de los evangélicos en y desde América Latina, considerando etapas y períodos en la historia desde su inserción hasta nuestros días.
2. Hay consenso en que la Iglesia debe generar opinión pública. ¿Cuál es la voluntad política y de fe y cuáles son los mecanismos que pueden crear esos espacios, partiendo de la situación de fragmentación en la que nos encontramos?
3. El mayor aporte de la Iglesia se da desde la comunidad local. Por lo tanto se hace necesario la consolidación de nuestras iglesias como comunidades de fe y testimonio, que proyecten estilos de vida distintos y que dinamicen la esperanza. Necesitamos una ética social que interrelacione el mundo subjetivo de la espiritualidad con la vida cotidiana.
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