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jueves, 6 de septiembre de 2012

PASTORAS ¿QUE DICE LA BIBLIA?

“Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él” Génesis 2: 18
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Como es sabido, el gobierno de Chile ha nombrado a la primera “capellana evangélica” de la historia, la Pastora Juana Albornoz, quien reemplazará al saliente Obispo Neftalí Aravena y trabajará en paralelo con Percival Cownley, el capellán católico.
La presencia de personeros religiosos en la moneda no es nada nuevo y bien sabemos que aquellos no representan la bases de la doctrina de Cristo ni los intereses de la verdadera iglesia evangélica que procura servir a Cristo con fidelidad a su Palabra. Dichas personas, aprovechando la coyuntura política, debaten, asesoran y presentan proyectos de temas sociales enmarcados en los límites que el gobierno les establece. En otras palabras, la radicalidad de la sagrada escritura pasa a ser solo un pretexto que les permita identificarlos como evangélicos. No existe en ellos la demanda que con tanta precisión presenta Dios a través del apóstol Pablo:
“Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo” Gálatas 1:10
Este y otros textos que apuntan más a la demanda que a la oferta de Cristo, han sido cortados así como por magia por muchos que han preferido congraciarse con “Cesar” más que con Dios, olvidando las palabras del Señor cuando decía:
“Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios” Mateo 22:21
La fusión de la iglesia y el estado se remonta al tiempo del emperador Constantino, quien bajo la estrategia política de atraer a todas las corrientes de pensamiento y unificarlas bajo su mandato, declaró como religión oficial del imperio al cristianismo, y claro, los “incautos” y oportunistas que se decían cristianos, prefirieron subyugarse a los designios de los hombres y se “casaron” con el estado, lo que nos trae a la memoria el triste período de la iglesia de Pérgamo que nos relata Apocalipsis (Apocalipsis 2:12-17)
UNA MUJER LIDERANDO A LA IGLESIA EVANGÉLICA
La Biblia jamás ha presentado el desprecio hacia la mujer, ni tampoco la hegemonía subyugadora del hombre, como lo reclama el gran movimiento feminista que esta invadiendo el mundo y que lamentablemente ya ha penetrado en las iglesias evangélicas.
Dichos pregones y calumnias hacia la verdad de Dios, han sido promovidos por esta oleada satánica que lucha por reivindicar a homosexuales, lesbianas y al actual movimiento de liberación feminista.

La autoproclamada pastora evangélica Sra. Juana Albornoz, entre otras declaraciones ha dicho:
“Yo fui rebelde y me atreví a hacer cosas de machos... Me molestaba no tener ni voz ni voto en las congregaciones, sólo porque los pastores dijeran que las mujeres debían callar, porque así lo estipulaban las sagradas escrituras.. Siempre me molestó ver lo sumisa que era mi madre, lo sometida que eran las otras mujeres.” ( “Las Ultimas Noticias” 19 de marzo de 2006)
Estas declaraciones dejan al descubierto que la Sra. Albornoz ha renunciado a aceptar lo que dice la Sagrada Escritura, por lo tanto, no es un referente de la legítima voz evangélica y su pastorado o su envestidura como consejera espiritual del gobierno, no pasa a ser más que un trabajo secular ceñido al lenguaje protocolar de la diplomacia y reñida totalmente con la voz del evangelio puro.
LA MUJER Y LA BIBLIA
En primer lugar, es importante señalar que la Biblia es enfática en declarar la especial posición y la tremenda labor para lo cual fue creada la mujer. Desde la creación se hace ver el objetivo que Dios le asignó:
“Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él” Génesis 2: 18
En este pasaje se observa que por primera vez Dios dice “No es bueno” refiriéndose a la soledad del hombre y a la ausencia de la mujer, lo que nos permite concluir con certeza cuan importante es para Dios el rol otorgado a la mujer.
La mujer no fue creada para tomar el lugar del hombre, sino que para cumplir una función muy importante, ser ayuda idónea del hombre, y esto no significa que el hombre sea más que la mujer; lo que Dios enseña es que el hombre y la mujer tienen roles diferentes y cualquier alteración es una necedad.
“Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón; porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero todo procede de Dios” 1 Corintios 11: 11-12
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Como dijo un gran comentarista bíblico, La mujer no fue creada de la cabeza del hombre para que no se ponga por sobre el hombre, ni tampoco fue creada de los pies para que el hombre la pisotee. La mujer fue creada de una costilla del hombre para que ella este protegida por el hombre y para que permanezca junto a su corazón.

Hoy esta bella premisa, ha sido pisoteada y destruida por este viento de maldad proveniente de las tinieblas. El movimiento feminista le ha dado la espaldas a lo que Dios dice y ha emprendido una marcha desenfrenada para conquistar el lugar
que le corresponde al hombre. No obstante, la Biblia es clara y categórica al respecto.
El ministerio pastoral es una prerrogativa exclusivamente dada para el hombre. Desde el ministerio terrenal de nuestro Señor Jesucristo, se ve con claridad que las mujeres, que sí tuvieron una participación preponderante, jamás asumieron roles de liderazgo o de apostolado. En el período apostólico y de la iglesia primitiva, tampoco se deja ver que se hayan ordenado pastoras o algo que se asemeje.

El apóstol Pablo se encarga de entregar los requisitos pastorales a Timoteo y a Tito, y en ambos casos no aparece la ordenación de pastoras. Por el contrario, el mismo apóstol se encarga de ordenar apropiadamente este asunto, veamos:
“vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice. Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos” 1 Corintios 14:34-35

“La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio” 1 Timoteo 2: 11-12
Estos dos textos tratan el asunto medular. La enseñanza y la dirección de una reunión de iglesia, Dios se la ha consignado al hombre y no a la mujer. Aunque muchos traten de argumentar que estos textos son de exclusiva aplicación para la época en que fueron escritos, no podrán con ello anular la enseñanza global de las Escrituras respecto a la función de la mujer. La instrucción apostólica es clara y precisa, y muy abundante por lo demás:
“Someteos unos a otros en el temor de Dios. Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor” Efesios 5: 21-22

Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos” 1 Pedro 3:1
Aquí tenemos otro pasaje que nos muestra el deseo de Dios para con la mujer. El asunto de la sujeción de la mujer para con el hombre, no es algo sencillo y fácil de abordar. La naturaleza caída del ser humano, se rebela ante la demanda divina. Así como al hombre le cuesta amar a su mujer como Cristo amó a la iglesia y a tratarla como a vaso más frágil, a la mujer también le es difícil sujetarse a su marido. Cuando reconocemos esta realidad, entendemos que nuestra voluntad ha de ser subordinada a la instrucción de la Palabra de Dios.
La mujer espiritual no desea ponerse en el lugar de su marido o de los líderes de la iglesia, sino que procura sujetarse a su marido y reservarse para la función a la cual Dios la ha destinado dentro de la iglesia.

El sometimiento o sujeción no es sinónimo de subyugación. La Biblia habla con claridad del trato digno que la mujer debe tener, lo que anula la actitud déspota de algunos maridos evangélicos que abusan y malinterpretan los pasajes anteriormente citados. Dicha actitud no solo revela desconocimiento de la Escritura, sino que también una carnalidad indiscutible.

Como ya se ha dicho, el hombre que desea agradar a Dios, procura tratar a su esposa tal cual lo enseña la Biblia:
“Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella” Efesios 5:25

“..maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil” 1 Pedro 3:7
FUNCIONES DE LA MUJER DENTRO DE LA IGLESIA
Como hemos visto, la función de la mujer no esta destinada a liderar ni a pastorear la iglesia, sino que a ser la ayuda idónea del hombre. No obstante, la mujer puede asumir roles de enseñanza de niños, diaconado, dirección de re uniones femeniles, etc., manteniendo el marco establecido por la Palabra de Dios. Recordemos a algunas mujeres neo testamentarias, tales como aquellas que sirvieron en el ministerio terrenal del Señor, a Priscila junto a su esposo Aquila (Hechos 18:2) o a la diaconisa Febes (Romanos 16:1), todas con una función específica e importante, pero ninguna de ellas era pastora, sin embargo tenían muy en claro que su función era la de ayuda idónea.

El único argumento que se esgrime para defender la ordenación de pastoras en algunas iglesias evangélicas, se sustenta en una postura absolutamente subjetiva y lejos de todo relato bíblico. No obstante, algunos pretenden ver sustento en el caso de Débora (Jueces 4), pero tal fundamento se desmorona al contemplar el contexto y la situación misma del pueblo de Israel en el período de los Jueces. En definitiva ante este y otros argumentos, aparece la antigua idea de hacer que la Biblia diga lo que no está escrito, eso es torcer las Escrituras.
EL ORDEN DE DIOS, EL ORDEN DEL HOMBRE Y LOS FRACASOS
Entendiendo que Dios establece todo bajo un orden, y que según el mismo apóstol Pablo lo exige en su carta a los Corintios (1 corintios 14:40), nosotros debemos someternos al orden que El Señor ha declarado en su Palabra.
“Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo” 1 Corintios 11:3
Este es el orden que Dios ha establecido en la iglesia. Cristo es la cabeza de la iglesia y del varón, y éste cabeza de la mujer. Esto es categórico y nadie puede refutarlo.

Ahora bien, cuando este orden es atropellado e invertido, los resultados son nefastos. En otras palabras, cuando un hombre no asume su posición y la mujer toma aquel lugar, solo nos resta esperar el fracaso.

Recordemos el asunto en el huerto del Edén. Eva no estaba llamada a liderar ninguna acción, era su marido Adán quien debía tomar la iniciativa. Evidentemente, la falta de sumisión de Eva acarreó una tremenda tragedia
(Génesis 3). Una de las cosas que Dios le reprochó justamente al hombre, es el haber obedecido a la voz de su mujer.
“Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida” Génesis 3:17
No obstante, todo aquello estaba plenamente bajo el control y la soberanía de Dios según su plan eterno.

Otro episodio similar lo encontramos en el caso de Sarai con Abram (Génesis 16). El hombre abandona su liderazgo, obedece a la voz de la mujer y los resultados también fueron desastrosos. A estos ejemplo podemos sumar el caso de rebeca, o de la tristemente célebre Jezabel.
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Por su parte, la Historia también corrobora aquello, que cuando el orden de Dios se rompe, no se puede esperar que Dios extienda su bendición. Recordemos el nacimiento algunas afamadas sectas apostatas y heréticas, por ejemplo el adventismo del séptimo día con su profetiza Helen G. White, la teosofía con su profetiza Helena Blavatsky, la ciencia cristiana con Eddie M. Baker y La iglesia del evangelio cuadrangular con su pastora Amy Semple Mc. Pherson, sin mencionar la tremenda influencia de Katherine Kulman.

Todas estas mujeres rompieron el orden de Dios y pretendieron ser la portavoz de la revelación. Por consecuencia han quedado registradas en la historia como las fundadoras de sectas con todo lo que eso significa.

Lamentablemente el ser humano es el único ser viviente que tropieza con la misma piedra y que no aprende de sus propios errores. Hoy tenemos una fuerte tendencia feminista que no escatima nada con el propósito de invertir el orden de Dios. La consigna ya no es reivindicar a la mujer, sino que es desplazar al hombre y ocupar su lugar. Es muy probable que haya mujeres evangélicas que se sientan ofendidas con este estudio y que cataloguen de machista a su autor, sin embargo, no podrán negar que todo el argumento aquí vertido, se sustenta en la sola Escritura.
La mujer fue creada por Dios para ser ayuda del varón y la sujeción que ella demuestra a su esposo (en el caso de las casadas) es un hermoso símil de lo que la iglesia experimenta con Cristo. Todo lo que este fuera de esto, es solo parte de nuestro subjetivismo racionalista y lejos de lo que Dios establece en su Palabra.

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